A Fondo
El Congreso de Estados Unidos pone contra las cuerdas a las Big Tech
Día histórico para la historia de la industria tecnológica. Los presidentes o CEOs de cuatro de las mayores compañías tecnológicas (Amazon, Google, Facebook y Apple) comparecieron ayer ante el Congreso de Estados Unidos para intentar explicar a sus señorías por qué no deberían ser acusados de prácticas de monopolio y abuso de posición dominante.
El testimonio de cuatro de los más altos directivos de Silicon Valley es en realidad uno de los puntos culminantes de una investigación que lleva años en marcha y en la cual se han reunido centros de horas de entrevistas con testigos y expertos y se han examinado millones de documentos.
En un curioso ejercicio de coordinación, los argumentos que han expuesto para su defensa han sido prácticamente los mismos: esto es, que en realidad sus empresas proporcionando productos beneficiosos en un escenario de intensa competencia y que al ser empresas de escala masiva, consiguen que sus productos sean mejores.
A la vez, en un coro de patriotismo americano, voces como las de Jeff Bezos han argumentado que “al resto del mundo le encantaría probar hasta el más pequeño sorbo del elixir que tenemos aquí en Estados Unidos”. Por último, todos han coincidido a la hora de asegurar que son los propios consumidores, los que se muestran encantados con los productos que estas empresas lanzan al mercado.
Examinados de forma individual, desde Amazon han destacado su capacidad para crear nuevos puestos de trabajo; en Apple han defendido las nuevas condiciones que han impuesto en su tienda de aplicaciones y que en su opinión, benefician a los pequeños desarrolladores; Google ha asegurado que sus inversiones son las que permiten que la tecnología americana se mantenga competitiva; en Facebook finalmente, han asegurado que no compran a sus competidores, sino que los convierten en grandes empresas.
Prácticas que pueden afectar al normal desarrollo de la democracia
No parece sin embargo que esta estrategia de defensa haya impresionado demasiado. David Cicilline, presidente del subcomité de derecho administrativo, comercial y antimonopolio del poder judicial de la Cámara de Representantes, ha asegurado que “debido a que estas empresas son tan centrales para nuestra vida moderna, sus prácticas y decisiones de negocios tienen un efecto enorme en nuestra economía y nuestra democracia. Cualquier acción de cualquiera de estas empresas puede afectar a cientos de millones de nosotros de manera profunda y duradera”.
A continuación ha mostrado lo que ha definido como un “patrón común” para todas ellas, es decir, establecer una serie de prácticas empresariales que dirigen hacia “cuellos de botella”, ya sean tiendas de aplicaciones o subastas de anuncios. A la vez, todas ellas “utilizan sus recursos para vigilar, copiar, comprar o eliminar a la potencial competencia”, hacen lo posible por “imponer sus propios productos y tienen una enorme capacidad para dictar los términos, dar las órdenes, derribar sectores enteros e inspirar miedo” concluye.
Los cuatro CEOs fueron cuestionados por prácticas que podrían sostener la acusación, por ejemplo, en el caso de Google se preguntó a Pichai por correos internos en los que se preguntaba acerca de determinados “buscadores verticales” que comenzaban a recibir demasiado tráfico, aunque sin lugar a dudas el momento estelar de la sesión fue cuando llegó el momento de preguntar a Mark Zuckerberg sobre la compra de Instagram.
“Instagram puede convertirse en una amenaza”
Como muchos recordarán, en 2012 Facebook compró la que entonces era poco más que una aplicación para compartir fotografías capturadas con teléfonos móviles: Instagram. Pagó 1.000 millones de dólares. En aquel momento, Zuckerberg afirmó que “facilitar la mejor experiencia para compartir fotos es una de las razones por las que a tanta gente le gusta Facebook y sabíamos que valía la pena juntar a estas dos compañías”.
La sesión de ayer reveló sin embargo, que en la adquisición de esta empresa podría haber una motivación muy diferente. En una serie de correos electrónicos que han sido intervenidos para esta investigación y que la acusación hizo ayer públicos, Mark Zuckerberg le decía a David Ebersman (por aquel entonces CFO de la empresa), lo siguiente: “Estos negocios (refiriéndose a Instagram y Path) son incipientes pero por sus redes están establecidas, sus marcas son significativas y si crecen a gran escala podrían ser muy perjudiciales para nosotros. Dado que pensamos que nuestra propia valoración es bastante agresiva y que somos vulnerables en la telefonía móvil, tengo curiosidad por saber si deberíamos considerar ir tras uno o dos de ellos. ¿Qué opinas?”
¿Y qué le respondía Ebersman? Lo siguiente: “La mayoría de los tratos de adquisición no crean el valor esperado para el adquirente, por lo que querría preguntarte qué es lo que estaríamos intentando lograr: neutralizar a un competidor, adquirir talento, integrar sus productos para mejorar Facebook, o otros motivos”.
En su respuesta, el fundador de Facebook aclaró que “hay un número finito de diferentes mecánicas sociales que se pueden inventar. Una vez que alguien gana en una mecánica específica, es difícil que otros la suplanten sin hacer algo diferente. Aunque surjan nuevos competidores, la compra de Instagram, Path o Foursquare nos daría un año o más para integrar sus dinámicas antes de que alguien pueda acercarse a su escala de nuevo”.
Cuarenta y cinco minutos más tarde de este mail, Zuckerberg enviaba un mensaje nuevo en el que aseguraba que “No quise decir que los compráramos para evitar que compitieran con nosotros de alguna manera”.
Qué es lo que pasa ahora
Tras más de cinco horas de interrogatorio a cuatro de los hombres más poderosos del planeta, David Cicilline puso fin a la sesión y explicó que el comité publicaría un amplio informe que contendría las conclusiones de la investigación y los próximos pasos que se van a dar a continuación.
¿Qué pasos son esos? Si hacemos caso a su alegato final, probablemente la comisión recomiende que algunas de las compañías investigadas sean troceadas, tal y como pidió en su momento la senadora Elizabeth Warren.
Además se pedirá el establecimiento de un nuevo marco regulatorio que permita supervisar mejor sus actividades, toda vez que como concluyó Cicilline en su intervención, “necesitamos asegurarnos de que las leyes antimonopolio escritas por primera vez hacia más de un siglo, funcionen en la era digital”.
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