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China llegará a exascale en 2020

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ALMA

El rendimiento de los sistemas informáticos es una carrera que se juega en todas las categorías. Y, aunque por cercanía a lo que estamos acostumbrados es a hablar de gigahercios en nuestros ordenadores, smarphones y tablets, así como en los sistemas diseñados para data centers, hay otras «ligas» en las que también se compite en esa disciplina. Y, sin duda, tiene particular cabida en el ámbito de la supercomputación, donde un incremento en el rendimiento se traduce no solo en una mejora en los tiempos de cálculo, sino también en la posibilidad de acometer tareas hasta ahora impensables. Y un hito, un hito particularmente importante a ese respecto, es llegar a la escala exascale, algo que Estados Unidos calcula lograr en 2023, pero que China compromete para 2020.

Pero, ¿qué es exascale? El rendimiento de los superordenadores se mide según la capacidad de operaciones de coma flotante que son capaces de llevar a cabo por segundo. En la actualidad, el rendimiento de los sistemas más avanzados se mide en petaflops, es decir, que son sistemas petascale. Un sistema de un petaflop es capaz de realizar 1015 operaciones de coma flotante por segundo. ¿Y un sistema, como el anunciado por los chinos, de un exaflop? En este caso estaríamos hablando de un rendimiento de 1018 operaciones de coma flotante por segundo.

El anuncio chino, del que se ha hecho eco Computerworld, ya va en la línea de lo que planteaba IEEE Spectrum hace año y medio, y prevenía precisamente de lo mismo que ahora, con la confirmación de los planes chinos, están afirmando muchas voces al respecto. Y es que no es lo mismo lo que pretende China con su Tianhe-3, que en previsión de muchos solo será capaz de alcanzar el exaflop como un pico de rendimiento, no de manera sostenida, ya que para eso todavía queda demasiado trabajo. La intención del gigante asiático sería, por lo tanto, anotarse el éxito de haber creado el primer sistema exascale y, claro, encabezar los listados de los superordenadores más potentes del mundo.

El planteamiento de Estados Unidos en su carrera hacia su primer sistema exascale es distinto, ellos prefieren llegar con un sistema que sea capaz de ofrecer ese rendimiento de manera sostenida, con un consumo de energía «asumible», de entre 20 y 30 megavatios y, claro, con aplicaciones capaces de sacar partido al rendimiento del sistema. Y, en ese punto, es donde la mayoría de los analistas coinciden en que el superordenador chino también tendrá que esperar unos pocos años (hasta 2023 o 2024) para ofrecer algo similar, es decir, un sistema que no solo sea capaz de alcanzar un pico de rendimiento de un exaflop, sino de mantenerlo, de que su consumo energético sea adecuado, y de contar con las herramientas de software necesarias para sacarle partido.

Imagen: ESO

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