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Arancel de Trump al talento: 100.000 dólares al año para las visas más usadas en el sector tecnológico
Donald Trump ha firmado una proclamación presidencial que impone una tarifa anual de 100.000 dólares a las nuevas solicitudes de la visa H-1B, uno de los permisos de trabajo más utilizados en el sector tecnológico para contratar talento extranjero altamente cualificado. Tras meses de tensión con la industria, la medida acaba de entrar en vigor y tendrá una duración inicial de un año, como parte de la ofensiva de la Administración estadounidense contra la inmigración legal.
Las visas H-1B permiten a empresas tecnológicas, entre otras, contratar ingenieros, programadores y científicos extranjeros por periodos renovables de hasta seis años. Solo en 2025, Amazon obtuvo más de 14.000 aprobaciones, mientras que Microsoft y Meta superaron las 5.000 cada una, cifras que reflejan la dependencia del sector de un programa, cuyo principal beneficiario es India, con un 71% de las adjudicaciones en el último año.
La Casa Blanca justifica este nuevo ‘arancel’ en supuestos abusos del sistema, alegando que algunas empresas han despedido a empleados locales para reemplazarlos con titulares de H-1B, e incluso que el programa ha sido utilizado para fraudes y actividades ilícitas ajenas a la propia industria. En este sentido, el Departamento de Trabajo ha lanzado el llamado Project Firewall para reforzar la vigilancia, mientras que el Departamento de Seguridad Nacional podrá conceder exenciones discrecionales cuando considere que la contratación es de interés nacional.
Los analistas anticipan, de aplicarse con rigurosidad, un impacto económico severo, ya que además de encarecer el acceso a mano de obra especializada, la medida podría afectar a firmas de externalización con miles de peticiones cada año. Para las grandes tecnológicas, el golpe será más asumible, aunque con costes adicionales en un momento de ajustes y despidos masivos en Silicon Valley. Así, las primeras empresas con fuerte dependencia de las H-1B ya han registrado caídas de entre el 2% y el 5%.
Por supuesto, las críticas no se han hecho esperar en el sector afectado. El mismo Elon Musk, otrora punta de lanza de la Administración Trump en materia económica y antiguo titular de una H-1B, ha defendido que estas visas permiten atraer a «los trabajadores más inteligentes del mundo» y que limitar su acceso es un error estratégico. Inversores de capital riesgo advierten asimismo de que EE. UU. se arriesga a perder competitividad global al cerrar la puerta al talento extranjero.
A su vez, Trump ha anunciado la llamada «Gold Card», un nuevo visado acelerado para quienes donen un millón de dólares al gobierno, el doble si la aportación proviene de una corporación. Los fondos recaudados por esta vía se destinarán a un programa de promoción industrial gestionado por el Tesoro. Una iniciativa que, en contraste con el endurecimiento de las H-1B, premia a los perfiles de alto poder adquisitivo, denuncian las partes afectadas.
Desde luego, la ironía no pasa desapercibida: mientras endurece la entrada de trabajadores cualificados que sostienen a la industria tecnológica, Trump se presenta como el gran defensor de esas mismas empresas en su pulso con la Unión Europea. Hace apenas unas semanas, amenazó con nuevos aranceles y restricciones a los países que osen regular a gigantes como Google, Meta o Amazon.
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