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¿Por qué es interesante Erik Finman?

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Erik Finman

Aunque culturalmente, si hablamos de «niños prodigio» lo más probable es que los primeros nombres que nos vienen a la cabeza (al menos a los que ya peinamos canas) sean Marisol y Joselito, lo cierto es que el talento temprano ha estado presente en la historia de la humanidad, prácticamente desde que se conservan registros y, claro, se desarrollaron los medios necesarios para poder valorar dicho talento. nombres sobradamente conocidos como Pablo Picasso, Wolfgang Amadeus Mozart o «Bobby» Fischer, y otros más anónimos pero igualmente destacables como Akiane Kramarik, William Rowan Hamilton, Kim Ung-Yong-Un o Kathleen Holtz, son ejemplos claros de que la genialidad y el talento pueden ser singularmente tempranos. Y la persona de la que hablamos hoy, Erik Finman, es un claro ejemplo de ello.

Pero, ¿quién este joven del que, durante los últimos días, hablan muchos medios internacionales? Como hoy recuerda The Telegraph, hay que retroceder hasta 2011 para llegar al punto del inflexión de, entonces, un niño de 12 años que, a diferencia de sus hermanos mayores, no lograba destacar en sus estudios. Rodeado de talento, en un momento dado uno de sus profesores llegó a decirle que lo más probable es que acabara sirviendo hamburguesas en una más que conocida cadena de comida rápida.

Muchos, en su lugar, se habrían rendido, habrían aceptado que su futuro estaba friendo patatas y cortando pepinillos, y se lo habrían tomado con calma. Sin embargo, en vez de ello, Finman habló con sus padres, les explicó que no encontraba motivación alguna en la escuela y, algunos años después, incluso les planteó un singular desafío: no tener que acudir a la universidad si era capaz de ganar un millón de dólares. Sus padres, lejos de interpretarlo como una chiquillada, optaron por confiar en el más pequeño de sus hijos, y permitieron que empezara a trabajar en sus planes. Unos planes que, finalmente, se han mostrado exitosos, y han convertido al ahora joven, de 18 años, en una de las más prometedoras estrellas del mundo de los emprendedores.

¿Y cómo ha logrado?

Con 1.000 dólares que, allá por 2011, le regaló su abuela. Y es que, a diferencia de lo que habríamos hecho muchos con esa edad y ese dinero (léase comprar una PlayStation, una bici nueva, etcétera), aceptó el consejo de uno de sus hermanos y lo invirtió en un extraño concepto que, por aquellos momentos, suscitaba más curiosidad que interés: Bitcoins. Es imaginable el rendimiento que obtuvo de esa inversión, pero en vez de mantenerla sin más, con solo 15 años, convenció a sus padres para dejar los estudios, trasladarse de su Idaho natal a Silicon Valley. Todo para crear su primera startup, Botangle, un servicio diseñado precisamente para estudiantes como él, que no encontraban la motivación necesaria en el personal docente de sus centros de estudios, y que buscaban otros profesionales que sí que fueran capaces de estimular el interés de los estudiantes, logrando así que pudieran estudiar aquello que les interesaba.

Después de ello, y un poco hastiado de la vida en San Francisco (recordemos que era menor para conducir, para ir a los clubs a los que van el resto de emprendedores, etcétera), optó por viajar, conocer mundo, volver al nido familiar y, algún tiempo después, trasladarse a Londres para acometer su segundo proyecto, SmartUp, una herramienta para aquellas personas interesadas en la robótica (el campo de especialidad de uno de sus hermanos), al tiempo que se plantea nuevos proyectos que, con el tiempo, pueden hacer que lo que ahora es un joven y brillante emprendedor, se convierta en uno de los nombres más importantes del sector tecnológico en los próximos años.

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