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Blockchain contra el cambio climático

El cambio climático se ha convertido en una de las principales (si no la principal) preocupación mundial. Y aunque actualmente problemas como la inflación, el aumento en el coste de la vida o la guerra en Ucrania preocupan y mucho por sus consecuencias a corto y medio plazo, el medio ambiente figura entre las cinco principales preocupaciones para los habitantes de todos los continentes.

En este contexto, las nuevas tecnologías y las empresas tecnológicas se están posicionando como punta de lanza a la hora de diseñar soluciones capaces de mitigar las emisiones de carbono, promover el uso de energías renovables y ayudar a las organizaciones a comprender mejor su impacto ecológico y de qué forma pueden reducir su huella medioambiental.

El el terreno cripto, cada vez son más las voces que hablan de cómo el uso de la tecnología blockchain podría jugar un papel destacado en este proceso, favoreciendo por ejemplo que haya más transparencia en la gestión de las emisiones o más trazabilidad en la cadena de suministro.

Creación y gestión de los créditos de emisiones

Lo créditos de carbono se han convertido en la unidad de medida más empleada por la industria para cuantificar la emisión de gases de efecto invernadero. Un «carbon credit» equivale a una tonelada métrica de dióxido de carbono (o de otro gas «tóxico») y se emite asociado a proyectos de reducción de emisiones.

Una vez que el crédito es emitido, este puede ser adquirido, vendido e intercambiado en los mercados financieros, de modo que las empresas que quieren comprometerse con la reducción de emisiones suelen actuar con una estrategia doble: por un lado implementan proyectos de por ejemplo energías renovables mientras que por el otro, adquieren estos créditos con los que de alguna manera «compensan» sus emisiones.

La gestión de estos créditos podría ser mucho más transparente y efectiva si su trazabilidad estuviera basada en Blockchain. Todas las transacciones de crédito de carbono se podrían rastrear en tiempo real y documentar utilizando la cadena de bloques, evitando el fraude en este mercado y garantizando el uso previsto de créditos de carbono.

Promover el uso de energías renovables

La infraestructura descentralizada del blockchain también podría acabar siendo un acicate para promover el uso de energías limpias y renovables.

Las compañías energéticas o las empresas de servicios públicos, podrían utilizar la cadena de bloques para comprar y vender directamente energía renovable entre sí, evitando intermediarios, favorecer la entrada de otras empresas y consumidores y promover la adopción de energías limpias como la solar o eólica, disminuyendo la dependencia de los combustibles fósiles.

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Por otro lado, la gestión de de la cadena de suministro es otra área en la que el blockchain puede ayudar a las empresas a hacer frente al cambio climático. En este sentido, las empresas pueden reducir su huella de carbono utilizando la cadena de bloques, para rastrear la huella de carbono de los productos y materiales a lo largo de toda la cadena. Al promover prácticas de producción y consumo sostenibles y tener una mayor trazabilidad, pueden seleccionar proveedores comprometidos con la reducción de emisiones y el uso de energías limpias, reduciéndose en conjunto las emisiones de gases de efecto invernadero.

Monitorizar las emisiones

El monitoreo y la presentación de informes de las emisiones de carbono de numerosas fuentes, como empresas, vehículos y estructuras, también se pueden hacer utilizando la tecnología blockchain.

Los gobiernos y las organizaciones podrían medir e informar con mayor precisión sobre sus emisiones y supervisar el progreso hacia sus objetivos de reducción de emisiones utilizando esta tecnología para informar sobre el seguimiento de las emisiones.

Pero aunque desde luego el blockchain puede ser utilizado de forma efectiva como tecnología con la que añadir transparencia a la lucha contra el cambio climático, su implementación no está exenta de dificultades. En primer lugar, todas las partes deberían comprometerse a usar una reglas comunes y estandarizadas para medir de la misma forma las emisiones y gestionar los créditos de carbono. Además, en su estado de desarrollo actual, el Blockchain sigue teniendo un problema de escalabilidad. Muchas redes solo tienen una capacidad modesta a la hora de gestionar un elevado número de transacciones y si un proyecto de estas dimensiones se promocionara a escala global, no tardaríamos en acabar en distintos cuellos de botella.

Finalmente, no hay que despreciar el hecho de que esta sigue siendo una tecnología intensiva en el uso de energía y puede que sus potenciales beneficios a la hora de gestionar estos mercados, acabasen siendo mitigados por el consumo energético total.

Con todo, merece la pena recordar que las tecnologías basadas en la cadena de bloques aún están en su «infancia» y es presumible esperar que estos obstáculos técnicos sean salvables a medio plazo. Son muchos los expertos que, teniendo todo esto en cuenta, consideran que apostar por la cadena de bloques puede acelerar el cambio a una economía de bajas emisiones, impulsada por una mayor transparencia, más eficiencia y rendición de cuentas en la regulación de las emisiones.

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