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Opinión

El Liquid Workplace impulsa las nuevas formas de trabajo

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Después de la tempestad viene la calma. Acabamos de entrar en una nueva normalidad que traerá consigo cambios importantes a todos los niveles de la sociedad, de la economía y, cómo no, de los modelos de trabajo.

Si en los primeros días de la crisis sanitaria, al empleado de a pie no le quedó más remedio que empezar a trabajar en remoto y digitalizarse con extraordinaria agilidad, transformándose en un factor decisivo para que el parón de la economía global no fuera absoluto, resulta lógico pensar que en el entorno de nueva normalidad está opción continuará siendo un motor impulsor de la actividad económica.

Buscando la eficiencia y la mejora de la experiencia a través de la tecnología

El contexto que ha propiciado la crisis actual ha planteado la generalización del trabajo en remoto y está promoviendo dentro de las organizaciones una reflexión alrededor de las nuevas formas de trabajo. Y es en este escenario donde surge con fuerza el concepto de Liquid Workplace, o cómo la tecnología hace posible que el trabajo pueda concebirse como una actividad flexible y no ligada indefectiblemente a un espacio físico concreto, primando objetivos como la innovación, la productividad, la eficiencia y la retención del mejor talento a través de la optimización de la experiencia del empleado.

Este innovador concepto de espacio de trabajo digital se caracteriza por colocar en el centro al profesional. Una persona de perfil adaptativo, colaborativo, auto gestionable e independiente que busca compartir experiencias y que está abierto al uso de cualquier nueva tecnología que le permita colaborar, comunicarse y relacionarse.

Alcanzar la meta de la digitalización es, sin duda, una tarea no exenta de desafíos dirigidos a lograr que los equipos trabajen con eficiencia para mantener alta la cota de productividad y sana la cuenta de resultados. Y para conseguir ambos propósitos, antes de optar por modelos donde conviva el trabajo a distancia con el presencial en la oficina, las organizaciones deben valorar distintos elementos a nivel de infraestructura y de estrategia.

Deben interrogarse, por ejemplo, en torno a la evolución que tendrán sus plataformas de comunicación, productividad y gestión del conocimiento, sobre el uso de asistentes conversacionales y la automatización/robotización de procesos (RPA) y la incorporación de la tecnología para la gestión de los espacios físicos de trabajo (IoT), sobre cómo gestionar los dispositivos en remoto y las infraestructuras en la nube y sobre los imprescindibles refuerzos en seguridad cibernética, entre otros.

Pero el esfuerzo no acaba ahí, ya que además de asegurarse de que sus equipos disponen de todas estas herramientas y de que las personas las saben usar, las compañías deben ser capaces de desarrollar las habilidades y comportamientos inherentes a esta nueva forma de trabajar, así como fomentar la cultura de trabajo remoto e incluso ayudar a gestionar las emociones de sus empleados.

Avanzar hacia las nuevas formas de trabajo es una necesidad que exige esfuerzo y la reinvención tanto de la organización como de sus empleados y, por tanto, debe abordarse habiendo analizado todos los componentes necesarios, desde las tecnologías hasta los partners, con el objetivo de sentar las bases de un proyecto de éxito. La recompensa será grande.

Firmado: Eliseo Ángel González Yague, Talent & Transformation Manager en everis

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