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Más problemas para la industria tecnológica: El coste del cobre se dispara

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industria tecnológica cobre

La industria tecnológica no atraviesa su mejor momento, de eso no hay ninguna duda. A la escasez de semiconductores, que es muy marcada y que lleva un tiempo de plena actualidad, tuvimos que sumar recientemente la escasez de componentes pasivos, y hoy, gracias a la información que ha suministrado DigiTimes, hemos podido confirmar que el cobre también se ha convertido en un problema muy serio.

Puede que alguno de nuestros lectores se pregunte por qué es tan importante el cobre en la industria tecnológica, y la respuesta no es para nada complicada: porque es un material que se utiliza para fabricar una gran cantidad de componentes, debido a su excelente conductividad eléctrica.

Piensa, por ejemplo, en una placa base, o en una tarjeta gráfica, ¿sabes cuál es el material principal del PCB sobre el que se montan cada uno de sus elementos? Láminas de cobre, pero esa no es la única aplicación que tiene este material en el sector, y es que los sistemas de refrigeración necesarios para mantener bajo control las temperaturas de procesadores y placas base, así como algunos sistemas de refrigeración pasiva empleados en sistemas VRM y en ciertos chipsets, también emplean bases de contacto fabricados en cobre por su excelente conductividad térmica.

El peso que tiene el cobre en la industria tecnológica no admite discusión. Sin él, no sería posible fabricar placas base, tarjetas gráficas y cualquier otro componente que utilice circuitos impresos. En el caso de los sistemas de refrigeración con bases de cobre, sería viable sustituir el cobre por otro material, como el aluminio, por ejemplo, pero al final podría acabar convirtiéndose en un auténtico quebradero de cabeza para los grandes del sector.

Ya tenemos claro el peso del cobre en la industria tecnológica, así que ahora vamos a hablar de números. Para que nos hagamos una idea de la entidad de este problema basta con una sencilla comparación, a finales del año pasado, una tonelada de cobre tenía un precio de 7.755 dólares, y la semana pasada su precio ascendía a 9.262 dólares, lo que significa que en apenas unos meses su precio ha subido un 20%, y la tendencia continúa al alza.

Si la situación no cambia, y la demanda sigue en positivo, podríamos llegar a un punto en el que el coste por tonelada superaría los 10.000 dólares por tonelada, y esto acabaría teniendo un impacto considerable en el coste de fabricación de numerosos componentes, algo que, al final, tendría solo dos vías de escape: las empresas podrían absorber el coste, reduciendo sus beneficios, o repercutirlo al consumidor aumentando el precio de venta de sus productos.

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