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Sentencia ejemplar para crackers
Albert González, un joven estadounidense de 28 años, ha sido condenado a 20 años de prisión por el Tribunal Federal de Boston. El delito, por el que se declaró culpable el pasado septiembre, es haber pirateado millones de tarjetas de crédito, por lo que se enfrentaba a penas de entre 17 y 25 años. Finalmente, el ‘cracker’ ha sido inculpado por complot, fraude informático y robo de identidad.
Albert González, un joven estadounidense de 28 años, ha sido condenado a 20 años de prisión por el Tribunal Federal de Boston. El delito, por el que se declaró culpable el pasado septiembre, es haber pirateado millones de tarjetas de crédito, por lo que se enfrentaba a penas de entre 17 y 25 años. Finalmente, el ‘cracker’ ha sido inculpado por complot, fraude informático y robo de identidad.
Hoy, González comparece de nuevo ante el tribunal por otros casos de pirateo relacionados con una cadena de restaurantes de Nueva Jersey. En total, habría robado los datos de más de 130 millones de tarjetas bancarias, desde hace cuatro años. Se trata del caso de robo informático más importante de la historia de Estados Unidos. «Pese a que muestra remordimientos y ha devuelto un millón de dólares que había escondido en el jardín de sus padres, debo lanzar un mensaje, dado el enorme coste de su delito«, ha declarado la juez Patti Saris.
La defensa del acusado ha alegado síndromde de Asperger, una forma de autismo, para quitarle su responsabilidad, algo que ha sido rechazado por el fiscal, ya que los expertos no han encontrado síntomas en él. «Su conducta compulsiva no tiene nada que ver con un problema mental. Se trata de un gran plan a largo plazo«, ha subrayado. «Este caso es completamente aparte, se trata de un fraude y usurpación de identidad que ha causado inmensas pérdidas a un número muy importante de personas«, ha dicho.
Métodos de robos
Albert González se valió de dos cómplices para desarrollar un «medio sofisticado» para para infiltrarse en las redes de los supermercados y organismos financieros y robar las coordenadas bancarias de sus clientes. Luego las enviaban a servidores situados en Estados Unidos, Países Bajos y Ucrania y borraban todo rastro de sus fechorías.
Durante el proceso, González ha aceptado devolver a sus víctimas —mediante la confiscación de bienes— lo robado, «más de 2,7 millones de dólares» que había utilizado para comprar un apartamento en Miami, un BMW, un solitario comprado en la joyería Tiffany y varios Rolez. Asimismo, ha reunido un millón de dólares en efectivo que había enterrado en el jardín de sus padres, según informan en El Mundo.
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