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Inteligencia Artificial, telesalud o el movimiento maker: tecnología para la medicina del futuro

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Inteligencia Artificial, telesalud o el movimiento maker: tecnología para la medicina del futuro

La pandemia del COVID-19 ha puesto sobre la mesa la enorme presión que están sufriendo el sector sanitario y la medicina. No solo por la situación actual, sino porque en muchos casos lleva tiempo enfrentándose a todo tipo de limitaciones, que van desde recortes en presupuestos hasta escasez de personal especializado en situaciones como la que nos ha tocado vivir. También porque ha sido necesario adoptar con rapidez nuevas formas de pensar y de trabajar para los profesionales y organizaciones que se dedican al cuidado de la salud.

Para hacer frente a sus problemas y a la pandemia, hospitales y sanitarios, e incluso los gobiernos, han tenido que valorar el uso de todo tipo de herramientas que tienen a su alcance. No solo puramente sanitarias. También tecnológicas. Muchas de ellas, según Zdnet, es posible que se queden en el área sanitaria durante mucho tiempo. Como la Inteligencia Artificial y el machine learning.

La Inteligencia Artificial, vital para el impulso de la medicina

Estas dos tecnologías se han utilizado de muchas maneras para ayudar a suavizar el impacto del coronavirus: desde encontrar curas y medicinas para tratar la enfermedad hasta ayudar en la identificación de sus primeros síntomas en radiografías. También se avanza para utilizar la Inteligencia Artificial para ayudar a médicos y profesionales de la medicina en la toma de decisiones relacionados con el estado de los pacientes. Así, la Universidad de Maastricht, la Universidad de Nueva York y la de Chicago son algunas de las que están desarrollando sistemas de Inteligencia Artificial que se pueda utilizar en los triages de enfermos de COVID-19.

La Inteligencia Artificial también podrá utilizarse en sistemas predictivos de situaciones para tratar a pacientes. Así, por ejemplo, se puede utilizar en el desarrollo de modelos de riesgo, de manera que las autoridades sanitarias puedan poner en marcha sistemas predictivos que determinen la combinación de confinamientos, medidas de higiene, distancia social y protección necesarias. También para detectar y poder corregir carencias sanitarias, o para apoyar sistemas de prueba y rastreo e identificar los más eficaces para sofocar los rebrotes en comunidades concretas.

Una vez que estos y otros sistemas parecidos estén listos y en uso con una enfermedad, como es el caso del coronavirus, se pueden reformular y utilizar para trabajar con ellos en otras enfermedades, tanto en pandemias como en afecciones más comunes. Además no hay que trabajar mucho para conseguirlo. Como consecuencia, los sistemas de Inteligencia Artificial en el sector sanitario pronto tendrán un lugar fijo, y de ahí en adelante solo pueden crecer.

Los datos, base para la IA

Para que los sistemas de Inteligencia Artificial funcionen, eso sí, es necesario entrenarlos a base de datos. Y si hay algo que los investigadores han descubierto durante esta pandemia es que hay datos sobre salud por todas partes. Eso sí, no siempre es sencillo acceder a ellos, dado que las fuentes disponibles para ello son a veces no solo de complicado acceso, sino también de identificación compleja.

Otras veces, el problema para acceder a los datos es de tipo regulatorio, ya que aparte de que los datos están fragmentados, muchos países limitan el acceso a los mismos. Pero parece que eso puede empezar a cambiar pronto. Así, en Reino Unido, la división digital del servicio de salud, el NHSX, ha publicado un documento que especifica qué organizaciones pueden usar datos públicos par combatir el COVID-19. De conseguir cambios en el uso de los datos también se ocupa el proyecto open source de analíticas OpenSafely, con el que los investigadores pueden consultar 24 millones de registros de pacientes del sistema británico de salud.

En otros países también ha subido el número de empresas tecnológicas y organizaciones dedicadas a la salud que trabajan en la publicación de conjuntos de datos relacionados con el coronavirus para que se utilicen en sistemas de Inteligencia Artificial y machine learning. Entre ellos, el COVID-19 Open Research Dataset.

La telemedicina también ha aumentado su despliegue durante la crisis del coronavirus. Con ella, los pacientes pueden ver a su médico de manera remota a través de videoconferencia o sistemas similares, algo muy útil para que no se acerquen a centros sanitarios si pueden evitarlo y eviten un posible contagio. Este tipo de herramientas se está desplegando con mucha rapidez, pero depende de si los médicos están dispuestos a cambiar sus procedimientos y sus sistemas de atención.

En países desarrollados, la mayoría puede que sí, pero hay muchos que todavía se resisten a ello, bien por una desconfianza en la tecnología o porque prefieren el contacto físico con sus pacientes. En el caso de los países en desarrollo, el problema es otro: la falta de infraestructuras tecnológicas que lo permitan.

Los makers y el DIY para cubrir necesidades concretas

Esta pandemia también ha visto cómo el movimiento maker se ha puesto manos a la obra para suplir carencias importantes en medicina. Sobre todo para dotar de máscaras y pantallas de protección para la cara a los sanitarios y otras profesiones de riesgo que tenían que cumplir los servicios básicos de suministros y atención a la población. Otros también se han puesto a trabajar en el desarrollo de componentes 3D para ventiladores, ante la escasez de este equipo vital en hospitales de todo el mundo.

Este tipo de iniciativas son muy eficaces a corto plazo y alcance, pero los que se suman a ellas pueden verse desbordados si se expanden este tipo de iniciativas, justo en el escenario en el que deba producirse un escalado. Ya sea por falta de fondos o de efectivos, si estas iniciativas no tienen apoyo pueden sucumbir. Y como consecuencia, ideas muy útiles para surtir de elementos necesarios a los sanitarios y otro tipo de personal en situaciones muy concretas pueden desaparecer.

Estos elementos e ideas que solucionen problemas en medicina de forma sencilla, a pesar de los obstáculos a los que se enfrenten, pueden ir creciendo en importancia. Además, dado que muchas veces tienen carácter open source, permiten que otros grupos puedan reutilizar el trabajo de una organización, e incluso puede darse la cocreación en escenarios en los que una empresa decida colaborar con ellos y financiarlos, lo que solucionaría el problema de la financiación a cambio de que una empresa participe para permitir el escalado de una solución.

Compartir es la clave en medicina

Pero las soluciones en las que la tecnología apoya a la medicina no tienen que venir únicamente de nuevas tecnologías o de iniciativas de fabricación de dispositivos. Algo tan sencillo como compartir la potencia de proceso de sistemas sobrante puede ayudar a los investigadores a encontrar con más rapidez tratamiento para enfermedades o a avanzar en investigaciones, como en la actualidad sucede con la secuenciación del genoma del COVID-19.

Pero también puede ayudar la compartición de la propiedad intelectual de empresas, por lo que aboga la iniciativa Open Covid Pledge, que anima a las empresas a compartir gratis su propiedad intelectual que puede utilizarse en la lucha contra el COVID-19. La iniciativa ya ha recibido el apoyo de compañías como Amazon, Facebook, Intel, IBM y Microsoft, pero habrá que ver si se mantiene en el tiempo.

Para las empresas, su propiedad intelectual es algo prácticamente sagrado, y podrían mostrar reticencias a compartirla con otras sin sacar beneficio económico. Eso sí, esto no quiere decir que la idea de compartir propiedad intelectual vaya a desaparecer definitivamente. Al menos a medio plazo.

Redactora de tecnología con más de 15 años de experiencia, salté del papel a la Red y ya no me muevo de ella. Inquieta y curiosa por naturaleza, siempre estoy al día de lo que pasa en el sector.

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