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¿Por qué debe Apple diseñar unas smartglasses?

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Óptica

En el sector tecnológico existe la costumbre de, al comprobar que una tecnología no ha terminado de encajar en el mercado, darla por poco menos que muerta. Y lo cierto es que, por norma general, funciona, ya estemos hablando de tecnologías, tipo de dispositivos, etcétera. Sin embargo no siempre es así, y un ejemplo muy claro (y presente) lo tenemos en la realidad virtual que, pese a no ser algo nuevo, ahora resurge con más fuerza que nunca, y con posibilidades cada vez más reales de convertirse en algo habitual en nuestras vidas. Y algo parecido podría ocurrir con las smartglasses, es decir, las gafas inteligentes. Y es que hasta ahora el único producto que ha alcanzado cierta notoriedad en este campo son las Google Glasses, que tras un hype tremendo en sus primeros tiempos, parecen haber caído totalmente en el olvido.

¿Significa esto que nos podemos olvidar de las gafas inteligentes? Pues como bien apunta hoy Computerworld, en absoluto. Más bien al contrario, es posible que a medio plazo se convierta en un mercado mucho más grande de lo que pensamos. Hasta el punto de que, incluso, sea el que condicione la compra de otros dispositivos que ya nos acompañan en nuestro día a día.

Hace poco se ha producido una fusión empresarial que tiene mucho que decir al respecto: la de Essilor y Luxottica. Es bastante probable que, ahora mismo te estés preguntando por la relación entre el mayor fabricante de cristales correctivos del mundo (y creador, por ejemplo, de las lentes progresivas) y el de algunas de las marcas de gafas y monturas más populares y vendidas (Ray-Ban, Oakley, Vogue Eyewear, Giorgio Armani, Brooks Brothers, Bulgari, Burberry, Chanel, Coach, Dolce & Gabbana, DKNY, Polo Ralph Lauren, Prada y un largo etcétera).

La relación surge, precisamente, en el momento en el que el CEO de Essilor, Hubert Sagnières, afirmó a los medios que el propósito de esta fusión es innovar en el desarrollo de las gafas conectadas y la capacidad de hacérselas llegar al gran público. Ya el año pasado la empresa presentó el prototipo de un sistema de realidad aumentada denominado MyEye, capaz de reconocer texto escrito y «leerlo» para personas con problemas de visión. La tecnología está en el punto de mira de un gigante de las gafas, por lo que su potencial para hacérselas llegar al gran público son muy, muy elevadas. Es decir, que no es que las smartglasses puedan tener futuro, es que con un planteamiento adecuado, en algún momento todas las gafas podrían llegar a ser inteligentes. Puede sonar extremo, pero lo mismo podíamos pensar de los teléfonos móviles hace 15 o 20 años.

Por qué apostamos por Apple

Y ahora, volvamos a la pregunta inicial, ¿por qué Apple debe entrar en el mercado de las smartglasses? Hay varias razones, en realidad. La primera es la que ya comentaba anteriormente. Supongamos que EssilorLuxottica (nombre de la empresa resultante de la fusión), el mayor fabricante de gafas del mundo, llega a un acuerdo con Google para que sus gafas inteligentes funcionen en conexión con dispositivos con Android, ¿en qué situación dejaría eso a Apple? No parece la más adecuada, y recordemos que los de Cupertino no están pasando precisamente por su mejor momento de estos últimos años.

La segunda razón son los usuarios de dispositivos de Apple. ¿Qué pensaría alguien que emplea diariamente iPhone, quizá iPad y, llevado al extremo, un Apple Watch, al ver que otros fabricantes (incluso no tecnológicos) le sacan distancia en ese campo? Y peor aún, ¿qué pensarían los accionistas de una situación similar? Apple es, para muchos (incluidos sus inversores) sinónimo de innovación, y la valoración de la compañía (y sus títulos) se sostiene en gran parte en esta percepción. Así pues, ver como una empresa de gafas (aunque sea la más grande del mundo) adelanta a Apple con una solución tecnológica, quizá no tendría un encaje demasiado positivo en este contexto.

Y la tercera. Ayer mismo volví a ver el biopic de Steve Jobs interpretado por Ashton Kutcher, y uno de los momentos más interesantes de la película es, sin duda, cuando reproduce el primer encuentro entre Jobs y Jonathan Ive. En el mismo, cuando Jobs le pregunta a Ive la razón por la que ha permanecido trabajando en Apple en los tiempo de Gil Amelio, Ive responde que su razón es que él seguía creyendo en la visión de Jobs. ¿Qué visión? La de que los dispositivos tenían que ser una ampliación del usuario. En este sentido y, por lo tanto, en la «filosofía Jobs», que sirvió para reflotar una compañía ruinosa a finales de los 90, y convertirla en una de las más valoradas a principios de esta década, Apple debería dedicar muchos, muchísimos recursos (más de los que ya tiene trabajando en esta tecnología) para llevar rápido y bien a una posición avanzada en este campo.

 

Imagen: Alex Grichenko

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