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EEUU podría tardar 20 años en acabar con la dependencia de chips del extranjero

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En el contexto actual de digitalización y globalización, la gran mayoría de los países muestran dependencia tecnológica con respecto a otras zonas geográficas, especialmente Taiwán y la India, para la fabricación de semiconductores. El objetivo de EEUU no es otro que incrementar su partida de producción de chips, actualmente en el 12%, y convertirse en un país independiente. No obstante, este es un reto ambicioso y del que lo distancian, al menos, dos décadas.

Ese plazo estimado de 20 años ha sido dado por Jensen Huang, director general de NVIDIA, que ha realizado una fuerte autocrítica sobre la dependencia de chips del extranjero que tiene EEUU. De hecho, en la actualidad depende de la neerlandesa ASML, de las japonesas Tokyo Electron, Canon y Nikon, o de la alemana, ZEISS, entre otras. Se han convertido en proveedores esenciales de Intel, GlobalFoundries o Micron Technology.

Dos décadas de perspectiva para alcanzar el objetivo

Pese a todo, la Administración Biden se muestra tranquila, pues las tecnologías precisas para fabricar chips o están en sus manos o en las de sus aliados. No obstante, Washington se fija el doble objetivo prioritario de reforzar su industria de circuitos integrados local y de reducir su dependencia con respecto a proveedores extranjeros.

Pero Huang es claro al respecto y asegura que la compañía taiwanesa TSMC tiene un papel prioritario en el negocio. De hecho, muchos de los productos de NVIDIA dependen de componentes y tecnologías de diferentes puntos geográficos, incluida Taiwán.

Estas afirmaciones, pronunciadas en el marco de la conferencia DealBook del New York Times en Nueva York, son tajantes y asegura que queda un largo camino por hacer hasta alcanzar la independencia de la cadena global.

Todo pasa por establecer una legislación bipartidista que apoye la construcción de instalaciones manufactureras en EEUU y que permita a muchas de las empresas más grandes expandir sus operaciones en el territorio nacional. De hecho, sería un aliciente que Taiwan Semiconductor Manufacturing, principal socio de fabricación de NVIDIA, Samsung Electronics e Intel ganasen mayor peso productivo.

Problemas para EEUU

Para alcanzar este objetivo, además de dinero, se precisan recursos que no siempre se encuentran al alcance de EEUU. Y es que buena parte de la producción mundial de grafito, germanio y galio se encuentran en manos de China.

Además, para desarrollar tecnologías de vanguardia, habría que fomentar una gran inversión y restarle terreno a Países Bajos, Corea del Sur, Japón o Alemania, principales proveedoras de EEUU. Por eso se habla de un objetivo a medio-largo plazo.

El papel estratégico de China

Huang asegura que NVIDIA necesita de China, que es el mayor mercado productor de chips. De hecho, los problemas comerciales y vetos entre EEUU y el país asiático le han impedido vender sus procesadores de IA más potentes. Pese a que Washington alega a cuestiones de seguridad nacional, NVIIDA considera que es una necesidad económica sin precedentes.

Por todo ello, buscan crear nuevos chips que cumplan con la regulación y que puedan comercializarse libremente con China. Actualmente hay hasta 50 empresas en China que trabajan en tecnología y que compiten con las ofertas de NVIDIA.

La situación de Europa

Al igual que sucede en EEUU, el viejo continente también está luchando por impulsar la manufactura local de semiconductores, dependiente durante muchos años de Taiwán y Corea del Sur. Una dependencia que se hizo latente especialmente durante las limitaciones comerciales implantadas como consecuencia de la pandemia.

La Ley de Chips de EEUU

El pasado 28 de febrero, el gobierno de Biden anunció un programa que impulsase fortalecer la investigación y fabricación de semiconductores en el país, con una nueva financiación federal para el sector. De este modo, el Departamento de Comercio destinaría 50.000 millones de dólares para que el financiamiento llegase de forma rápida y directa.

La mayor parte del dinero, unos 39.000 millones de dólares, se destinaría al financiamiento de la construcción y ampliación de las instalaciones de fabricación, mientras que otros 11.000 millones irían para respaldar la investigación de nuevas tecnologías de chips.

Ese impulso podría llegar especialmente a empresas como TSMC y Samsung para que abran instalaciones en EEUU. No obstante, los ejecutivos de las empresas de semiconductores aseguran que tienen pocos incentivos para invertir en el país, debido a las inversiones de mano de obra y a los elevados costos de funcionamiento de las industrias.

Así pues, el gobierno ofrecería subsidios de entre el 5% y el 15% de los gastos de capital de una empresa para un proyecto, aunque el financiamiento no podría superar el 35% del costo. De igual manera, las empresas podrán solicitar un crédito fiscal que les reembolsase el 25% de la construcción del proyecto. Solo así se logrará reducir la dependencia con el extranjero, pues más del 90% de los chips con tecnología más avanzada para el ejército y la economía de EEUU proceden de Taiwán.

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