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¿Por qué los inversores apuestan por Intel?

Intel, en sólo el cuarto trimestre de 2015 ha pasado de formar parte de 45 «carteras» a estar en 56, un incremento nada común en empresas ya consolidadas.

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Corren tiempos difíciles para los inversores, que ven movimientos cargados de miedo en los mercados, y es sabido que el miedo es la principal razón por la que el dinero se mueve con mucha menos «alegría». Y si esto afecta a todo tipo de productos y servicios en los que se puede invertir en búsqueda de rentabilidad, está claro que aquellos que ofrecen un perfil de riesgo más altos son, siempre, los primeros y más perjudicados.

Tal es el caso, sin duda, de los llamados edge funds, fondos de inversión considerados de alto riesgo (puedes perder tu inversión de un día para otro) pero que, por contra, también pueden llegar a ofrecer unos ratios de rentabilidad espectaculares. Son el contrapunto a los fondos de pensiones, en los que el perfil es muy, muy conservador, y sólo se invierte en valores que se consideran muy seguros (deuda alemana, por ejemplo) pero que, a cambio, ofrecen rentabilidades muy inferiores.

Sin embargo, 2015 no fue un buen año para los edge funds, que se vieron salpicados por algunas polémicas y ocuparon buena parte del foco informativo en Estados Unidos, lo que ha motivado que sus gestores se hayan replanteado sus inversiones y, aún en busca de una alta rentabilidad, hayan preferido empresas que ofrezcan un alto grado de confianza.

Intel, un valor seguro

Y es ahí, en ese escenario, donde los inversores han dirigido sus miradas a Intel, que en sólo el cuarto trimestre de 2015 ha pasado de formar parte de 45 «carteras» a estar en 56, un incremento nada común en empresas ya consolidadas (es decir, no se trata de una startup de nueva creación en la que, de repente, quiera invertir todo el mundo).

¿Y qué razones hay tras dicho incremento en el interés en invertir en Intel? Recordemos que estamos hablando de un tipo de fondo de inversión que sólo buscan alta rentabilidad, y que en su situación actual tienen que afinar mucho para evitar pérdidas millonarias. Es decir, ¿qué hace pensar a los gestores de fondos que Intel es una inversión segura y, a la vez, muy rentable?

En un primer momento la idea que viene a la cabeza es su absoluta supremacía en el mercado de los procesadores para ordenadores portátiles y de sobremesa, posición que alcanzó hace ya muchos años y de la que resulta muy complicado imaginar que salga algún día. Sin embargo, es sabido que el mercado de dichos dispositivos se contrae, y no sólo por las circunstancias económicas coyunturales, sino porque el ordenador «de siempre» está siendo desplazado, poco a poco, del centro de atención. Por lo tanto, ese mercado no es el que pueda asegurar a la compañía un fuerte crecimiento.

No, los procesadores e integrados para ordenadores no son el futuro de Intel, pero es que esto es algo que la propia compañía ya vio hace mucho tiempo, y en vez de centrarse en intentar alargar al máximo el rendimiento de dicha actividad, optó por explorar otras opciones con las que asegurarse un futuro al menos tan exitoso como ya lo era su presente en aquel momento.

Y uno de los primeros sectores en los que (acertadamente) vaticinó un gran crecimiento fue el de los centros de datos. Mucha de la información que, hasta hace poco, albergábamos en nuestros propios equipos se encuentra ahora en la nube, y lo mismo se puede decir del software que corría en nuestros ordenadores o, como mucho, en un servidor local y dedicado.

La proliferación de los servicios Cloud ha disparado la demanda de servidores capaces de albergar toda esa información, de gestionar de la manera más adecuada y, fundamental, de servirla a sus usuarios a la velocidad del rayo. Aunque el volumen de ordenadores pueda disminuir con los años, la demanda de datos desde cualquier tipo de dispositivo es (y seguirá siendo) creciente.

La empresa fue consciente de ello y, en el momento adecuado, empezó a trabajar en un completo catálogo de soluciones para dichas infraestructuras, movimiento gracias al cual ahora goza de una situación predominante en ese mercado.

El negocio de la conectividad

Otro espacio al que también han prestado mucha atención, y al que han dirigido parte de su trabajo, es el de la conectividad. Muchos de esos dispositivos llamados a sustituir al ordenador en determinadas tareas tienen, como necesidad fundamental, estar conectados permanentemente a Internet, en cualquier momento y en cualquier lugar. Las primeras generaciones de redes de conectividad móvil fueron sumando algunas mejoras en el modo en el que gestionan las conexiones de datos, pero en la base de todas ellas se encuentran las comunicaciones de voz, con las funciones de datos como un añadido sobre las mismas.

LTE (4G) ya supuso un importante cambio a ese respecto, pero donde se espera que se produzca el gran salto de paradigma, con redes diseñadas desde el principio para soportar y gestionar adecuadamente un ingente volumen de datos, es con la tecnología 5G.

Casi se podría decir que, en la próxima generación de telefonía móvil, las comunicaciones de voz «de toda la vida» pasarán a un segundo plano, por primera vez en su historia. El Mobile World Congress de este año ya fue una clara muestra de la decidida apuesta de Intel por participar, desde el primer momento, en el desarrollo de la que será la próxima generación de telefonía móvil.

Ha firmado alianzas con operadores, fabricantes de equipos de red e, incluso, ha diseñado una plataforma de pruebas 5G transportable con la que se pueden realizar pruebas de funcionamiento y rendimiento en escenarios reales. Por derecho propio, cuando comencemos a utilizar redes 5G, Intel habrá tenido mucho que ver en ello.

IoT se abre camino

Y por último, aunque no por ello menos importante, precisamente la mezcla de los anteriores: muchos dispositivos conectados más 5G da como resultado Internet de las Cosas. No es casual que la compañía se haya interesado por esas dos áreas que, a su vez, están tan relacionadas con la próxima gran evolución de Internet.

A día de hoy sólo podemos concebir parcialmente la cantidad de posibilidades que se abren frente a nosotros con IoT. De lo que sí que es consciente el fabricante es que su experiencia y su especialización en áreas directamente relacionadas es un valor seguro y, por ello, también está dedicando buena parte de su trabajo al desarrollo de estándares que permitan la interoperabilidad entre «cosas conectadas», algo fundamental para que no se frustren buena parte de las expectativas depositadas por muchos en Internet de las Cosas.

Estas son, en resumen, las razones que han empujado a invertir en Intel a los inversores que buscan altas rentabilidades. Invertir nunca es, desde luego, una apuesta segura (¿existen las apuestas seguras?), pero su solidez, su proyección de futuro y su acreditado historial de evolución y adaptación temprana a los cambios hacen que cada vez más analistas vean que este es un gran momento para invertir en ella.

Imagen: Shutterstock

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