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Los siete pasos para la disrupción digital

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De unos años a esta parte, y especialmente en el mundo de los negocios y en el sector tecnológico, se ha popularizado hasta la extenuación el hablar de disrupción. De los cambios disruptivos y todo lo que pueden aportar a nuestras vidas. Tanto es así que, casi, parece que si algo no es disruptivo, pues debe ser tan malo que seguramente incluso nos suba el colesterol. Así, lo primero y seguramente más importante sea aclarar qué es algo disruptivo. A diferencia de un cambio «normal», en el que se produce un efecto incremental entre lo ya existente y la novedad, un cambio disruptivo es rupturista, porque rompe por completo con aquello que sustituye. Un cambio no disruptivo es que yo redecore mi casa, un cambio disruptivo es que la tire abajo y la construya desde cero con nuevos materiales, nuevo mobiliario, una distribución distinta, etcétera.

Y la tecnología, en muchos de los campos en los que ha entrado en nuestras vidas, ha sido realmente disruptiva. No solo ya la informática, sino la electrónica de consumo y la tecnología en general. Y con los cambios que se avecinan, relacionados con la que ya se ha dado en llamar la cuarta revolución industrial (que se sustenta, principalmente, en big data, machine learning e Internet de las Cosas), parece que la disrupción vuelve a llamar a nuestra puerta, y lo hace con tanta fuerza que o la abrimos o puede que termine por tirarla abajo.

Hoy, Adrian Bridgwater dedica su blog en Forbes a analizar este cambio de modelo, el impacto que va a tener en nuestras vidas y qué pasos hay que dar para adecuarse al nuevo modelo, Y para eso se fija en la compañía sueca IFS (Industrial and Financial Systems), una empresa dedicada al software y los servicios de gestión empresarial, cuyo CEO, Alistair Sorbie, que recientemente dijo cuál es su «receta» para tal fin, y que se compone en estos siete puntos:

  1. Experimentación: Cada vez más, los propios empleados de las empresas son los que optan por probar nuevas ideas, métodos, servicios, etcétera, con los que integrar elementos basados en la nube y en IoT para mejorar sus actividades. Lo hagan por la razón que sea, lo importante es sacarle partido a ese conocimiento.
  2. Financiación: Nunca hay que descuidar la financiación. Y tampoco tener vergüenza a la hora de buscarla. Y lo mismo con la asesoría por parte de profesionales.
  3. El «lago de los datos»: El volumen de datos no deja de crecer. Las empresas deben recopilar toda la información que puedan, ya sea estructurada o no, y emplearla (tras procesarla) en sus tomas de decisiones.
  4. Definir estrategias: Ningún proceso de evolución sale adelante si no se sostiene en una estrategia previamente planificada. La mezcla de experimentación y planificación estratégica es fundamental.
  5. Definir roles: Algo que empieza como un proyecto individual con posibilidad de evolucionar, lo hace mucho mejor y más rápido si se establece un equipo de trabajo en el mismo, con el objetivo de dirigir el cambio y asegurar el resultado.
  6. «Operacionalizar» las ideas: ¿Cuántas ideas se quedan en eso, en ideas? Las empresas que están a la vanguardia del cambio están tomando las ideas que surgen de las analíticas de datos y las están convirtiendo en parte de su operativa.
  7. Definición inicial de normas: En la primera fase de desarrollo de un proceso, sistema o servicio, éste debe empezar a ser implantado como un elemento más de la estructura de la empresa, y su empleo debe normalizarse.

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