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¿Qué implica Apple Silicon para los departamentos de TI de las empresas?

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Adiós Intel, hola ARM. Como os venimos contando a lo largo de la semana, la presentación de Apple Silicon como nueva arquitectura sobre la que construir los futuros Macs, va a dar mucho de lo que hablar. Y sí, como dijo Tim Cook, el pasado 23 de junio fue «un día histórico para Mac». Uno que tendrá muchas implicaciones para los usuarios y los desarrolladores de aplicaciones pero también, como veremos a continuación, para las empresas.

Y es que las compañías con una gran base de Macs instalada (pensemos en una IBM por ejemplo) van a tener unas cuantas decisiones que tomar. Por ejemplo, que si comienzan a apostar por los nuevos equipos basados en Apple Silicon, podrían tener que re-escribir algunas de sus aplicaciones empresariales (muchas veces desarrolladas ad hoc) para asegurar su compatibilidad.

En este sentido, las compañías que despliegan Macs en sus entornos de producción van a tener que decidir qué implica el salto a ARM dentro de la estructura IT de su empresa y de qué forma impactaría en sus planes de continuidad de negocio. Es cierto que Apple se ha comprometido a seguir dando soporte a Intel durante varios años, e incluso que hay varios lanzamientos de Macs basados en Intel en su futuro más inmediato. Eso según los de Cupertino, debería garantizar un periodo de transición no excesivamente complicado.

Pero también lo es que como hemos visto con otras arquitecturas e incluso cambios de sistema operativo (esa base instalada de Windows XP es el mejor ejemplo) las transiciones nunca son tan fáciles como se presentan en un documento técnico.

El problema con las aplicaciones de alto rendimiento

Además de las clásicas aplicaciones ofimáticas, cuya migración a la nueva arquitectura no debería suponer un gran desafío, en un Mac también podemos encontrar aplicaciones de alto rendimiento optimizadas a nivel de sistema operativo o incluso, a nivel de hardware de base (a las características del procesador, al uso de la GPU, etc.). Esto es bastante habitual en aplicaciones como las de Adobe, que hacen un uso intensivo de la potencia gráfica, pero también en aquellas que tienen que trabajar con grandes bases de datos.

Como también hemos contado esta semana, el primer paso en la nueva estrategia de Apple es el lanzamiento de su nuevo sistema operativo macOS Big Sur, perfectamente funcional en procesadores Intel, pero que ha sido desarrollado desde cero pensando en las características de la nueva plataforma y que, por lo tanto, podría presentar ciertos problemas de compatibilidad con algunas aplicaciones.

Y no, no es la primera vez que pasa. La transición de macOS Mojave a macOS Catalina supuso el fin del soporte de las aplicaciones de 32 bits, lo que produjo no pocos dolores de cabeza en los departamentos técnicos.

Para salvar estas primeras dificultades, los de Cupertino aseguran que BigSur incluirá tecnologías de emulación para evitar precisamente problemas de compatibilidad. Sin embargo, los emuladores no suelen ofrecer grandes resultados cuando lo que se trata es de dar soporte a aplicaciones de alto rendimiento, ya que al dedicarse básicamente a «traducir» la aplicación, las exigencias de procesamiento se disparan.

Por otro lado, las tecnologías de emulación no son siempre perfectas y algunas aplicaciones podrían no ejecutarse correctamente sobre un emulador. En cualquier caso, los departamentos IT de las empresas deberían poner todas las aplicaciones «a prueba» para asegurar su plena compatibilidad.

Periféricos y compatibilidad

El otro gran problema con el que pueden encontrarse las compañías en con el soporte para periféricos. Los periféricos siempre requieren contar con drivers optimizados para su uso sobre cualquier plataforma.

La buena noticia es que en muchos casos, sobre cuando hablamos de los periféricos más genéricos, como pueden ser los discos duros externos, no suele haber ningún problema.

Sin embargo en el caso de los periféricos más especializados y/o personalizados, lo más probable es que los fabricantes tengan que reescribir los drivers. Es algo que las compañías tienen que tener en cuenta, especialmente porque en los periféricos más antiguos es probable que esto nunca suceda. Y aquí si la dependencia es grande, se presenta una nueva decisión que hay que tomar.

Teniendo todo lo anterior en cuenta, de momento la mejor idea pasa por no hacer nada. La propia Apple ha definido un periodo de transición de dos años para la actualización de todos sus equipos y es probable que hasta entonces, no haya ninguna decisión realmente importante que tomar. Con todo es importante tener ser conscientes de lo que sí o sí va a llegar y estar preparados para ello.

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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