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El origen japonés de los emojis

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Escritura cuneiforme

Antes de que empecemos a pensar que hemos alcanzado el mayor avance de la historia de la humanidad en el desarrollo del lenguaje escrito, apuntando al empleo de elementos tan sintéticos como las imágenes, me he permitido comenzar esta noticia con una fotografía de escritura cuneiforme, la empleada por la civilización sumeria, y reconocida históricamente como la primera escritura mediante pictogramas, allá por el cuarto milenio antes de Cristo (el sexto antes de Whatsapp). La evolución, no obstante, hizo cambiar los pictogramas por alfabetos, eliminando la limitación que supone la necesidad de representar gráficamente determinados conceptos, y permitiendo con el paso de los siglos la estandarización de los idiomas, basados en diferentes alfabetos.

Sin embargo, y como recordábamos ayer, todo cambió a principios de los ochenta, cuando Scott Fahlman creó los dos primeros emoticonos, dando así origen a una vuelta a una forma básica de pictogramas que, eso sí, en esta ocasión empezaron a emplearse como complemento a determinados textos transmitidos a través de redes (en aquellos tiempos, de BBSs y otros servicios similares). Desde entonces, y durante alrededor de 15 años, la comunidad de usuarios de este tipo de servicios adoptó los emoticonos de manera masiva, y la llegada de Internet sirvió para que estos se popularizaran todavía más. Hablamos, ahora, de mitades y el segundo lustro de los 90, cuando las interfaces gráficas empezaron a ganarle la partida a las basadas en texto en el contexto de los ordenadores.

Y con ese cambio, empezaron a aparecer los primeros emoticonos gráficos, que combinaban los basados en ASCII (de los que hemos hablado hasta ahora) con el más que popular smiley, es decir, el círculo amarillo con borde negro, ojos y boca sonriente, que también se hizo popular a principios de los 90 por su vinculación con el, entonces, muy popular acid-house (una mezcla de corriente musical, cultural y, sobre todo, hedonista). Algunas aplicaciones empezaron a detectar de manera automática la utilización de emoticonos ASCII y a cambiarlos, automáticamente, por emoticonos gráficos que representaban lo mismo, pero con un aspecto más visual. Y así, alcanzaron su máxima popularidad en la pasada década, con su inclusión en el entonces servicio de mensajería instantánea rey de la red: Microsoft Messenger. Sin embargo, y aunque por aquellos entonces todavía en la sombra, el relevo a los emoticonos ya se estaba empezando a definir en el imperio del sol naciente…

Fue, concretamente, a finales de la última década del pasado siglo, cuando Shigetaka Kurita, trabajador de i-mode, la plataforma de acceso móvil a Internet de la teleco japonesa NTT DoCoMo diseñó un conjunto de 176 caracteres de 12 x 12 píxeles, basados en su mayoría en símbolos de la cultura japonesa. La idea era incorporarlos a determinados dispositivos móviles (como su Pocket Bell, el primero de la historia en incluir un corazón como carácter). Acababan de nacer los emojis. Al tratarse de un desarrollo local, y cuyos «iconos» estaban muy relacionados con la cultura japonesa, en principio se destinaron de manera exclusiva al mercado local, y así siguió siendo hasta finales de la década pasada. Concretamente hasta la llegada del iPhone.

¿Y qué tiene que ver el smartphone de Apple con los emojis? Pues mucho. Muchísimo en realidad. iOS (en su momento iPhone OS), incluía un teclado emoji, pero que solo se mostraba en la versión japonesa del sistema operativo. No obstante, esto se descubrió rápidamente en occidente, y no tardaron en aparecer las primeras apps, gracias a las cuales era posible desbloquear (y por lo tanto emplear) el teclado emoji aún teniendo el sistema operativo en otro idioma distinto al japonés. Muchos usuarios, que ya venían de los tiempos de Microsoft Messenger, vieron en los emojis la posibilidad de volver a utilizar emoticonos gráficos en sus mensajes (correo electrónico, mensajería instantánea, etcétera), y la gran popularidad que alcanzó el iPhone desde su primera versión trajo asociado, a su vez, un enorme éxito de los emojis. Y tanto fue así que, en poco tiempo, el resto de sistemas operativos para dispositivos, así como algunos de los principales servicios online, pasaron a ser compatibles con este juego de caracteres, que de esta manera ya alcanzó una difusión masiva. Y Apple, por su parte, dejó de bloquear el teclado emoji solo para la versión japonesa de iOS, pasando a permitir que cualquier usuario y en cualquier idioma pudiera emplearlo fácilmente.

¿Emoticonos gráficos o emojis?

Puede parecer lo mismo, pero no lo es. La gran diferencia entre unos y otros es que, mientras que los primeros dependen exclusivamente de quién los diseña, los segundos han sido incorporados al estándar Unicode. Esto hace que, cuando un usuario emplea un emoji en su dispositivo, tenga la seguridad de que su receptor lo va a ver exactamente igual, aunque lo haga en una plataforma distinta. De este modo, se evita algo que ocurre de manera común con los emoticonos gráficos, y es que el destinatario (o destinatarios) del mensaje con el elemento gráfico no cuente con el mismo, y por lo tanto no pueda verlo de manera adecuada.

 

Imagen: Elías Gómez

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