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El IoT llega al espacio con ChipSat

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El Internet de las Cosas podría haber encontrado su próxima frontera…en el espacio. Es lo que promete Zac Manchester, profesor de la Universidad de Stanford e inventor de ChipSat, un nuevo sistema de literalmente «satélites de usar y tirar» que, como un auténtico enjambre inteligente, podrían encabezar la próxima revolución informática más allá de nuestro planeta.

Cada uno de los satélites que podrían formar parte de la futura red ChipSat tiene un tamño de cinco centímetros cuadrados (poco más que el tamaño de un chip) y su coste no supera los cien dólares. Lo más interesante sin embargo no es tanto su tamaño diminuto sino que al lanzar cientos (o miles) de ellos de forma simultánea, se comunican entre ellos, intercambiando información en tiempo real, como un auténtico enjambre inteligente.

«Es una auténtica revolución para el espacio. Este invento demuestra que es posible lanzan enjambres de satélites baratos y diminutos para que algún día realicen tareas que actualmente llevan a cabo dispositivos mucho más grandes y costosos. ChipSat permitirá que literalmente cualquiera pueda poner instrumentos de comunicación e investigación en órbita» explica.

¿Qué usos puede tener un dispositivo como ChipSat en estos momentos? Con sus capacidades actuales, este investigador universitario indica que ya es posible monitorizar flujos migratorios o el comportamiento de grupos animales (por ejemplo en parques nacionales). Sin embargo indica que de cara a un futuro, si los sensores que se incluyen se ofrecen a un precio adecuado, las posibilidades son prácticamente ilimitadas.

A diferencia de cualquiera de los satélites que actualmente orbitan en torno a la Tierra, los de ChipSat tienen una»esperanza de vida» corta y su función estará orientada al desarrollo de tareas muy puntuales y concretas. En sus primeras «pruebas de vuelo» los enjambres Chipsat han recorrido la órbita terrestre durante 48 horas, tras lo cual han caído a la atmósfera y se han desintegrado.

Así funcionan los satélites más pequeños

Teniendo en cuenta que cada uno de estos satélites cuesta menos de cien euros, en realidad la parte más cara es el propio lanzamiento. Es decir, ¿cómo ponemos en órbita miles de satélites diminutos a un precio que resulte atractivo para prácticamente cualquier institución o empresa?

Como explica el investigador americano, la solución a la que han llegado son los KikSats, cubículos especialmente adaptado a las características de los principales cohetes de lanzamiento y que por dimensiones y colocación dentro de la cabina principal permiten optimizar el precio.

Una vez en órbita, su funcionamiento es relativamente sencillo. Cada pequeño satélite dispone de diminutas placas solares que impulsan su funcionamiento. A su lado, chips de radio que permiten establecer comunicación directa entre los satélites del mismo enjambre (y con la Tierra) y espacio para los distintos sensores relacionados con cada tarea y misión concreta. A medida que los satélites recopilan un volumen significativo de información, la envían agrupada una vez sobrevuelan estaciones específicas para su captura.

Con todo y pese a las reducidas dimensiones de los satélites que se integran en el nuevo sistema, algunas autoridades han comenzado a alertar sobre el exponencial aumento de basura espacial que se prevé para los próximos años. Como ya os contamos hace unos días, el proyecto StarLink de Space X prevé la puesta en órbita de más de 13.000 nuevos satélites y no son los únicos.

La interferencia entre las distintas señales de antena y un riesgo de colisión que va en aumento preocupa a las principales agencias espaciales, que desde hace tiempo piden una mayor regulación en cuanto a quién, cómo, cuánto y por qué se lanza al espacio.

Periodista tecnológico con más de una década de experiencia en el sector. Editor de MuyComputerPro y coordinador de MuySeguridad, la publicación de seguridad informática de referencia.

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