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Coches autónomos y eléctricos, ¿de qué van?

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Los coches están en el punto de mira de la tecnología. Al mismo tiempo necesarios y aspiracionales, los automóviles están empujando fuerte con el desarrollo y adaptación de tecnologías cada vez más señeras. Los mismos conductores están señalando el camino por el que discurrirá el futuro de estos productos. En una encuesta reciente se trasluce el interés de los conductores por los coches conectados, junto con todas las posibilidades que eso conlleva. Pero no es esto lo único que podría cambiar para siempre la forma en que concebimos y usamos los coches.

Eléctrico como Tesla

Desde hace más de 10 años, Tesla Motors se ha erguido como bandera del vehículo eléctrico. Evidentemente ni la idea ni el concepto son suyos. Los primeros coches eléctricos se crearon en la primera mitad del siglo XIX, y ya Nikola Tesla diseñó en 1882 el motor de corriente alterna AC en el que se basó el Tesla Roadster (2008) de Elon Musk, con el que logró que los ojos de medio mundo se volvieran hacia él. Un deportivo totalmente eléctrico, alimentado por baterías de ión de Litio que alcanzaba en aquellos momentos casi 400 km de autonomía con una sola recarga, y era capaz de pasar de 0 a 100 en menos de 4 segundos. El objetivo de la compañía era lograr vehículos totalmente respetuosos con el medio ambiente, al tiempo que otorgaran al usuario una experiencia de conducción totalmente única y divertida.

Aunque por fuera un coche eléctrico y uno de gasolina (o incluso uno híbrido) tengan un aspecto semejante, lo cierto es que por dentro no tienen nada que ver. Los coches tradicionales, llamémoslos así, cuentan con una serie de sistemas mecánicos y electrónicos que se han ido creando o adaptando ex profeso para ellos. Los vehículos eléctricos no pueden reutilizar algunos de los subsistemas de los tradicionales, como el de climatización, por lo que deben rediseñarse casi desde el principio.

Tampoco emplean un motor al uso, sino que se alimentan de baterías. Este es, quizá, uno de sus puntos débiles. Mientras que apenas tardas unos minutos en llenar el tanque de un coche con motor de combustión, las baterías tardan algo más. Esto no es problema si se usa el coche en los desplazamientos diarios y se pone a cargar durante la noche, pero tener que esperar puede resultar molesto en viajes largos. Al menos ya no hay que preocuparse por el efecto memoria de las baterías. Conscientes de que esto podía hacer que los potenciales clientes se enfriaran, Tesla ideó un sistema de cambio de baterías. En la estación de servicio habría un foso sobre el que se situaría el coche. Allí, un sistema mecanizado abre las tapas y cambia las baterías gastadas por otras llenas en un tiempo récord de 90 segundos.

Musk y los demás

Los coches Tesla los diseña y fabrica Tesla. Ellos tienen su propia gama de vehículos y productos, sin embargo han colaborado con diversas empresas fabricando componentes eléctricos para ellos. No sólo con factorías de automóviles como Daimler, Mercedes o Toyota, también con Panasonic o Uber y, según afirmó en su momento el propio Musk, hasta habían estado en conversaciones con la mismísima Apple para crear vías de colaboración, aunque no parece que los egos de ambas compañías haya permitido llegar a un acuerdo.

Para Tesla es beneficioso que el mercado del vehículo eléctrico crezca. Se trata de lograr que la idea cale entre los consumidores y se cree una demanda que compita seriamente con la de los vehículos tradicionales. Así que para darle un empujoncito el pasado año decidió liberar sus patentes para que cualquiera pudiera trabajar en la producción de vehículos eléctricos. No sabemos si gracias a eso hoy ha anunciado Volvo que tendrá listo un coche totalmente eléctrico para 2019, fecha en la que también Apple había previsto lanzar el suyo.

Las bondades de ser autónomo

En principio, cuando hablamos de vehículo eléctrico no quiere decir necesariamente que sea autónomo. Mientras que el «ser eléctrico» se refiere al tipo de energía que usa para moverse, el «ser autónomo» tiene que ver con quién conduce el vehículo. En los coches autónomos es la inteligencia artificial del coche la que conduce, sea el vehículo eléctrico o no. Sin embargo no es posible obviar que existe cierta relación entre estos dos tipos de vehículo, pero una relación creada por los propios fabricantes.

En enero del pasado año Google mostró al mundo el primer prototipo funcional de su coche autónomo. Se trataba de un vehículo equipado con multitud de sensores capaces de reconocer elementos de la carretera como obstáculos, variaciones, señales de tráfico, otros coches o peatones. Pero también contaba con otro elemento muy importante dentro de la inteligencia artificial: los activadores. Estos son los responsables de que un estímulo determinado obtenga una respuesta adecuada. Esto es, si el coche detecta un obstáculo en la carretera, los activadores tendrán que hacer que el coche o bien se detenga o bien se desvíe para esquivarlo. Este verano Google ya comenzó a realizar pruebas en Texas, fuera de Montain View, donde habían estado haciendo el rodaje inicial hasta el momento.

El trabajo de Google ha tenido una enorme importancia para el futuro de este tipo de vehículos, ya que lograron presionar para que la legislación del Estado de Nevada permitiera la circulación de coches autónomos. El proyecto también llamó la atención de DARPA, que le otorgó un premio de 2 millones de dólares y con quien Google ya colabora en otros desarrollos a través de Boston Dynamics, una de sus adquisiciones en el ámbito de la robótica y la inteligencia artificial para su sección Google X. El coche de Google no es necesariamente eléctrico, de hecho el que se adaptó para circular por Nevada era un Toyota Prius, un híbrido.

Aunque aún le quedan muchas cosas por pulir, los vehículos autónomos están planteados para evitar una de las principales causas de accidentes de tráfico: el factor humano. Si todos los vehículos que circularan por una autovía fuesen autónomos, se prevé que las muertes y lesiones por siniestros en carretera se reducirían considerablemente. En un principio el planteamiento del coche de Google era el de un coche conducido exclusivamente por el sistema informático. Ni siquiera tenía pedales o volante. La ley obligó posteriormente a Google a que los incluyera, en previsión de que todos los sistemas electrónicos fallases y fuese necesario que los humanos tomasen el control del vehículo. Aunque parece que estamos hablando sólo de seguridad en las carreteras, los desarrollos de inteligencia artificial necesarios para que el coche autónomo fuese totalmente fiable podrían ser usados para otras muchas cosas, con la experiencia añadida de millones de personas circulando a diario por miles de carreteras en todo el mundo. ¿Hemos mencionado ya que a DARPA le gustó mucho el coche de Google?

La vía es tan interesante que tanto Apple como Tesla han manifestado su serio interés en hacer que sus coches eléctricos sean, además, autónomos. De Apple ya se filtró hace casi dos meses: el coche se llamaría Titán y estarían buscando localizaciones para comenzar a probarlo. De Tesla se ha sabido hoy que el Tesla Model S ya vendrá equipado con piloto automático, capaz de manejarse solo en carretera y hasta de poner las intermitentes y cambiar de carril (más de lo que hacen algunos conductores). Una noticia que sin duda será muy bien recibida por Uber, que ya había anunciado que si Tesla lanzaba un coche autónomo se los compraría todos. Así se eliminaría de un plumazo su eterno problema con las licencias de sus conductores.

Seguridad ante todo

Mientras los fabricantes de coches y electrónica de consumo dan pasos cada vez más grandes para lograr coches eléctricos y autónomos, las empresas de seguridad se emplean a fondo para hacer sus deberes y no quedarse fuera del reparto de este goloso pastel. Hace 10 años para robar un coche había que emplear sistemas mecánicos para forzar la cerradura, ahora, los problemas de seguridad de uno de estos vehículos no afecta sólo a su posesión. Al depender totalmente de sistemas informáticos, y añadir a la ecuación los vehículos conectados y el Internet de las cosas, un hackeo puede suponer que nos roben el coche o que perdamos el control del mismo con nosotros dentro, provocar accidentes en masa, robar datos o usar una vulnerabilidad para atacar las ciudades conectadas cuando estas sean una realidad.

Como decíamos, la seguridad es uno de los puntos más delicados a resolver. Durante la conferencia de seguridad SyScan360 del pasado año una de las pruebas realizadas se hackeó con éxito un Tesla Model S. Es de suponer que a Elon Musk no le debió hacer ninguna gracia que se cuestionara públicamente la seguridad de sus vehículos, pero debió servirle de acicate para ponerse manos a la obra e implementar algunas mejoras, porque poco después invitaba abiertamente a los hackers a dar una vuelta en su coche y probar lo seguro que podía llegar a ser. Las empresas de seguridad deben estar frotándose las manos con el nuevo mercado que le están abriendo los coches conectados y el IoT.

Eléctrico, autónomo o ambos, lo que sí está claro es que el futuro de la automoción pasa por aquí, y que como ya avanzamos hace unos días, es una de las tendencias que apunta fuerte dentro del mundo de la tecnología.

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