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Ciao, Intel reinventa los «cloud orchestrators»

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cloud orchestrators

Cuando hablamos de conceptos como Cloud, IaaS (Infrastructure as a Service), containers (en el contexto de la virtualización) y demás, lo cierto es que la vista se va, muy rápidamente, a las innegables ventajas que ofrecen estas nuevas tecnologías frente a sus predecesoras. Y la mejor muestra de ello es el alto ritmo de adopción de las mismas por parte de las empresas, y que Gartner cuantifica en una inversión de un billón de dólares de aquí a 2020.

Sin embargo, tanto la transición de los sistemas clásicos a estas nuevas alternativas, como la integración de varias de ellas para que funcionen de manera unificada no es tarea fácil. Cualquier persona que haya visto la película Apolo XIII recordará el momento en el que un montón de ingenieros de la NASA deben ponerse a trabajar, contra reloj (la tripulación corría el riesgo de morir envenenada por el CO2), para adaptar los filtros de oxígeno del módulo de control, para sustituir los del módulo lunar (donde efectuaron el viaje de vuelta hasta la reentrada) que eran cilíndricos. Y todo ello utilizando solo los materiales de los que disponían en la nave: desde tapas de cuaderno hasta calcetines. Y lo cierto es que cualquier jefe de sistemas se ha sentido así en más de una ocasión.

Para mitigar ese problema, de un tiempo a esta parte han proliferado lo que se denomina cloud orchestrators, herramientas diseñadas de manera específica para facilitar la interconexión de diferentes componentes de una infraestructura, y a partir de ahí definir flujos de trabajo que puedan ser automatizados. Esto no es sencillo, puesto que en muchas ocasiones hablamos de la interconexión de procesos que funcionan en entornos distintos, remotos unos de los otros, y que requieren una distinta gestión de los recursos de cada sistema.

A día de hoy, una de las herramientas más empleadas para este fin es, sin duda, OpenStack, un proyecto GPL que ha logrado convertirse en la referencia, en lo que se refiere a la gestión unificada de recursos en la nube, para la gestión de Infraestructuras como Servicios. Sin embargo, Intel (que participa y apoya a OpenStack) lleva un tiempo trabajando en un nuevo proyecto, también de código abierto, que pretende tomar lo mejor de esta herramienta, pero solventando también sus puntos más débiles.

Ciao, Cloud Integrated Advanced Orchestrator

El proyecto, que ya lleva algunos meses desarrollándose en GitHub (aquí puedes ver el repositorio del proyecto), recibe el nombre de Ciao (Cloud Integrated Advanced Orchestrator) tiene una intención muy sencilla que, sin duda, dibuja una sonrisa en cualquier responsable de sistemas que tenga que gestionar entornos híbridos, en los que se juntan contenedores, máquinas virtuales e, incluso, servidores propios (no virtualizados). Todas las soluciones existentes hasta ahora están diseñadas para un tipo concreto de los mencionados anteriormente, puesto que gestionar contenedores no es lo mismo que administrar máquinas virtuales.

La propuesta de Ciao, el cloud orchestrator de Intel, es crear una nueva capa de abstracción entre el sistema de gestión y los sistemas y servicios gestionados desde el mismo, y que sea esa capa la que se responsabilice de gestionar adecuadamente las particularidades de cada elemento de la infraestructura, asegurando así que su integración en la misma sea completa. De esta manera, las singularidades de cada elemento no serán barreras del mismo a la infraestructura, y no supondrán dolores de cabeza a la hora de ecualizar el funcionamiento de los flujos de trabajo en sistemas híbridos.

La principal razón esgrimida por Intel para desarrollar algo así es la compatibilidad con los sistemas actuales. Es cierto que, dentro de unos años, la transición a la nube habrá concluido, pero de momento, y probablemente por bastante tiempo, las empresas van adoptando el Cloud de manera progresiva, lo que significa que parte de su infraestructura ya está en la nube, pero otra (la mayoría en bastantes casos) se mantiene en servidores propios (físicos o virtuales), y dar el salto completo no es factible para las mismas por diversas razones.

La propuesta de Ciao consiste en, gracias a esa capa de abstracción, permitir que todos los elementos de la infraestructura sean similares a la hora de interconectarlos y diseñar flujos de trabajo. No es que el administrador no sepa qué es cada elemento, claro, pero sí que no tenga que preocuparse de las singularidades de cada tipo de plataforma a la hora de que estas interactúen entre ellas. Así, si volvemos a la analogía con la película, de repente es como si todas esas piezas fueran de plastilina, totalmente moldeables y, por lo tanto, pudieran ajustarse fácilmente para encajar unas con otras. Más sencillo imposible.

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