IoT, la Inteligencia de las Cosas

«Sensorización» + conectividad + procesamiento de datos = Inteligencia

Partiendo de esta premisa, resulta más sencillo entender a qué se refiere el titular que hemos elegido. Y es que la utilización en nuestras ciudades de sensores conectados a Internet que generan información acerca del alumbrado, semáforos, cámaras de vigilancia, estaciones meteorológicas, por citar algunas aplicaciones prácticas, permite analizar qué ocurre en realidad y actuar en consecuencia, para buscar e implantar modelos de gestión más eficientes, asequibles y rentables. Al mismo tiempo, la gestión y análisis de esas grandes cantidades de datos generados por los sensores, constituyen en sí mismos dos grandes retos a abordar

La evolución de esta «sensorización» es Internet de las Cosas, más conocido por sus siglas en inglés, loT (Internet of Things), que tiene su base teórica en la adición de sensores y conectividad a cualquier objeto y, eventualmente, también puede contar con capacidades propias para el procesamiento de los datos obtenidos, aunque esto no es estrictamente necesario para pertenecer a la definición de loT.

Resumiendo mucho, Internet of Things es un concepto que se basa en interconexión de cualquier producto con cualquier otro de su alrededor. El objetivo es hacer que todos estos dispositivos se comuniquen entre sí y, por consiguiente, sean más inteligentes e independientes.

Para ello, es necesario el empleo del protocolo IPv6 y el desarrollo de numerosas tecnologías que actualmente están siendo diseñadas por los principales fabricantes del sector, y como apuestas claramente visibles ya en el mercado tenemos la de HPE con la incorporación de Aruba a su oferta de Networking empresarial (sensores, beacons, tecnología inalámbrica de alta capacidad).

Los datos de máquina a máquina (M2M) que se generan tienen una amplia gama de usos, pero comúnmente se ven como una forma de determinar «la salud» y el estado de las cosas, inanimadas o no (como por ejemplo, la toma de datos remota del funcionamiento de un marcapasos).

Nuestra ropa (wearables) y nuestros objetos cotidianos (smartphones, relojes con pulsómetro, termostatos controlados remotamente, detectores de presencia, frigoríficos que piden leche cuando se ha acabado) tendrán su grado de inteligencia, permitiéndonos dejar de lado tareas repetitivas y/o aburridas en favor de disponer de más tiempo para tareas más productivas.

Se prevé que Internet de las Cosas pronto excederá los 20.000 millones de dispositivos en el «perímetro» de las redes tradicionales. Hoy en día, los datos de IoT se envían a un centro de datos o la nube para su procesamiento o análisis futuro. El resultado es la capacidad de actuar al instante y tomar un control inmediato de sus «dispositivos».

Para que IoT funcione en los centros de datos, las plataformas de los fabricantes en competencia deben ser capaces de comunicarse entre sí. Esto requiere APIs estándar a las que todos los fabricantes y equipos puedan conectarse, tanto para las interfaces de sistemas, como para los distintos dispositivos.

En el largo plazo, una consecuencia de Internet de las Cosas para los centros de datos es que generará un gran volumen de datos entrantes, lo que requerirá importantes mejoras de infraestructura, en particular, el procesamiento de los mismos y su almacenamiento. Esto supone una oportunidad de oro para los partners tecnológicos, ya que se abren dos campos de «necesidad» por parte del cualquier empresa que se embarque en esta nueva singladura.

Internet of Things es claramente el siguiente gran paso de la industria tecnológica. Abre un mundo de posibilidades incalculable, mayor incluso que el que abrió en su momento la era digital. Según diversos analistas, no será hasta 2020 cuando IoT comience a ser algo mucho más establecido, y formará parte de la cotidianidad.

Eduardo Agosto Martínez

Responsable de Desarrollo de Negocio de Compusof