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Cómo la Inteligencia Artificial impulsa la fabricación de mejores medicamentos

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Las grandes compañías farmacéuticas están apostando fuertemente por la Inteligencia Artificial para acelerar el descubrimiento de nuevos fármacos y tratamientos. Para muestra, el acuerdo por valor de 43 millones de dólares que, según Reuters GlaxoSmithKline (GSK), ha firmado con Exscientia.

Pero no es la única: Merck & Co, Johnson & Johnson y Sanofi son otras de las que ya confían en la Inteligencia Artificial para avanzar en sus investigaciones. El objetivo de todas ellas no es otro que utilizar los supercomputadores actuales, así como los sistemas de machine learning para predecir cómo se comportarán las moléculas y la probabilidad que tienen de dar lugar a un medicamento útil, ahorrando tiempo y dinero en pruebas y procedimientos diversos.

Según Andrew Hopkins, CEO de Exscientia y antiguo empleado de Pfizer, «muchas grandes farmacéuticas se están dando cuenta del potencial que tiene este enfoque y de cómo puede ayudar a mejorar su rendimiento«. La tecnología que utilizan en su empresa es un ejemplo de ello, puesto que su sistema de Inteligencia Artificial puede identificar fármacos, potencialmente viables, en la cuarta parte de tiempo que utilizando los sistemas tradicionales. Además, por la cuarta parte de lo que les costaría hacerlo con un sistema convencional.

Exscientia, que también llegó a un acuerdo con Sanofi el pasado mes de mayo, es solo una de las muchas startups que están naciendo tanto en Europa como en Estados Unidos y que se encargan de aplicar la Inteligencia Artificial a la investigación de fármacos. Por ejemplo, Berg, Numerate, twoXAR, AtomWise o la británica BenevolentAI.

Nooman Haque, responsable de Ciencias Biológicas del Banco de Silicon Valley en Londres, opina que «a ojos de las farmacéuticas, estas empresas son básicamente compañías de biotecnología con las que firmar acuerdos y que les ayudan a agilizar sus operaciones. Si esta tecnología demuestra que funciona, se empezarán a ver fusiones y compras de estas compañías con farmacéuticas, y a una mayor integración de los motores de Inteligencia Artificial en las áreas de investigación y desarrollo de las farmacéuticas«.

No es la primera vez que las farmacéuticas se apoyan en la tecnología para aumentar su productividad en investigación y desarrollo. A principios de siglo, el uso de robots para las pruebas rápidas de millones de componentes dio lugar a millones de pistas sobre fármacos, pero no se consiguieron resolver los fallos del proceso de investigación. Como consecuencia, las grandes farmacéuticas están comenzando a utilizar la Inteligencia Artificial con mucha cautela, ya que son conscientes de que esta tecnología tiene todavía que demostrar que es capaz de conseguir el paso de una nueva molécula de la pantalla del ordenador al laboratorio y a las pruebas, y por último, al mercado.

John Baldoni, responsable de Plataformas de Tecnología y Ciencia de GSK, es consciente de ello: «creo que tiene que probarse, pero creemos que debemos probar«. Además, Baldoni está promoviendo las inversiones en Inteligencia Artificial dentro de la empresa, y se ha encargado de contratar trabajadores atípicos si se comparan con los que suelen contratar generalmente, puesto que cuentan con experiencia en informática y gestión de datos. Entre ellos hay incluso astrofísicos.

Su objetivo es reducir el tiempo que pasa desde que se identifica un objetivo para intervenir en una enfermedad hasta dar con una molécula que actúe contra ella. En la actualidad pasan una media de cinco años y medio entre ambos puntos, y Baldoni quiere rebajarlo hasta uno. Con su nuevo acuerdo con Exscientia, GSK podrá buscar fármacos candidatos para hasta 10 objetivos relacionados con enfermedades. GSK se encargará de proporcionar financiación para la investigación.

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