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Los aranceles automotrices de Trump provocan otra guerra comercial

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aranceles automotrices de Trump

Las acciones de los fabricantes de automóviles de todo el mundo se desplomaban ayer ante el anuncio de los nuevos aranceles automotrices de Trump, un 25% a todos los vehículos y piezas de automóviles de fabricación extranjera importados a Estados Unidos. Más allá de las fluctuaciones bursátiles y los siempre nerviosos inversores, la medida provocará una guerra comercial sin precedente ya que los países afectados han anunciado represalias.

Los aranceles automotrices de Trump también tendrán repercusión en la industria tecnológica global, ya afectada por los propios aranceles a la fabricación de chips. Y es que la industria del motor depende cada vez más de los semiconductores en apartados como el de la seguridad o el del info-entretenimiento, además de ser clave en los coches autónomos o en los eléctricos en plena transición.

Respuestas a los aranceles automotrices de Trump

La nueva administración de la Casa Blanca está usando los aranceles como un incentivo para obligar a los proveedores extranjeros a fabricar en el país y también a doblegarse en cuestiones geopolíticas. Pero conllevan un importante aumento de costes que finalmente será repercutido en el comprador final. Entendiendo que los impuestos a las importaciones son perjudiciales para todos, incluido Washington, la medida probablemente deprimirá la producción, elevará los precios, rebajará las ventas y alimentará una guerra comercial global.

Ello, en general, porque varios medios estadounidenses señalan que la medida «es un regalo para Tesla», como pago a su socio Elon Musk en un momento complicado para la compañía.

aranceles automotrices de Trump

Los hasta ahora aliados de Estados Unidos, desde Tokio hasta Berlín, han denunciado los aranceles impuestos para el mundo del motor que entrarán en vigor a partir del 3 de abril, por injustificados y por violar acuerdos comerciales existentes. La mayoría amenaza con represalias, en ese sector o en otros más favorables a EE.UU.

El primer ministro de Canadá ha sido el más duro, al asegurar que los lazos profundos con Estados Unidos «había terminado». Mark Carney advirtió a los canadienses que Trump había alterado permanentemente las relaciones y que, independientemente de cualquier acuerdo comercial futuro, “no habría vuelta atrás”. «La antigua relación que teníamos con Estados Unidos, basada en la profundización de la integración de nuestras economías y en una estrecha cooperación militar y de seguridad, ha terminado».

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, señaló que había comunicado a su homólogo estadounidense que los aranceles no eran una buena idea. «Perturban las cadenas de valor, generan un efecto inflacionario y destruyen empleos. Por lo tanto, no son buenos para las economías estadounidense ni europea», afirmó. Macron señaló que París colaboraría con la Comisión Europea en una respuesta para que Trump reconsiderara su postura.

Desde Alemania, también enfatizaron que la comisión defendería el libre comercio como base de la prosperidad de la UE. El canciller alemán, Olaf Scholz, calificó sin rodeos la decisión de Trump como equivocada y dijo que Washington parecía haber «elegido un camino al final del cual sólo hay perdedores, ya que los aranceles y el aislamiento perjudican la prosperidad de todos».

El primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, afirmó que los aranceles eran «muy preocupantes» y que su gobierno respondería con pragmatismo y lucidez. El Reino Unido «no quiere una guerra comercial, pero es importante que mantengamos todas las opciones sobre la mesa», afirmó.

Finalmente, desde Asia también llueven las críticas y amenazan con represalias. Corea del Sur dijo que pondría en marcha una respuesta de emergencia completa a las medidas propuestas por Trump, mientras que el primer ministro japonés, Shigeru Ishiba, afirmó que Tokio estaba poniendo «todas las opciones sobre la mesa».

El Ministerio de Asuntos Exteriores de China afirmó que la estrategia estadounidense violaba las normas de la Organización Mundial del Comercio y no contribuía a la solución de sus propios problemas. Su portavoz, Guo Jiakun, declaró: «El desarrollo y la prosperidad de ningún país se logran imponiendo aranceles».

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