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Analistas: «A Qualcomm se la considera un impuesto»

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La denuncia de la Comisión Federal de Comercio contra Qualcomm por monopolio ha puesto de manifiesto las tensiones y luchas que están librando los principales fabricantes de chipsets para móviles y algunos de sus principales clientes.

Apple es crucial para Qualcomm, ya que según el Wall Street Journal, los dispositivos móviles vendidos por la compañía le proporcionan casi la mitad de sus ingresos: 23.500 millones de dólares solo durante el pasado año fiscal. La relación entre ambas empresas es complicada, puesto que además de que los de Cupertino integren sus chipsets en el iPhone, Apple también fabrica chips para Qualcomm. Samsung también fabrica chips, lo que le convierte en un competidor potencial de ambos.

Muchos fabricantes de dispositivos pagan a Qualcomm cuotas de licencia, así como royalties, en base a un porcentaje del precio de un dispositivo. Este porcentaje puede llegar a ser hasta el 5% del precio que los consumidores pagan por ellos. La compañía licencia sus patentes a estos fabricantes en un bloque, y da lo mismo si solo utilizan algunas de las patentes del mismo. Es un área tan relevante para Qualcomm que consigue la mayoría de beneficios antes de impuestos de este tipo de productos.

Según Rufus Pilcher, socio de la consultora legal Morrison & Forrester, los fabricantes de móviles tienen cada vez una mayor presión para integrar más funciones y electrónica en ellos sin subir sus precios, por lo que para ellos, este sistema de licencias es cada vez más costoso. Pilcher comenta que con él, las empresas pagan por los chips y vuelven a pagar de nuevo por propiedad intelectual, mucha de la cual no llegan a utilizar. En sus palabras, «los fabricantes de dispositivos tienen mucha presión por parte de sus juntas directivas para reducir costes y presión por los royalties, y Qualcomm es una buena parte de ese problema».

La demanda de la Comisión Federal de Comercio alega que Apple quiso aliviar su carga de propiedad intelectual de Qualcomm, que para sus miembros supone sobrepasar los límites de los términos «justos, razonables y no discriminatorios» a los que Qualcomm debe ceñirse como propietario de patentes esenciales en la fabricación de smartphones. Esta demanda refleja que la compañía rebajó los costes de licencia de patentes a cambio de que los de Cupertino se comprometiesen a utilizar exclusivamente chipsets suyos, bloqueando a la competencia. Este acuerdo ya no está en vigor, y en el iPhone 7 Apple ya empleó chips de Qualcomm e Intel.

En el texto de dicha demanda también se refleja que Samsung, entre otros fabricantes de chips, ha intentado en el pasado conseguir la licencia de patentes de Qualcomm esenciales para la fabricación de smartphones, pero este se ha negado a facilitárselas.

Qualcomm sospechó que Apple y Samsung estaban implicadas en la investigación que desembocó en una condena impuesta al primero por el regulador de Corea del Sur por prácticas monopolísticas. Todo a pesar de no se había hecho público cuáles eran las siete empresas que habían facilitado información al organismo surcoreano. Pero la empresa, que sospechaba que las otras cinco eran fabricantes de chipsets rivales, solicitó a un tribunal federal de Estados Unidos que obligase a ambas a entregar toda la documentación que habían proporcionado a las autoridades coreanas. Según una portavoz de la empresa, esta solicitud se hizo para mejorar la defensa de Qualcomm, y no en el marco de una rivalidad con las dos compañías.

No todos los fabricantes de semiconductores licencian sus patentes de la misma manera. Por ejemplo, ARM Holdings facilita sus licencias a vendedores de chips, entre los que está Qualcomm, pero no a de los dispositivos. Lo hace a cambio de unos céntimos por cada chip, no cobrando varios dólares por cada smartphone. Según Stacy Rasgon, analista de Bernstein, «se la ve como un socio. A Qualcomm se la considera un impuesto«.

Pase lo que pase, las acciones legales emprendidas en Estados Unidos y Corea del Sur pueden tardar años en resolverse. Y aun así, el futuro de la demanda de la Comisión Federal no está claro, dado el cambio que acaba de producirse en el Gobierno de Estados Unidos. Independiente de cómo terminen, la apertura de estos dos casos refuerzan la sensación de que los clientes de Qualcomm quieren pagar menos por sus patentes, lo que podría perjudicar a la capacidad de la compañía de conseguir beneficios elevados con su propiedad intelectual.

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