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Opinión

¿Debe abrir Telefónica sus redes a competidores en España? Defendamos lo nuestro

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telefonica de españa

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En la Radiografía de la Pyme de Sage 2013 y 2014, hay un Informe titulado “Contexto Económico, Empresarial y Social de la Radiografía de la Pyme”. En dicho documento se explican los diversos planes de reformas puestos en marcha en los últimos años para transformar la economía y construir un nuevo modelo productivo más sostenible en España. El plan de reformas que más afecta a las TIC es la llamada Agenda Digital, que se empezó a elaborar en diciembre de 2012 y se ha desplegado en 2013 y 2014. Pretende que España discurra hacia la economía del conocimiento, con foco en la administración digital, las redes sociales, la movilidad, la formación en TIC, la adopción de las tecnologías de la información por la pyme y, de manera muy especial, con el desarrollo en telecomunicaciones, mediante la Ley General de Telecomunicaciones.

Se pone mucho énfasis en el despliegue de la fibra óptica porque, conforme estudios del World Economic Forum (Global Competitiveness Report) y de la OCDE (ICTNET) en 2013 y 2014, esa implementación tiene un fuerte impacto en el desarrollo del PIB, que genera productividad empresarial y competitividad de la economía. Con una importante correlación en el empleo: un ejemplo, es la dependencia directa de 30.000 empleos  -más otros 10.000 indirectos- de Telefónica, gracias al tendido de su fibra óptica que pretendía llegar a 20 millones de hogares. Digo pretendía, porque muchos medios de comunicación se han hecho eco de la posibilidad de que Telefónica se viera obligada a reducir su inversión en fibra óptica en España, si es compelida por la Comisión Nacional de Mercados y la Competencia (CNMC)  a abrir y compartir su fibra óptica son sus competidores.

Dejando a un lado las cuestiones políticas, aquí está en juego, por un lado, el principio de la economía de libre mercado y la libertad empresarial, al igual que el poner en riesgo los necesarios empleo e inversión, cuando se atisba la incipiente recuperación económica. Cada jugador del mercado de las telecomunicaciones tiene sus productos y servicios, obtiene sus clientes y, se entiende que, en noble lid, compite con otros jugadores por obtener una tarta mayor del mercado. Así es la libre competencia. Por tanto, es difícilmente comprensible que se obligue a una empresa privada –coincide que es española- como Telefónica, a compartir redes de fibra óptica con sus competidores. Hace muchos años que Telefónica dejó de ser monopolio y, por supuesto, empresa pública: si fuera alguna, o ambas cosas, podría entenderse mejor que el regulador obligue a Telefónica a competir en inferioridad de condiciones con sus competidores. No es el caso.

En el ámbito corporativo, no se han leído críticas a la compra de ONO por parte de Vodafone por 7.900 millones de euros o la OPA de Orange a Jazztel por 3.400 millones. Se ven como lícitas y legítimas. También estas empresas (Orange pertenece al Grupo France Telecom) invierten en fibra óptica y, cada vez más, se extienden por el mercado los paquetes combinados de telefonía fija, móvil, Internet, cine, televisión, videojuegos, es decir, telecomunicaciones y contenidos.

Todo ello tiene sentido en el contexto de la evolución digital, tanto de la economía como de la sociedad, entendiendo por tal a la población general, que debe de tener toda la libertad para elegir con qué operador de telecomunicaciones quiere contratar los servicios que desea. Con lo cual, a la cuestión macroeconómica del empleo y la inversión se une la sociológica de las tendencias sociales y los usos y costumbres de los usuarios, que, a nuestro entender, no deben ser coartados sino fomentados con libertad: así avanzan las sociedades por el camino del progreso y la libertad.

Telefónica ha hecho de la fibra óptica su gran foco de desarrollo de negocio, pero también sus competidores, que quieren ofrecer “todo integrado”, incluidos contenidos audiovisuales. En ese contexto se explica la compra de Canal+ por parte de Telefónica. La cuestión es por qué Telefónica tiene que abrir su redes a los competidores en toda España excepto en nueve ciudades. Cuando menos, tendría que haber reciprocidad y, por ejemplo, que los competidores abrieran las redes a Telefónica en aquellos mercados internacionales en que está presente.

Telefónica es la primera empresa multinacional española. Quizá sea hora de que los españoles dejemos de tirarnos piedras sobre nuestro propio tejado y empecemos a lo nuestro –como hacen los extranjeros en sus mercados-, siempre que haya libertad de elección para los consumidores.

jorge diaz cardiel

Jorge Díaz-Cardiel, socio director general de ADVICE Strategic ConsultantsAutor de “España y Estados Unidos: recuperación y paralelismos” (2014); “De la recuperación técnica a la real” (2013), “Éxito con o sin crisis” (2012), “La reinvención de Obama” (2011) y “Obama y el liderazgo pragmático” (2010).

Periodista especializada en tecnologías corporate, encargada de las entrevistas en profundidad y los reportajes de investigación en MuyComputerPRO. En el ámbito del marketing digital, gestiono y ejecuto las campañas de leads generation y gestión de eventos.

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