A Fondo
Espacios de Datos: ¿la última oportunidad para la UE?
Europa ha llegado tarde a casi todas las revoluciones tecnológicas de las últimas décadas. Llegó tarde al cloud, está dejando pasar de largo muchas de las posibilidades que ofrece la inteligencia artificial y si no acelera el ritmo de inversión, puede que también pierda el tren de la computación cuántica.
No ha llegado tarde por supuesto a su capacidad para regular y leyes como la GDPR, la DMA (Ley de Mercados Digitales) o la más reciente Ley de IA, sirven como marco de referencia para muchos otros países. Ahora bien, en un mundo en el que la victoria de Donald Trump amenaza con una guerra comercial a gran escala y en el que términos como globalización empiezan dar paso a otros como nacionalismo, el viejo continente tiene que plantearse que la dependencia tecnológica exterior puede convertirse en una losa para su propia competitividad.
Desde las instituciones europeas se han dado algunos pasos. Iniciativas como ese mercado digital único europeo o el desarrollo de un interfaz cloud común bajo el paraguas de Gaia-X son desde luego bienvenidos, aunque de momento son insuficientes. Ahora, la Comisión Europea quiere hacer precisamente de Gaia-X su punta de lanza para construir un consenso global que regule el intercambio de datos no solo dentro de los mercados nacionales o globales, sino también en los flujos de datos transfronterizos globales.
Del modelo centralizado, al dato federado
Para mantener la soberanía del dato, reforzar su presencia cloud y terminar con la dependencia de las grandes multinacionales tecnológicas americanas, a la vez que frustra las ambiciones tecnológicas chinas para el viejo continente, Europa plantea como desarrollo lógico de Gaia-X, los nuevos espacios de datos.
Si todo sale bien (y este es un gran si), estos nuevos espacios deberían ser la base sobre la que se construya la nueva industria cloud europea y por extensión, la plataforma para el desarrollo de su propia IA. El objetivo último, que en estos momentos se antoja casi quimérico, que una UE cada vez más dividida alcance su propia soberanía digital.
A diferencia del modelo actual, bajo el cual las empresas dependen de uno o varios proveedores centralizados, los espacios de datos que plantea la comisión europea apuestan por un modelo federado. Bajo este paradigma, los Espacios de Datos buscan facilitar el intercambio seguro, soberano y eficiente de datos entre organizaciones, empresas y sectores y están diseñados para permitir la su interoperabilidad apostando por estándares comunes y bajo la legislación europea.
De esta forma, los datos nunca abandonan la infraestructura del propietario, lo que garantiza la soberanía del dato, al mismo tiempo que permanecen accesibles a terceras partes mediante la firma de acuerdos claros.
A diferencia del modelo que representan empresas como AWS, Google Cloud o Microsoft Azure, es decir, plataformas individuales que compiten entre sí, los espacios de datos apuestan por construir ecosistemas colaborativos que unan a múltiples actores, con un énfasis en objetivos comunes y la creación de valor colectivo.
España impulsa sus propios espacios de datos
Paradójico resulta que sea precisamente el contexto internacional actual el que ha servido como impulso para estos nuevos espacios. Y es que un sentido de urgencia recorre las principales economías de la eurozona en este aspecto.
En el caso de España, el pasado mes de noviembre se presentaba el Plan de Impulso de Espacios de Datos, un ambicioso programa dotado con 500 millones de euros hasta 2026 y con el que se quiere acelerar la creación de espacios de datos sectoriales.
Entre los primeros proyectos, destacan la compartición de datos clínicos entre hospitales para un diagnóstico más efectivo y el uso de datos en el transporte urbano para mejorar la movilidad. El nuevo Plan se estructura en seis ejes de acción que incluyen a promotores, empresas tecnológicas y habilitadores clave, además de iniciativas de datos públicos y campañas de divulgación.
No obstante y como destacan cada vez más voces comunitarias, estos espacios no podrán ser competitivos si no son capaces de saltar las fronteras de los estados de la UE para alcanzar un desarrollo transnacional. Solo así, existe una posibilidad de poder competir contra unos hiper-escalares cuyo modelo de negocio no se puede replicar… por dos motivos fundamentales: es demasiado complejo y no hay recursos financieros para ello.
O tal y como lo explica Ulrich Ahle, CEO de Gaia-X: «como europeos, perdimos la batalla en B2C frente a los hiperescalares, pero estamos convencidos de que en el ámbito B2B tenemos una buena oportunidad de desempeñar un papel real en el juego global de la digitalización, basado en valores europeos y creado aquí, en un ecosistema de la UE»
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