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China pone a Google en la diana en la respuesta a la guerra de aranceles de Trump

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guerra de aranceles de Trump

Donald Trump ha iniciado su anunciada guerra de aranceles en lo que el resto del mundo, como pronunciara el primer ministro polaco y actual responsable de la presidencia rotatoria del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha calificado como «el conflicto comercial más estúpido de la historia». Nadie se beneficia; nadie saldrá indemne y tanto consumidores como empresas padecerán su impacto.

Los aranceles fueron la moneda de cambio favorita de Trump en su primer mandato. Y por ahí sigue la estrategia, si es que hay alguna. El presidente de Estados Unidos los ha promocionado frecuentemente como un incentivo económico para obligar a los proveedores extranjeros a trasladar producción de producción y servicios a su país o simplemente a doblegarse en cuestiones geopolíticas y/o estratégicas.

Ya comentamos por aquí el anuncio de Trump de sus planes para aumentar los aranceles a la fabricación de chips extranjeros. Si se concreta, habrá una subida de precios generalizada en toda la tecnología mundial, tanto la de consumo como la profesional, que provocará una bajada de ventas y con ello reducirá los márgenes de ingresos y beneficios de las empresas.

China responde a la guerra de aranceles

Después de atacar comercialmente a México y Canadá, Trump ha hecho lo propio con China «en respuesta al fracaso de Beijing para impedir el flujo de drogas ilegales». Como era de esperar,  el gigante asiático no se va a doblegar y ya ha anunciado el contraataque.

Pekín ha gravado las exportaciones estadounidenses de carbón y gas natural licuado con un impuesto del 15% y ha impuesto un arancel del 10% al petróleo, a los equipos agrícolas y a la gama alta de automóviles. Las autoridades chinas también han añadido empresas estadounidenses como PVH Corp (propietaria de la marca de lujo Calvin Klein) y a la empresa de secuenciación genética Illumina a la lista de entidades restringidas. Al tiempo, ha aplicado nuevos controles a las exportaciones de productos relacionados con el tungsteno, un material estratégico.

Google en la diana

Otra de las respuestas de China a la guerra de aranceles de Trump (arancel del 10% a los productos chinos) ha sido el inicio de una investigación antimonopolio sobre Google. «Debido a que se sospecha que Google viola la Ley Antimonopolio de la República Popular China, la Administración Estatal de Regulación del Mercado ha iniciado una investigación sobre Google de conformidad con la ley», puede leerse en la versión traducida del comunicado a la que ha tenido acceso TechCrunch.

Hay que explicar que, aunque los servicios de búsqueda e Internet de Google están bloqueados en China desde 2010, la compañía todavía mantiene operaciones centradas principalmente en la publicidad. Ciertamente, la medida contra Google no se implementa por motivos económicos, pero tiene una fortísima carga simbólica y es un ‘aviso a navegantes’ de lo que puede suceder a otras tecnológicas americanas. La semana pasada vimos la caída de venta de móviles iPhone precisamente por el mercado chino y todavía está pendiente la resolución de la división estadounidense de TikTok, otro punto de tendión.

La guerra de aranceles iniciada por Trump «viola gravemente las normas de la Organización Mundial del Comercio», dicen desde China. «No solo es inútil para resolver sus propios problemas, sino que también daña la cooperación económica y comercial normal entre China y Estados Unidos».

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¿Guerra de aranceles también contra Europa?

Los líderes europeos que celebraban ayer una cumbre informal, también mostraron sus impresiones de lo que es la noticia mundial en materia económica.

«Por supuesto, nos estamos preparando también por nuestro lado, pero lo que está claro es que no hay ganadores en las guerras comerciales», apuntaba la sucesora de Josep Borrell como alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, que apostillaba que «si se desata la guerra, quien se reirá del otro lado será China».

El canciller alemán, Olaf Scholz, fue más explícito y dijo que Europa «puede diseñar nuestras propias cuestiones y también podemos reaccionar con medidas arancelarias a medidas arancelarias», mientras que el presidente francés, Emmanuel Macron, fue más directo: «si Europa es atacada en el plano comercial deberá hacerse respetar y reaccionar».

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