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ICARUS, el proyecto que conecta la vida salvaje a Internet

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Del Internet de las Cosas, al Internet de la vida salvaje. Cuenta el New York Times esta semana, que a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) el proyecto ICARUS se prepara para cambiar por completo la forma en la que ayudamos a los animales a luchar por su propia supervivencia. Gracias a una nueva antena, instalada en la ISS por una misión rusa en 2018, a partir de este verano el control de grandes poblaciones de animales en la sabana africana, o el seguimiento en tiempo real de las migraciones de distintas especies de aves cambiará por completo.

El sistema, que se comunicará con una nueva generación de chips inteligentes, no se limitará como hasta ahora a determinar la geolocalización de los distintos individuos que se rastrean, sino que será capaz de acceder a un conjunto mucho mayor de datos, incluyendo algunos tan interesantes como la fisiología del animal (temperatura corporal, ritmo cardiaco…) que se monitoriza y su entorno. Esta tecnología facilitará tremendamente el trabajo de científicos, conservacionistas y otros expertos cuyo objetivo es el estudio de la vida silvestre en movimiento, al poder acceder a información mucho más detallada sobre el estado de salud de los distintos ecosistemas.

ICARUS, las siglas que representan el International Cooperation for Animal Research Using Space, será según sus desarrolladores, capaz de seguir el movimiento de las distintas especies en distancias mucho más largas que lo hacen otras tecnologías que ya se han puesto en marcha, a la vez que ha reducido enormemente el tamaño de las «balizas» con las que los animales marcan su posición.

Una vez que se complete el despliegue y el programa se ponga en marcha, los científicos serán capaces de rastrear bandadas de aves mientras migran, en lugar de como hasta ahora, poder monitorizar una o dos aves a la vez de forma simultánea. Al mismo tiempo, podrán interpretar el movimiento de criaturas mucho más pequeñas, como pueden ser los insectos. ICARUS jugará por lo tanto también un papel de claro protagonismo en el estudio del cambio climático, al comprender de forma más precisa hacia dónde se dirigen los distintos grupos de animales y a qué cambios ambientales responden sus movimientos.

Además para los no científicos, ICARUS tiene un regalo. Gracias a una App que cualquier persona puede instalar en su smartphone, los interesados podrán seguir su pájaro, tortuga o pez favorito mientras migra y es rastreado por la ISS prácticamente en tiempo real.

 

Observando a los animales desde el espacio

El bio-logging que así es como se conoce la monitorización a distancia de los animales en su habitat natural, arranca en los años 90. Por aquel entonces los investigadores, solo tenían capaz de seguir los movimientos de grandes mamíferos, los únicos que podían llevar con cierta «comodidad» dispositivos de geolocalización que podían tener el tamaño de una linterna.

Desde entonces es cierto que el tamaño de estos dispositivos se ha reducido, pero incluso así, muchas pulseras y tags siguen siendo demasiado grandes para tres cuartas partes de las criaturas salvajes. Desde el espacio sin embargo, ICARUS combina tecnología que ya estaba disponible, como son los paneles solares o la geolocalización basada en GPS y Galileo, con nuevos componentes de comunicación desarrollados específicamente para esta misión y diseñada para el seguimiento de animales pequeños.

Sobre el terreno, los investigadores colocan bio-tags que incluyen células fotovoltaicas en los animales que se quieren seguir. Con un peso inferior a los tres gramos, resultan infinitamente más pequeños y ligeros de los tags con los que trabajaban hasta ahora. En un futuro incluso, se espera que el peso se pueda reducir a un gramo.

Los investigadores creen además que al estudiar el movimiento de los animales, también pueden predecir e incluso adelantarse a otros eventos naturales, como terremotos o erupciones volcánicas, ya que está demostrado que algunas especies domésticas como vacas, gatos o cabras, muestran un comportamiento diferente horas antes de producirse un desastre natural.

Se espera que el coste de cada uno de estos rastreadores no supere los 500 euros (menos de la mitad de lo que cuestan en la actualidad) y su vida útil se estira más allá de la vida natural de animal, pudiendo ser reutilizados. Cada dispositivo tiene una capacidad de almacenamiento de 500 MB y el acceso a los datos podrá realizarse desde el cloud, sin necesidad de recuperar el tag implantado. Además y tal vez más importante, no solo es capaz de estudiar los hábitos del animal que lo lleva, sino los de todo el colectivo en el que se integra.

 

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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