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Cómo se logró el sistema de almacenamiento atómico más potente hasta hoy

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El equipo de investigadores de la Universidad de Delft (Holanda) ha descubierto un sistema de almacenamiento atómico que, insertado en un disco, podría guardar hasta 50 terabytes de datos por cada pulgada cuadrada. Este sistema es 500 veces más potente que el utilizado por los discos duros que están disponibles en la actualidad, tal como recoge Computerworld.

El equipo de investigadores está dirigido por Sander Otte, que en un comunicado en el que da a conocer los resultados de su investigación afirma que, en teoría, con esta densidad de almacenamiento se podrían almacenar todos los libros escritos a lo largo de la historia en un espacio similar al de un sello de correos.

La investigación, publicada en Nature Nanotechnology, ofrece todos los detalles del descubrimiento que ha permitido al equipo de científicos desarrollar una unidad de memoria de 8.000 bits, en la que cada uno de ellos estaba representado por la posición de un único átomo de cloro sobre una superficie de cobre. Según estos investigadores, pudieron crear su unidad de almacenamiento prensando bits en el cobre con la ayuda de un microscopio de barrido de efecto túnel, en el que una aguja afilada sondea, uno por uno, los átomos de una superficie. La sonda no solo es capaz de ver los átomos en el cobre, sino que puede «empujarlos» para reescribir los bits de datos, de forma similar a un puzzle de los que permiten componen una imagen deslizando sus piezas.

Según Otte, «cada bit tiene dos posiciones en una superficie de átomos de cobre, y un átomo de cloro que podemos deslizar hacia adelante y hacia atrás entre estas dos posiciones. Si el átomo de cloro está en la posición superior, hay un agujero por debajo de él. Esto es un 1. Si por el contrario, el agujero está en la posición superior y el átomo de cloro en la inferior, entonces el bit es un 0«. Los investigadores organizaron su memoria en bloques de 64 bits, y otorgaron a cada bloque un marcador compuesto por el mismo tipo de raster (rejilla) o del patrón escaneado de átomos de cloro que hay en él. De esta forma, los datos pueden localizarse y leerse con facilidad.

Los investigadores se basaron en los códigos de barras cuadrados denominados QR, que se utilizan frecuentemente para escanear diferentes elementos, desde vales de descuento hasta apps para el móvil o billetes de avión. Según ellos, estos marcadores funcionan como códigos QR en miniatura, y llevan información sobre la ubicación precisa del bloque en la capa de cobre.

Este código también puede indicar si un bloque está dañado, ya sea por un contaminante local o por un fallo en la superficie. De esta forma, el medio de almacenamiento puede escalarse con facilidad hasta conseguir superficies de almacenamiento de gran tamaño, aunque dichas superficies de cobra no sean perfectas.

Eso sí, por ahora, este sistema tiene varios inconvenientes. El primero es que todavía necesita mucho trabajo hasta que esté completamente listo y desarrollado. El segundo es que la memoria sólo funciona con temperaturas alcanzadas gracias al uso de nitrógeno líquido (-321 grados). Otte ya ha confirmado que lo siguiente en lo que va a trabajar es en un sistema que tenga otros materiales que sean capaces de almacenar bits a temperatura ambiente.

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