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El cifrado de los móviles es un problema para la justicia

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iPhone con contraseña

Proteger la seguridad de los datos que los usuarios almacenan en sus smartphones y tabletas es, sin duda, un compromiso que los fabricantes deben cumplir si quieren que sus productos cuenten con el beneplácito (y las compras) por parte del gran público. Así, en cada nueva versión de dispositivos y sistemas operativos, se han ido incluyendo nueva funciones de seguridad, además de mejorarse las ya existentes. Y así, hasta llegar al punto actual, en el que el acceso al dispositivo y, claro, a los datos contenidos en el mismo, puede resultar imposible en determinados casos. Esto, claro, gusta a los usuarios y disgusta a las personas de aviesas intenciones. Pero el problema es que tampoco gusta al fiscal del distrito de Nueva York, que afirma que el cifrado de los móviles es un problema para la justicia.

En sendos artículos publicado por Wired y por The New York Times el pasado mes de agosto, se recogían las críticas a estos sistemas, y se afirmaba que ya habían supuesto un punto muerto en bastantes investigaciones, en las que se sospechaba que los dispositivos contenían información relacionada con el caso investigado.

El problema es que, bien porque fueran propiedad de víctimas fallecidas, o bien por pertenecer a delincuentes que no facilitaron el acceso a los mismos, no fue posible consultarlos, lo que llevó no pocas investigaciones a vía muerta. Y recientemente se han sumado a esas críticas otros fiscales de Boston, Los Ángeles, etcétera, además de otras instancias judiciales que también ven cómo la seguridad de los dispositivos supone un problema para sus trabajos.

¿Y cuál es la solución para ellos?

Un vieja conocida, claro, la puerta trasera, accesible sólo (en teoría) para “los buenos”, y que permite saltarse las medidas de seguridad, el cifrado y demás, en aquellos casos en los que resulte necesario. El problema es, claro, que las empresas no están muy por la labor, y no lo están por varias razones. La principal es, claro, que amenaza a sus propios intereses, ya que los usuarios no suelen responder demasiado bien ante este tipo de medidas. Y, como ya dijo Tim Cook la semana pasada, no existen las puertas traseras “sólo para los buenos”. Si hay una puerta trasera en un sistema, probablemente es sólo cuestión de tiempo que acabe por ser detectada. Y en ese momento comenzará la cuenta atrás hasta que su seguridad se vea comprometida y entonces… sí, puede ser tan malo como suena, o incluso peor.

Aún así, ya son más de 15 los fiscales de Estados Unidos que se han comunicado con el Senado pidiendo que se habilite algún sistema para permitir el acceso de las autoridades judiciales a los dispositivos bloqueados. Estas peticiones llegan, claro, después de las negativas que han recibido principalmente por parte de Apple y de Google (por Android), que tras las revelaciones de Edward Snowden se vieron obligados a “romper” con la política de colaboración “extrema” que habían mantenido hasta el momento con el gobierno de Estados Unidos.

Esta es, sin duda, una discusión compleja, con argumentos muy sólidos por ambas partes. Y es que vivimos en un mundo en el que la seguridad es un problema, sí. Pero tampoco hay que olvidar que Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de Estados Unidos, ya se adelantó a ese debate con una opinión clara y muy definida al afirmar Aquellos que renunciarían a una libertad esencial para comprar un poco de seguridad momentánea, no merecen ni libertad ni seguridad.

Imagen: Ervins Strauhmanis

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