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Abogados reclaman al FBI sus técnicas de hacking

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FBI

Si ya llevamos bastante tiempo sumidos en el debate seguridad vs privacidad, ahora se nos puede venir encima otro igual de complejo, y en el que también resulta difícil tomar partido por una postura, sin sentir al menos en parte que la otra también es defendible por múltiples razones. Hablo de la elección entre seguridad vs legalidad. Y antes de que lo pienses no, no me refiero a medidas condenadas mundialmente como el campo de prisioneros de Guantánamo, no. Me refiero a situaciones más complicadas, como a la que se está enfrentando actualmente el FBI en varios casos abiertos contra delincuentes probados, gracias a sistemas que no puede revelar, como cuenta hoy Computerworld.

Estos son los antecedentes: la agencia federal llevó a cabo una investigación en la que perseguía una red de pederastia que operaba en la web profunda (deep web) y, para tal fin, empleó una técnica que lleva utilizando poco tiempo y que permite romper el anonimato que, en principio, ofrecen el navegador y la red Tor. Las pesquisas llevadas a cabo por la agencia federal han permitido la detención de personas implicadas en, sin duda, uno de los tipos de delito que más impacto ocasionan en todo el mundo. Así que, en principio, todo parece fenomenal, ¿verdad? No hay paz para los malvados y los chicos del FBI han hecho bien su trabajo y han convertido el mundo (bueno, en este caso Internet) en un lugar más seguro.

Y así todo parecía estupendo, hasta que llegaron los abogados defensores de los acusados, exigiendo que el FBI les permita acceder al código fuente del sistema empleado para obtener la prueba de cargo que hace que sus representados ya tengan un pie en la cárcel. Los acusados deben tener, siempre, la capacidad de poder cuestionar las pruebas con las que son acusados, pero si la base de las mismas permanece oculta, se le estará negando un derecho básico (por ejemplo, en Estados Unidos está contemplado en la sexta enmienda a la constitución). Dicho de otra manera, si el FBI no facilita esa información a la defensa de los acusados, estos no podrán defenderse conforme a los derechos que les son reconocidos por el sistema judicial estadounidense.

¿Y cuáles son, entonces, las posibilidades? La primera es que todo siga como hasta ahora, con los abogados reclamando ese acceso y el FBI negándolo. En tal caso, cabe la posibilidad de que la prueba sea desestimada y, sin ella, la acusación no tenga elementos suficientes como para probar la comisión del delito por parte de los acusados. Es decir, que podrían ser declarados inocentes por falta de pruebas. La otra posibilidad es que la agencia federal acceda a, en unas condiciones muy concretas, permitir el acceso al código fuente de su herramienta de hacking a las defensas de los acusados. En tal caso, cabe suponer que quedaría probada la comisión del delito, la prueba sería válida y, por lo tanto, los culpables pagarían por sus fechorías. Pero, claro, eso comprometería la seguridad y, por lo tanto, la efectividad, de esta herramienta con la que se ha cazado a los pedófilos.

Este caso es el más relevante, pero no el único, en el que un juicio basado en una investigación en la que el FBI ha empleado este sistema es cuestionado por la defensa de los acusados. Así, es posible que la agencia tenga que mostrar a las defensas de muchos acusados sus herramientas, comprometiendo su efectividad, o bien que no lo haga y asuma que muchas de sus pruebas serán desestimadas por los tribunales. Varios tribunales a lo largo de Estados Unidos se enfrentan a causas en las que el sistema empleado por la agencia federal podría estar comprometido.

 

Imagen: Dave Newman

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