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Cómo aprovechar IoT en el desarrollo de vehículos inteligentes

Intel ha apostado por Internet de las Cosas (IoT) y estuvo presente en Automobility, la conferencia en la que se habló del futuro de los coches inteligentes.

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La revolución de los coches autónomos ya está aquí, y mucho antes de lo previsto serán realidad. Hasta hace poco tiempo, la opinión generalizada era que los primeros modelos comerciales llegarían en 2020, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de verano que se celebrarán ese año en Japón. Sin embargo, Tesla ha anunciado que a finales de 2017 todos sus coches podrán contar con el conjunto de hardware y software necesario para poder hacer un viaje de Los Ángeles a Nueva York sin tener que tocar el volante y los pedales ni una sola vez.

Por otra parte, Audi ha comenzado a publicitar, en su campaña «The Comeback», su sistema de conducción autónoma en un Audi RS 7 Concept. Y seguro que no tendremos que esperar demasiado para ver cómo otros fabricantes pisan el acelerador en este sentido.

Sin embargo, los coches inteligentes, autónomos y conectados no son un elemento independiente del resto del mundo. Al contrario, deben mantener una conexión muy directa, por ejemplo, con las futuras ciudades inteligentes, y en su desarrollo hay que tener en cuenta planteamientos como el de Barack Obama sobre el impacto de su llegada en la sociedad actual.

Son muchos los aspectos a tener en cuenta, y es más que importante que los principales actores de todas las industrias relacionadas tomen cartas en el asunto y empiecen a trabajar en diseñar modelos seguros, innovadores, adecuados al entorno y, en resumen, que supongan una mejora global.

Inteligencia y seguridad

Intel es una de las grandes empresas que más fuerte han apostado por Internet de las Cosas (IoT), y estuvo presente en Automobility, la conferencia celebrada estos días en Detroit, en la que se habló, y mucho, del futuro de los coches inteligentes.

Kathy Winter, máxima responsable de la división de soluciones de conducción de la compañía de chips, participó en la sesión inaugural del evento, y fue la principal responsable de poner en valor la importancia de Internet de las Cosas en un futuro en el que los coches sean capaces de conducirse a sí mismos.

El panel de expertos denominado «Desing: The Car and the City» fue el contexto perfecto en el que Winter, que cuenta con amplia experiencia en el sector del motor, pudo abordar esta revolución con un enfoque holístico, en el que se buscaron tanto las ventajas y oportunidades, como los riesgos que hay que tener en cuenta en el desarrollo de esta tecnología.

«Para nosotros, en Intel, la clave no son solo los coches inteligentes o los dispositivos inteligentes. También es necesaria la conectividad con los centros de datos y la nube, con soluciones punto a punto, flexibles, con funciones analíticas, capaces de tomar buenas decisiones y que ofrezcan una adecuada relación efectividad-precio«, afirmó Winter, que también hizo una reflexión sobre la disminución de costes que han experimentado, en los últimos diez años, muchos de los elementos necesarios para el avances de los coches y las ciudades inteligentes: «Si miramos diez años atrás, el precio de los sensores ha disminuido a la mitad, el de la contectividad se ha reducido en un factor de 40 y los costes de proceso de datos lo han hecho en un factor de 60«.

Esta gran reducción de costes hace que ahora ya sea posible abordar la creación e instalación de sistemas por precios que se ajusten a los resultados que ofrecen.

Coches inteligentes y ciudades inteligentes

Son varios los factores que, según Winter, hacen que esta conexión entre coches autónomos y ciudades inteligentes sea particularmente positiva. El primero es el progresivo envejecimiento de la sociedad, especialmente de las más avanzadas. Cada día hay más personas mayores que no pueden renovar sus carnés de conducir, pero que siguen teniendo necesidad de desplazarse. Los coches autónomos les permitirán mantener su autonomía en cuestión de movilidad.

Otro aspecto muy asociado a los vehículos inteligentes es el uso de energía que no provenga de combustibles fósiles, lo que será de vital importancia para reducir nuestras emisiones tóxicas, así como para bajar el nivel de contaminación en muchas ciudades. Y en tercer lugar, las grandes ciudades que están por venir. Se espera que, en pocos años, muchas de las economías emergentes experimenten un importante movimiento migracional del campo a las grandes urbes.

Muchas predicciones apuntan a que eso dará lugar a mega-ciudades cuya gestión puede ser particularmente compleja si no se emplean todas las herramientas disponibles para evitarlo. Aquí, sin duda, la conexión entre vehículos y elementos inteligentes de las ciudades puede (y debería) marcar una gran diferencia.

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