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Opinión

Si los aviones fallaran tanto como el software

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Si tuviéramos sospechas de que las probabilidades de entrar en pérdida en medio de un vuelo o de que nos fallarán los frenos mientras conducimos nuestro vehículo fueran muy altas, ni volaríamos ni conduciríamos. De ser así, ambas industrias no existirían y nos desplazaríamos en tren, bicicleta, patinete o con nuestras piernas, opción ésta última muy saludable.

Sin embargo, ambas industrias –aeronáutica y automoción– han optado como raíz de su negocio por la calidad y la tolerancia cero a los fallos. De hecho, en la industria aeronáutica sólo se produce un accidente cada 2,5 millones de viajes y la mayoría de los accidentes de circulación se deben a la contravención de las normas de circulación, especialmente la velocidad, y otras malas praxis que mejor no enumeramos.

Esta sólida posición deriva sin duda del esfuerzo inversor realizado durante décadas en ambos sectores y del convencimiento de que, de no haberlo hecho, las consecuencias serían nefastas en términos financieros, de reputación e imagen de marca; tanto que difícilmente sería posible la existencia de estos mercados tal y como los conocemos. Además, los actores de estos mercados tienen muy clara la feroz competitividad dentro de ellos y que un factor decisivo para triunfar, diferenciarse y mantener sus posiciones es la calidad y la excelencia de sus productos.

Tanto el sector aeronáutico como la automoción fueron pioneros en la aplicación de estándares de calidad y su compromiso con la mejora continua es sobresaliente. En la industria de la automoción, por ejemplo, existen 40.000 normas de calidad y la mayoría están implantadas. De hecho, ambas industrias llevan muchos años haciendo realidad la frase que Tim Cook se dedicó a sí mismo, como no podía ser de otra forma: “la realidad es que amamos la competencia porque pensamos que nos hace mejores a todos”.

¿Y la calidad en la industria del software?

La calidad también es una prioridad para la industria del software. Podemos convenir en que cada vez se hacen mejor las cosas y en que los programas ya no “cascan” tanto como hace años, pero también es cierto que esta industria se encuentra lejos de los niveles alcanzados en los sectores de automoción y aeronáutica. Y este último problema se agudiza cuando hablamos del segmento de servicios de desarrollo y mantenimiento de software, un hándicap que se agudiza en el caso español.

Lamentablemente, el mercado de servicios de desarrollo y mantenimiento de software en España es un mercado de oferta que prima el bajo coste sobre la calidad y que, como los márgenes son ajustados, se basa en mano de obra barata y con escasa formación continua que genera, como resultado, profesionales con una capacitación discutible.

Cuestión de rendimiento

Así las cosas, no sorprende que hablar de calidad en esta industria resulte problemático y los datos que manejamos en Orizon, fundamentalmente circunscritos al desarrollo y mantenimiento de software en el entorno del sector financiero, muestran claramente las razones. Actualmente, el 50% del total de componentes técnicos presenta alguna mala praxis y, lo que es más preocupante, cuando se modifica o se actualiza el software, en el 18% de las ocasiones, esa mala praxis se repite.

Por otra parte, y en relación con otros indicadores clave como el coste, los tiempos de respuesta y los acuerdos de nivel de servicio (SLA), la situación es también manifiestamente mejorable. En cuanto a los costes, sólo los cambios de software provocan un incremento del 6% de consumo debido a las nuevas versiones. Si hablamos de los tiempos de respuesta, el 16% de las operativas de canal en banca incrementa su media como consecuencia de los cambios realizados en producción. Y si nos referimos a los SLA, se constata que las subidas de software provocan un 9% más de incumplimientos anuales.

Estas métricas implican que los desarrollos no se realizan desde el punto de vista del rendimiento y demuestran que existe un espacio enorme para la mejora. De hecho, una plataforma de monitorización y optimización del software, como BOA, puede conseguir mejoras en cada uno de los procesos de manera individual y un ahorro medio de los costes asociados a dicho proceso del 55%, la reducción de la duración de los caminos críticos con SLA del 43% y la mejora en un 32% del tiempo de respuesta medio en las operativas.

Como sucede en esas cocinas colmadas de todo tipo de recetarios, instrumentos y robots, pero que continúan realizando los mismos platos, en el área tecnológica de muchas empresas también disponen de herramientas diversas para la monitorización y la mejora de la calidad de software, pero su implantación es escasa, el número de usuarios que las utilizan es reducido y, a pesar de la celebración continua de workshops sobre metodologías, los resultados siguen sin mejorar, mientras los costes crecen y crecen.

El problema y la causa raíz de muchas deficiencias de calidad se encuentran en la medición del rendimiento, el proceso final, una asignatura bien resuelta por las industrias que nos hacen capaces de volar tanto en el aire como sobre el asfalto, pero que continúa siendo una asignatura pendiente en el mercado del desarrollo y mantenimiento de software.

Firmado: Ángel Pineda, CEO de Orizon

El equipo de profesionales de MCPRO se encarga de publicar diariamente la información que interesa al sector profesional TI.

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