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Boot Camps, un buen lugar para encontrar trabajo

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Boot Camps

¿Cuál es el principal objetivo de cualquier empleador, ya sea una empresa que busca trabajadores para su propia plantilla o una consultora de recursos humanos? Es evidente, claro, encontrar a los mejores candidatos posibles. Lo que varía en muchos casos, sin embargo, es dónde se realiza esa búsqueda. Hasta hace poco tiempo el perfil estaba muy claro: formación superior, a ser posible con altas calificaciones. Sin embargo, The Wall Street Journal repara hoy en un interesante cambio de paradigma que afecta, de manera singular, al mundo de la programación, y que vuelve a traer al foco el debate sobre el actual sistema educativo.

En su artículo TWSJ pone el ojo en un centro de formación del bajo Manhattan llamado Flatiron School (en referencia al singular Flatiron, el rascacielos con forma de cuña situado en la confluencia entre la Quinta Avenida y Broadway, y que da nombre a todo el barrio). En el mismo se realiza un curso de programación con una duración de 12 semanas, muy intenso (de ahí la calificación boot camp, pues recuerda en cierta medida al periodo de instrucción de los reclutas en el ejército) y cuyo precio alcanza los 15.000 dólares. ¿Y qué tiene de especial este curso para que el diario económico se fije en él? Pues que cada vez más empleadores del sector tecnológico recurren a personal formado en centros de este estilo, que siguen el modelo boot camp. Entre las empresas que han contratado a ex-alumnos de Flatiron School se encuentran nombres como Google y Kickstarter. Y la media salarial de estos nuevos empleados es de 74.447 dólares desde su misma incorporación a la empresa.

El perfil que ofrecen estos profesionales, que no necesariamente cuentan con estudios superiores, es el de un sólido conocimiento práctico precisamente de aquello que demandan las empresas en un momento concreto, que es algo de lo que, en muchas ocasiones, carecen los licenciados universitarios. Tanto es así que la administración federal de Estados Unidos ha puesto en marcha un proyecto piloto, con el que pretende que parte de las ayudas que hasta ahora solo reciben los estudiantes universitarios, también puedan ser accesibles para los profesionales que prefieren optar por este otro modelo.

Hay que tener en cuenta, no obstante, que las propias empresas empleadoras son conscientes de las diferencias entre un trabajador capacitado para realizar una tarea concreta (como programar en un determinado lenguaje) y aquellos que han pasado por la Universidad. En un estudio realizado recientemente por Google, en el que comparaba las capacidades de ambos perfiles, se llegó a la conclusión de que los primeros son capaces de desempeñar labores concretas de manera muy rápida y efectiva, pero que para otros cometidos más genéricos, necesitan pasar por nuevos procesos formativos, que equiparen en cierta medida sus conocimientos a los de los graduados universitarios.

Así, parece claro que en corto plazo convivirán, en las empresas, trabajadores que hayan pasado por boot camps con otros que cuenten con formación superior, y la clave está en lograr el encaje adecuado entre ellos. A corto plazo, digo, porque en realidad la gran solución sería replantear por completo el sistema educativo, de manera que los profesionales que salen de las universidades desarrollen muchas más prácticas que en la actualidad y, sobre todo, que estas evolucionen al mismo ritmo al que lo hace el propio sector tecnológico.

 

Imagen: StockSnap

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