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Opinión

Barreras al uso del BI

La propia cultura empresarial que tenemos en España ponen freno a la denominada Inteligencia de Negocio, basado más en la consecución de objetivos que en las horas trabajadas. El acceso a la información y las herramientas para ello tampoco encajan en la mentalidad de los trabajadores en nuestro país, pocas empresas ven esto como una forma de integración y competitividad, sino como un arma peligrosa entre compañeros.

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La propia cultura empresarial que tenemos en España ponen freno a la denominada Inteligencia de Negocio, basado más en la consecución de objetivos que en las horas trabajadas. El acceso a la información y las herramientas para ello tampoco encajan en la mentalidad de los trabajadores en nuestro país, pocas empresas ven esto como una forma de integración y competitividad, sino como un arma peligrosa entre compañeros.

 

Hace mucho tiempo que las tecnologías llamadas de Business Intelligence o Inteligencia de Negocio hicieron su aparición en el universo empresarial, sin embargo, su aportación real a la mejora de la gestión de nuestras empresas es mínima.

En EEUU o en el norte de Europa, y a pesar de la crisis, el sector de BI es uno de los que se espera que tenga unos crecimientos más significativos en 2009, dado que la utilización de la información para hacer más efectiva la toma de decisiones va a devenir crítica para la supervivencia de las compañías. De hecho, el último informe de Gartner establece como primera prioridad a nivel mundial, en el campo de las TIC, el desarrollo de las tecnologías de BI en las empresas.

¿Por qué el mercado español no acaba de aceptar las tecnologías de BI como una forma de posicionar a las empresas por delante de la competencia?

Vamos a analizar, para cada actor del mercado (empresas finales y empresas de servicios), dos de las características que suponen un mayor lastre para la adopción de la tecnología en los procesos de gestión.


Las empresas finales:

En las empresas españolas sigue primando la cultura del esfuerzo frente a la del resultado, es más importante “echar muchas horas” que cumplir con los objetivos; así lo reflejan todos los estudios económicos que sitúan a nuestro país a la cabeza en cuanto a horas trabajadas –con el impacto negativo que ello tiene para la conciliación del trabajo y el resto de las actividades- y a la cola en cuanto a productividad. No se definen objetivos a conseguir ni se aplican criterios objetivos de evaluación.

Resulta evidente que, en una cultura empresarial en la que priman el esfuerzo y no el resultado, mejoras en la gestión basadas en la tecnología encuentran pocos adeptos: los que podrían, por sus características personales y profesionales, aplicarlas, rápidamente desisten de adoptar roles muy pocas veces entendidos.

 

En segundo lugar, la información sigue siendo usada como un arma dentro de las organizaciones, pero no como un arma de posicionamiento frente al exterior, sino como un arma frente a los de dentro, ya sean el resto de departamentos o las personas que dependen de nosotros o de las que dependemos. Sistemas que democratizan el acceso a la información y que posibilitan que cualquiera pueda analizar la información y extraer conclusiones por si mismos suponen un riesgo que muy pocos son capaces de asumir. Esta situación se ve además reforzada por el hecho de que muchas veces es el propio departamento de sistemas el que fuerza la situación posicionándose como el único garante de la información de la empresa y el único que la puede manejar, dosificándola de acuerdo con sus propios objetivos.
 

Las empresas integradoras y de servicios:

El sector de TI ha sufrido una evolución, en los últimos años, orientándose las empresas de servicios que operan en el mismo, en un porcentaje muy alto, a proveer de personal cualificado en TI. Esta práctica, potenciada por los clientes -a los que resulta más barato que asumir el riesgo de tener el personal en plantilla-, y asumida por las empresas de servicios ha devenido en un cambio en la filosofía de negocio: las empresas buscan minimizar los costes y los proveedores de servicios intentan maximizar el número de personas que tienen en sus clientes.

En esta situación, el proveedor de servicios de BI puede terminar más interesado en "colocar" un número alto de técnicos dedicados que a dar soluciones a sus clientes que optimicen sus procesos, mejoren su toma de decisiones y, en definitiva, les posicione mejor frente a la competencia.

Esta filosofía difícilmente cuadra con la evolución tecnológica que han tenido las soluciones y productos de BI, caracterizada por dos orientaciones:

1 – La facilidad de uso por parte de profesionales absolutamente ajenos a la tecnología, pero con una cada vez mayor necesidad de acceder a la información, como, donde, cuando y de la manera que necesiten. La simplificación de los procesos de implementación de las soluciones de BI y su integración con cualquier entorno tecnológico.
 

2 – Existe una barrera entre las empresas de negocio y las empresas de tecnología. Normalmente las empresas de servicios tienden a separar los negocios de "consultoría" -más cercanos a la problemática del cliente y que pretender incidir en los procesos de negocio del mismo-, de los de tecnología, más orientados a proveer de una capa técnica que soporte lo que quiera hacer el cliente.

 

El nivel tecnológico actual de BI permite utilizar dicha tecnología para generar un cambio en la manera de gestionar las empresas, pero este cambio va más allá de la mera tecnología: conceptos tales como "dirección por objetivos", "gestión por indicadores", "balanced scorecard", "gestión por excepción", "gestión del cambio", etc… son conceptos puros de gestión, pero para el aprovechamiento de las tecnologías de BI es necesario que la entidad que las implante esté imbuida de este tipo de cultura empresarial.

Cuando una empresa de servicios de las que hemos denominado "de tecnología" implanta una herramienta de BI se centra en los aspectos técnicos (que los datos estén bien, que los procesos de carga sean eficientes, que la presentación sea buena….). Por el contrario, cuando estamos hablando de empresas de servicios de consultoría, orientadas a la mejora de la gestión de sus clientes, la capa tecnológica se suele despreciar.

Un ejemplo, de lo anterior, podemos observarlo en la implementación de la estrategia en una compañía: por un lado habrá multitud de empresas pugnando por asesorar, guiar, apoyar, diseñar, etc.… el plan estratégico de la entidad, y cuyo trabajo terminará una vez diseñado el mismo; por otro lado, las empresas de servicios de tecnología, que tienen el conocimiento técnico y las herramientas para desplegar dicho plan estratégico son incapaces de utilizarlas para trasladar los conceptos teóricos a la práctica.


En resumen
, con un tejido empresarial como el descrito, resulta complicado que una tecnología cuya razón de ser es mejorar los procesos de toma de decisiones, pueda llegar a tener un nivel de aceptación como el existente en nuestro entorno.

A ello hay que sumar –o mejor sería decir, restar-, unas entidades reguladoras poco interesadas o capacitadas para impulsar el cambio, tanto internamente (organismos públicos poco interesados en que su propia información sea pública) como hacia la sociedad, donde siguen primando los criterios formales antes que los resultados.

La actual crisis económica puede ayudar a vencer la inercia existente, obligando a las empresas a mejorar sus sistemas de gestión de la información y sus procesos de toma de decisiones, como única forma de sobrevivir, y obligando a las empresas de servicios a volver a diferenciarse por la aportación de valor a sus clientes, convirtiéndose en el motor del cambio. Creo que la crisis va a obligar a este cambio, aunque puede dejar un terrible rastro en nuestras empresas, apartando de la actividad económica a quienes no sean capaces de cambiar.

Juan Carlos García Alcázar, director de Desarrollo de Negocio de BITAM Europa.
 

El equipo de profesionales de MCPRO se encarga de publicar diariamente la información que interesa al sector profesional TI.

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