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La apasionante historia de Thomas John Watson

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IBM es una de las tecnológicas con mayor envergadura, presencia y prestigio del mundo, a día de hoy, es popularmente conocida que su estrategia estriba alrededor de la Inteligencia Artificial y de uno de sus principales sistemas, Watson. Lo que pocos saben es que el nombre de la IA de IBM rinde homenaje a uno de los directivos con más peso e influencia en la historia de la compañía: Thomas John Watson, que comenzó su andadura en 1914, cuando todavía estaba en sus primeras etapas y era un conglomerado de cinco empresas con unos 1.300 empleados, abandonando su presidencia en mayo de 1956, un mes antes de su muerte. Entonces IBM ya contaba con presencia internacional y 72.500 trabajadores.

Watson, que entre otras cosas es el autor del famoso logo «Think» (Piensa) que quedó asociado durante mucho tiempo a la imagen de IBM, nació en Campbell, una localidad del Estado de Nueva York, en 1874. Tenía cuatro hermanas mayores y era hijo de un maderero. Su infancia transcurrió sin grandes problemas, tras la que estudió un curso de contabilidad y negocios de un año de duración en la Escuela de Comercio Miller en Elmira. Su primer trabajo, como tenedor de libros en un mercado de Painted Post por seis dólares la semana, lo consiguió con 18 años. Pero no duró mucho en el puesto. Un año más tarde comenzó a vender instrumentos musicales y máquinas de coser como ayudante de George Orwell, un viajante que le pagaba 10 dólares semanalmente. Pero dos años más tarde dejó su puesto por la baja paga y se marchó a vivir a Buffalo.

Ya en la ciudad, trabajó vendiendo de nuevo máquinas de coser para Wheeler y Wilcox,  para después emplearse como vendedor del stock de la Buffalo Building and Loan Associacion. En 1895, mientras gestionaba una transacción en las oficinas de NCR, Watson pidió un trabajo en la compañía como aprendiz de vendedor. Tuvo que insistir varias veces para conseguirlo, y finalmente entró en la entidad en octubre de 1895. Los primeros días de su trabajo allí fueron un completo desastre, ya que no vendió ni una sola máquina registradora. Su jefe por entonces, John Range, que era el director de la compañía en la zona de Buffalo, le soltó una buena reprimenda en la que le explicó cómo era la realidad de las ventas y comenzaron a salir juntos a vender.

Watson aprendió en esos días mucho sobre ventas y dirección, y adquirió, según sus propias palabras, una devastadora técnica. Su situación dentro de la empresa cambió drásticamente, y sus ventas subieron de manera notable. Con 25 años le ofrecieron el puesto de gerente de la zona de Rochester, en Nueva York. Se trataba de un territorio que nadie quería dirigir, peor él no lo pensó dos veces, y fue allí donde se convirtió en un verdadero hombre de negocios y el vendedor con más éxito de la compañía del este de Estados Unidos. Ganaba 100 dólares a la semana.

Cuatro años más tarde, la zona de Rochester era prácticamente un monopolio en cajas registradoras para NCR y había echado a su principal competidor, Hallwood, del mercado. Como recompensa pasó a ocupar un puesto en la oficina de la dirección general de NCR en Dayton (Ohio): director general de ventas. En 1912, NCR fue declarada culpable de violar la Ley Antimonopolio de Sherman y Watson, junto con otros 27 directivos de la empresa, fue sentenciado a un año de prisión, que no cumplió gracias a que NCR ganó en 1915 la apelación de la sentencia.

Sus inicios en IBM

Entretanto, Watson había sido despedido de NCR y había recalado en el grupo empresarial que está considerado el germen de IBM: la Computing-Tabulating-Recording Company (CTR), compuesta por cinco empresas. Su responsable por entonces, Charles Ranlett Flint, lo contrató como director general en mayo de 1914, y cuando el caso que había contra él en los tribunales por NCR quedó resuelto once meses después, lo ascendió a presidente, cargo que ya no abandonaría prácticamente hasta su fallecimiento.

Watson desplegó toda su sabiduría y talento en este puesto. Cuatro años después, los ingresos de la empresa se habían doblado hasta alcanzar los 9 millones de dólares. En 1924 Watson pasó a ser el CEO de la compañía y la cambió el nombre: desde entonces se llamaría IBM (International Business Machines). También empezó a sentar las bases para convertirla en un gigante.

Una de las claves de su éxito fue su apuesta por la investigación y el desarrollo. En 1914 abrió un departamento de investigación en la compañía, y un laboratorio en 1916. En él, el ingeniero Clair Lake inventó una impresora-listadora que salvó al grupo de la ruina, puesto que por entonces no pasaba por un buen momento. Watson se encargó personalmente de formar y motivar a los entonces cerca de 400 vendedores de IBM. Organizó reuniones periódicas de motivación con ellos, así como para transmitirles técnicas de ventas y hacer que calase en ellos la filosofía de IBM. Apostaba siempre por la participación de los trabajadores, y por estar a la última en innovación.

Bajo su presidencia, IBM fue una de las primeras empresas en las que se puso en marcha un sistema propio de capacitación de empleados. Para 1937, casi la mitad de los entonces 32.000 trabajadores de la firma habían pasado por las clases de IBM, en las que se enseñaban los conocimientos técnicos que se precisaban para fabricar los productos de la compañía

IBM superó con éxito el periodo de la Depresión de los años 30. En 1935, cuando el recientemente creado Sistema de la Seguridad Social de Estados Unidos solicitó que alguien llevara su contabilidad, y fue IBM quien se encargó de ellos. Varios contratos con agencias gubernamentales más tarde, Roosevelt ofreció a Watson ser embajador de Estados Unidos en Gran Bretaña, así como la oficina de la Secretaría de Comercio. Watson rechazó ambos puestos, para centrarse en la puesta en marcha de la división europea de IBM. En 1949 entró en funcionamiento la IBM Trade Corp, la entidad encargada de supervisar todo el negocio internacional de IBM, y el lema «La Paz del Mundo a través del Comercio en el Mundo» se convirtió en el eslogan de la compañía.

Watson fue nombrado Presidente de la Cámara de Comercio Internacional, y durante la II Guerra Mundial puso todas las facilidades de IBM a disposición del gobierno estadounidense, lo que le valió la Medalla al Mérito. En dicho periodo, IBM entró en el negocio de las computadoras, gracias a que Watson prestó oidos a las ideas de Howard Aiken, un inventor con grandes ideas y grandes interrogantes sobre los Multiplicadores 601 de IBM.

Aiken acercó a IBM a James Bryce, quien presentó un proyecto para el desarrollo de una nueva máquina a Watson y consiguió medio millón de dólares para desarrollar su idea. El proyecto quedó un poco en suspenso por la guerra, y la denominada Calculadora Automática de Control de Secuencia (Mark I) no llegó hasta 1944. Dos años más tarde, la primera computadora electrónica operacional, el ENIAC, fue desarrollada por la Universidad de Pennsylvania. Pero IBM no se rindió, y en 1948 introdujo el Calculador Electrónico Secuencial Selectivo (SSEC).

La Guerra de Corea y el aumento de la competencia, con la computadora UNIVAC a la cabeza, aumentó el esfuerzo en IBM, que pronto presentó su modelo 701, 25 veces más rápida que la SSEC. Poco después llegaron los 702, 704 y 705, que hicieron despegar a IBM y alejaron a su competencia en el campo de las computadoras.

Para 1952, cuando cedió la presidencia de la compañía a su hijo mayor, IBM tenía presencia en varios países y llevaba camino de convertirse en líder de la informática a nivel mundial, lo que consiguió finalmente. Pero Watson no lo vio, puesto que falleció en 1956 a los 82 años.

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