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Tecnología casera contra la diabetes

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¿Hay algo más importante para unos padres que el bienestar de sus hijos? La respuesta es (salvo tóxicas excepciones) que no, y eso da lugar a que no pocos avances de todo tipo se produzcan, directa o indirectamente, en base a ese propósito. Y hoy, The Wall Street Journal publica un interesante artículo sobre lo que ocurre cuando combinamos en una coctelera hijos, diabetes de tipo 1 y tecnología. Y la mezcla es, cuanto menos, asombrosa.

Recordemos que la diabetes de tipo 1 es un trastorno autoinmune por el cual el páncreas deja de producir insulina, que es la responsable de la metabolización de azúcares y glucosa. Y cuando eso ocurre, si la concentración de estos en sangre es demasiado elevada, termina por afectar al riñón. Pero también su ausencia tiene consecuencias, que van desde las convulsiones hasta el coma. Así, para mantener el nivel adecuado de glucosa en sangre, las personas que padecen esta enfermedad deben, no solo llevar un estricto control de su dieta, sino que además deben permanecer alerta ante cualquier señal de una bajada y, a ser posible, llevar una rigurosa supervisión del nivel glucosa en sangre, para, en caso necesario, poder inyectarse insulina y, así, metabolizar adecuadamente el exceso de glucosa. Es decir, suplir la función del páncreas.

Y el problema es que, a diferencia de otros tratamientos médicos, aquí no hay una pauta estándar, así que sería necesario una especie de páncreas artificial que asumiera las funciones del órgano dañado. La buena noticia es que la industria médica ya lleva años trabajando en crear un dispositivo así, muchos años de investigaciones que, según los más optimistas, podría traducirse en la llegada al mercado de los primeros dispositivos en algún momento del año que viene. No obstante, eso es solo una estimación, y para un dispositivo concreto, todavía tardaremos mucho más tiempo en ver una oferta más completa. Y el problema es que en muchos casos el tiempo es el más escaso de los recursos.

Y eso es lo que ha dado pie al coctel del que hablaba al principio, y que el artículo de The Wall Street Journal centra en la familia Calabrese, de San Diego. ¿Y qué es lo que han hecho? Pues han combinado un sensor subcutaneo que mide el nivel de glucosa en sangre cada cinco minutos, un dosificador automático a partir de un modelo antiguo de bomba de insulina y un pequeño sistema que, con el software adecuado, es capaz de tener monitorizado de manera permanente el nivel de glucosa en sangre y de dosificar insulina, también de manera automática, si es necesario.

No es el único caso, otras personas se han basado en el proyecto OpenAPS (Artificial Pancreas System), una iniciativa abierta destinada a asesorar sobre cómo crear dispositivos de este tipo a personas que padecen esta enfermedad y que, obviamente, no pueden esperar a que los productos comerciales lleguen al mercado. Los riesgos son más altos de los que ofrecerán estos, claro, y la mayoría se concentran en un error en el algoritmo que se responsabiliza de la inyección de insulina cuando es necesario, así como del propio sistema de inyección «casero». Sin embargo, con una buena supervisión, Los Calabrese ya han confiado la salud de su pequeño, de nueve años, a su dispositivo casero.

 

Imagen: Care World

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