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La carga por inducción, cada vez más cerca del iPhone

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Apple no confía en Samsung para fabricar el iPhone 7

Que las ventas del iPhone son, a día de hoy, uno de los principales (por no decir el principal) pilar de éxito económico de Apple es algo más que evidente. Así, la deceleración global en la venta de smartphones, así como la mayor competencia a la que se enfrentan los de Cupertino en el mercado chino, han provocado que las cuentas de Apple se hayan visto comprometidas en su último ejercicio fiscal, el primero en doce años en el que el volumen de beneficios disminuye con respecto al año anterior. No obstante, también es cierto que parte de la responsabilidad en los «malos» números de los últimos tiempos está relacionada con la sensación, generalizada, de que su última generación de teléfono, el iPhone 7, no ha supuesto un gran cambio con respecto al 6S.

Estéticamente es muy similar (salvo en lo referido a la cámara en el modelo Plus), y el único cambio verdaderamente destacable es la eliminación del conector minijack, que obliga a emplear auriculares con conector lightning, o en su defecto un adaptador de un formato al otro. Y, eso sí, multiplicar por dos la capacidad de almacenamiento de los modelos disponibles. Un procesador más potente, cámara mejorada, the best iPhone ever… en fin, lo que llevamos años escuchando, pero que en este caso no estuvo, para muchos (entre los que me incluyo), a la altura de lo esperado. Así, El papel de Apple es ahora complicado, pues tiene que asegurarse de que cuando, alrededor de septiembre de 2017, Tim Cook se suba de nuevo al escenario y anuncie el nuevo iPhone, éste sí que venga cargado de sorpresas. Y una de ellas, y muy esperada por cierto, es que finalmente sería compatible con la carga por contacto (inducción), eliminando así la necesidad de conectarlo mediante cable, según informa hoy Computerworld. A este respecto, es cierto que la compañía ya ha adquirido cierta experiencia con su Apple Watch, que ya emplea este sistema desde su primera generación.

Además, según la misma fuente, Ming-Chi Kuo, analista de KGI Securities, habría más novedades, como una nueva pantalla OLED con mejoras en 3D Touch (el sistema que detecta no solo la pulsación en la pantalla, sino también la presión de la misma) y, lo que es todavía más llamativo, que los nuevos modelos de iPhone tendrían tres tamaños de pantalla: 4,7, 5,5 y 5,8 pulgadas. De ser así, se confirmaría el acierto, por parte de Apple, de dar el salto al segmento de los phablets (smartphones con un tamaño intermedio entre el de un teléfono y una tablet), acercándose por mucho a las seis pulgadas en su próxima generación. Y otro aspecto que llama mucho la atención de dicha información, es que de confirmarse lo afirmado, por primera vez desde el primer iPhone, no habría dos lanzamientos de una misma generación (todos han tenido su revisión S desde el iPhone 3G).

No son todo buenas noticias, eso sí. Según algunas fuentes citadas por el artículo, las mejoras supondrían un importante incremento en el coste de producción del iPhone, lo que muchas voces apuntan a que se traduciría en un importante incremento en el precio de los terminales, cuyo punto de entrada (el modelo más básico) se situaría alrededor de los 1.000 dólares.

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