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SSD: tecnología sobrevalorada

A pesar del gran protagonismo que la tecnología de Discos de Estado Sólido está teniendo en los medios, las prestaciones de estas unidades no son aún relevantes, sobre todo si nos atenemos a su altísimo precio. Su rendimiento frente a discos duros tradicionales es mayor, pero las ventajas de las que presumen los fabricantes están siendo exageradas. Al menos, hasta la fecha, como demuestran una serie de análisis.

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A pesar del gran protagonismo que la tecnología de Discos de Estado Sólido está teniendo en los medios, las prestaciones de estas unidades no son aún relevantes, sobre todo si nos atenemos a su altísimo precio. Su rendimiento frente a discos duros tradicionales es mayor, pero las ventajas de las que presumen los fabricantes están siendo exageradas. Al menos, hasta la fecha, como demuestran una serie de análisis.

¿Es SSD sólo la tecnología de moda? Eso parece, a juzgar por los resultados reales que su implantación está provocando. Lo cierto es que todo en SSD parece prometedor: la ausencia de partes mecánicas y la utilización de memoria Flash no volátil promete rendimientos y tasas de transferencia asombrosos, además de un impacto teórico en el consumo energético. Sin embargo, hasta la fecha está claro que estas unidades no han demostrado nada.

O más bien sí: que su precio es excepcionalmente alto y totalmente desproporcionado.

La tecnología SSD (Solid State Drive) es más antigua de lo que podríamos imaginar: ya en 1978 la empresa StorageTek desarrolló la primera unidad de estas características, pero no ha sido hasta hace un par de años que los grandes fabricantes comenzaron a apostar seriamente por ella. Era lógico, la capacidad de estas unidades era muy baja en comparación con la que ofrecían los discos duros tradicionales, y sus costes de fabricación eran prohibitivos.

Sin embargo, la situación cambió: la industria y los medios pronto calificaron a esta tecnología como la sucesora tradicional de los discos duros convencionales, pero lo cierto es que hasta la fecha su relación precio/prestaciones no parece hacer nada recomendables la adquisición de estas unidades.

La introducción de unidades SSD ha sido relevanta únicamente en el mercado de los ordenadores portátiles, y sólo en dos segmentos estratégicos: los portátiles de gama alta y ese nuevo e impactante mercado de portátiles ultraligeros de bajo coste que se inició con el fantástico ASUS Eee PC 701 y al que le han seguido un puñado de alternativas. Mientras que en portátiles de gama alta los fabricantes han incluido las unidades con más capacidad y mejores prestaciones de las que disponían, en el caso de los ultraportátiles de bajo coste la idea no era esa, sino la de usar discos SSD de baja capacidad (el primer Eee llegaba con discos de 2 y 4 Gbytes) que justificaran las prestaciones y, sobre todo, el precio final del ultraportátil.

Sin embargo, tanto en uno como en otro caso los rendimientos prometidos por los fabricantes han estado por debajo de las expectativas. El ejemplo más claro lo tenemos en el MacBook Air, el ultraportátil de Apple que se presentó hace unos meses y que llegaba en dos versiones: la barata, con un disco duro convencional y la cara, con una unidad SSD y un procesador algo más rápido. Todos los análisis realizados por los laboratorios técnicos que han tenido la oportunidad de comparar ambos modelos coinciden en sus conclusiones:

1. La mejora en tasas de transferencia es muy variable: mientras que algunas unidades demuestran mejoras notables, en otras las prestaciones son incluso inferiores a discos duros convencionales.

2. Los tiempos de acceso tampoco son significativamente mejores.
3. Los tiempos de arranque y recuperación de sesión tras la suspensión o hibernación sí son sensiblemente mejores.
4. La eficiencia energética es poco destacable y de media hace que la autonomía de los portátiles aumente en un 15%.

Esas conclusiones no están lanzadas a la ligera: las avalan un buen puñado de análisis que hemos encontrado en Internet de medios que han realizado pruebas exhaustivas de uso de estas unidades en entornos reales y que además han comparado portátiles que se diferenciaban únicamente en la presencia de una unidad SSD o un disco duro convencional. Lo podéis comprobar en la segunda parte de este especial, en la que hablamos en detalle de dichos análisis.

 

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