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El culebrón de Alierta en Telefónica

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El expresidente de Telefónica, César Alierta, abandonó ayer jueves el Consejo de Administración de Telefónica, entidad de la que ha formado parte durante dos décadas hasta que el año pasado dejó su lugar al considerado su sucesor, Jose María Álvarez Pallete. Y lo ha hecho a regañadientes, porque desde que se anunció su marcha de este organismo hace casi dos meses no han cesado de escucharse sus protestas, centradas en que esto que ha sucedido no era lo que había hablado con su sucesor. Incluso llegó a decir que no iba a dejar su puesto en el consejo. Pero ¿por qué ha negado su marcha y se ha ido casi obligado?

Desde que apareció la primera noticia sobre su salida, Alierta ha manifestado públicamente su disgusto, aludiendo a que lo que acaba de suceder no era lo que había hablado con Álvarez Pallete, y a que está descontento con el trato que le ha dado. Álvarez Pallete no apoya el papel que Alierta ha tenido desde su salida de la presidencia como representante de Telefónica en asuntos institucionales. Al parecer, el actual presidente de Telefónica prefiere centrar el modelo de gestión de la compañía en los números y la tecnología que en las relaciones, contactos y otros activos no tangibles que la compañía todavía conserva de su época como monopolio.

Al parecer, cuando Alierta dejó su puesto, pactó quedarse durante al menos un año en el Consejo de Administración de la compañía. Además, también se encargaría de gestionar todo lo relacionado con la influencia que mantiene Telefónica en otros campos fuera de su área de negocio, como las reuniones con políticos, y creía que su influencia era mucho mayor que la que otorga una presidencia. De hecho, al parecer, sus decisiones pesaban más que las de Pallete. Así las cosas, la situación se ha ido haciendo cada vez más insostenible y complicada, agravada por el traslado de su oficina al edificio de Gran Vía 32, la sede actual de la Fundación Telefónica y la antigua de la compañía.

Pallete ha ido poco a poco aguantando el tipo hasta que Alierta le comentó que había que intervenir en Prisa para hacer que Juan Luis Cebrián dejase su puesto. Alierta quería desembarcar en el grupo editorial en nombre de Telefónica, uno de sus principales accionistas. Al parecer, Pallete, que quiere mantener otro perfil distinto al de Alierta, menos institucional, alcanzó su límite. Sobre todo después de conocer por boca de Cebrián las maniobras de Alierta. Entonces Pallete se quitó del medio y Cebrián, con otras intervenciones de por medio, logró detener el golpe. Este revés, precedido de varias contrariedades de la mano de Pallete y algunos movimientos del expresidente que no han gustado a la actual dirección, ha hecho que Alierta, aunque a regañadientes, haya aceptado marcharse.

Alierta no se va con las manos vacías ni mucho menos, puesto que se va con una pensión de 54 millones de euros. Mientras, a Pallete le toca demostrar que es capaz de gestionar la deuda del grupo, de casi 50.000 millones de euros, y de devolver a Telefónica la posición que ocupaba hace años en el escenario de las telecomunicaciones a nivel mundial.

 

Fot: UNED

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