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El sector editorial demanda a Internet Archive

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Internet Archive ha comenzado la semana con mal pie: con una demanda. Y es que algunas de las empresas más importantes de la industria editorial (Penguin Random House, HarperCollins, Hachette y Wiley) acusan a la organización sin ánimo de lucro, de distribuir de forma ilegal obras sujetas a derechos de autor.

La acusación llama mucho la atención teniendo en cuenta lo que representa Internet Archive para el mundo digital. La ONG se ha ganado una justa fama de ser la «memoria de Internet» y en su archivo pueden encontrarse más de 439.000 millones de páginas que bien ya no existen o bien se han actualizado, por lo que la fundación recuerda a los visitantes cómo eran las versiones primitivas de las mismas (aquí por ejemplo, podéis consultar cómo ha ido cambiando el diseño de MCPRO a lo largo del tiempo).

Además en Internet Archive instituciones de todo el mundo pueden compartir todo tipo de contenidos multimedia, siempre que estén libres de derechos. En el caso que nos ocupa, la organización pone a disposición de sus usuarios más de 25 millones de libros digitalizados. ¿Cuál es entonces el problema?

Recientemente la ONG puso en marcha una iniciativa en la que a modo de gigantesca biblioteca digital, ponía a disposición de los usuarios 1,3 millones de libros electrónicos que podían ser prestados durante periodos de 14 días. A diferencia de su «fondo de armario», estos libros sí que estaban protegidos por derechos de autor y sometidos por lo tanto al régimen de préstamos de las bibliotecas.

Todo se desarrollaba razonablemente bien hasta que estalló la pandemia. En ese momento Internet Archive  comunicó que con el objetivo de favorecer la educación a distancia de aquellos que no tenían las mismas oportunidades, ponía en marcha la National Emergency Library o lo que es lo mismo: la desaparición de los límites en los días de préstamo, de modo que los usuarios ya no tendrían que esperar para consultar el libro que les interesara.

La iniciativa no fue del agrado de muchos autores, que pasaron a denunciar que lo que hacía Internet Archive era escanear libros y distribuirlos de forma ilegal en Internet, algo que a su modo de ver tiene muy poco que ver con el servicio que tiene que prestar una biblioteca.

Search the history of over 439 billion web pages on the Internet.

Con cada vez más autores protestando porque Internet Archive ponía de esta forma sus royalties en juego, las editoriales decidieron  tomar cartas en el asunto y la demanda que ahora presentan es una buena prueba. En la misma se acusa a la ONG de «infracción masiva y deliberada de los derechos de autor».  En este sentido, María A.Pallante, presidenta de la Asociación de Editores Americanos ha denunciado públicamente que «no hay nada innovador o transformador en hacer copias completas de libros sobre los que no se tienen derechos y regalarlos».

Por su parte Brewster Kahle fundador y responsable de la biblioteca digital de Internet Archive sigue defendiendo que su iniciativa funciona a modo de biblioteca durante la cuarentena, un periodo en el que la mayoría de las librerías del país se vieron obligadas a cerrar sus puertas: «como biblioteca, Internet Archive adquiere libros y los presta, como siempre lo han hecho las bibliotecas».

La diferencia claro está es que las bibliotecas públicas sí que cierran programas de colaboración con las editoriales, pagan derechos de autor y acuerdan las condiciones en las que se va a producir el préstamo, ya sean libros físicos, ya sean digitales. El caso de Internet Archive en cambio es muy diferente, ya que la organización compra los libros o los recibe como una donación, para a continuación escanearlos, subirlos a la red y ponerlos a disposición del que quiera.

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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