A Fondo
El ‘annus horribilis’ de Sony
A principios de año, Sony anunció oficialmente que Kazuo Hirai sería su próximo CEO, sustituyendo a Howard Stringer. Se trataba de una noticia esperada después de los baches que atravesó la compañía en los últimos meses y cuyas responsabilidades cayeron, una por una, en Stringer.
Después del tsunami de Japón, que afectó a varias fábricas de Sony y retrasó muchos de sus envíos, la empresa tuvo que pasar por un auténtico calvario de seguridad que pusieron en la cuerda floja a varios de sus productos y a su reputación corporativa. Las gestiones ante tales incidentes no fueron muy positivas, por lo que el propio Stringer anunció su marcha antes de que le echaran.
Lo que no se imaginaba Kazuo Hirai era que desde se nombró oficialmente su cargo (enero de 2012), hasta que tomó posesión (1 de abril) las cosas se iban a poner aún más negras para Sony, sobre todo porque han venido de golpe las consecuencias de los graves incidentes de 2011.
A principios de febrero, la compañía anunciaba una caída del 5,9% en sus ganancias del tercer trimestre, debido a una guerra de precios que golpeó a su unidad de televisores y el peso de un yen más fuerte, según informaron desde la empresa. Además, la firma redujo de previsión de ingresos por ventas de televisores. Lo cierto es que desde que Stringer asumiera el cargo de la nipona, en 2005, el precio de las acciones de la compañía ha caído en un cuarto y Sony no ha logrado repetir su éxito inicial con productos destacados como el Walkman y la consola de juegos PlayStation.
Por otra parte, y en estas mismas fechas, la compañía vaticinaba unos malos resultados para su año fiscal. De hecho, fue una de las primeras comunicaciones de Hirai tras su nombramiento oficial: preveían que la compañía perdería 220.000 millones de yenes (casi 2.200 millones de euros) en su año fiscal que finalizaba en abril. Esta cantidad suponía más del doble de lo pronosticado por Sony en noviembre, que cifraron los números rojos e 90.ooo millones de yenes.
Sin embargo, la sorpresa fue aún mayor cuando hace pocos días nos informaban de que estas pérdidas ascendían hasta los 520.000 millones de yenes (6.400 millones de dólares), motivados, según ellos, por «cargas fiscales adicionales» ante las amortizaciones de créditos tributarios diferidos.
En medio de este caos financiero, los errores internos de la compañía evidenciaban problemas de coordinación y gestión dentro de la empresa y aunque el CEO ha asegurado que van «en el camino correcto» y que «todo va a salir bien», lo cierto es que las dos primeras consecuencias de todo esto han sido claras: despedirán al 6% de su plantilla (unos 10.000 trabajadores) en todo el mundo y reducirán el 40% de su catálogo de televisores (uno de los más deficitarios económicamente) a lo largo de este año.
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