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Taiwán no quiere ejecutivos chinos en sus empresas tecnológicas

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Taiwán

Las relaciones entre Taiwán y China nunca han sido buenas. Bueno, en realidad siempre han sido bastante malas. El gigante asiático nunca ha renunciado a considerar la isla como una más de sus provincias, negando sistemáticamente su soberanía y manteniendo sus propias estructuras administrativas en la isla. Es más, hay que recordar que aunque normalmente hablamos de Taiwán como estado (nombre que tiene su origen en la propia isla), el nombre real del estado es República de China (ojo, no República Popular de China, que es el nombre del país con el que mantiene el conflicto).

Esta paradójica situación tiene su origen en 1949, al final de la guerra civil China, en la que el Partido Comunista dirigido por Mao Zedong se hizo con la victoria frente al régimen de la República de China del Kuomintang (Partido Nacionalista Chino) de Chang Kai Chek. En ese momento Zedong se hizo con el control de todo el país, excepto de la isla de Taiwán donde el partido nacionalista se hizo fuerte, y mantuvo la estructura de la República China, pese a que la República Popular China nunca dejó de considerarla un territorio propio. Y aunque ya han pasado casi 70 años desde entonces, y Taiwán ya goza de reconocimiento como estado independiente por parte de la comunidad internacional, la duplicidad de estructuras, los encontronazos y desplantes políticos y la tensión no han cesado en absoluto.

La última muestra de ello es que, tal y como informa la Agencia Reuters, la negativa por parte de la administración taiwanesa a permitir que la entrada de ejecutivos chinos en los consejos de administración de las empresas de Taiwán. De un tiempo a esta parte, el dinero ha comenzado a fluir desde el continente a la isla, lo que recientemente ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que algunos de estos inversores chinos pudieran hacerse con algún sillón en el competitivo sector tecnológico del país.

El principal riesgo, y la razón de la negativa a permitir que esto ocurra viene por el temor al espionaje industrial y, más concretamente, a las «dificultades para proteger su propiedad intelectual» a las que se enfrentaría el conglomerado industrial de la isla. Y esta no es solo la opinión de la administración taiwanesa, también grandes nombres del sector privado como Morris Chang, presidente de Taiwan Semiconductor Manufacturating Co. (TSMC), una eminencia en el sector, considera que las inversiones siempre deben ser bienvenidas, pero que no deben convertirse en una puerta para acceder a los consejos de dirección.

El origen de estas declaraciones se encuentra en la reciente inversión por parte de Tsinghua Unigroup, empresa de origen y fondos chinos, en varias empresas de Taiwán, lo que en principio se traduciría en la llegada de la misma a, al menos, dos consejos de dirección. Esto ocurre en un momento en el que, no obstante, la relación industrial y comercial entre ambos estados parece ir destensándose. Recientemente TSMC anunció su intención de poner en marcha una planta de producción en China. Y, por su parte, la administración de Taiwán está valorando la posibilidad de abrir a los inversores chinos el sector de diseño de chips (no el de producción, en el que ya participa). Pero, siempre, solo en el rol de inversores. De momento (y cabe esperar que, todavía, por bastante tiempo) los consejos de dirección de las empresas tecnológicas taiwanesas están cerrados a cal y canto para China.

 

Imagen: Sekisama

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