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El lento pero inexorable declive de las líneas fijas (e Internet por cable)

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Con la proliferación de los teléfonos móviles y, especialmente, la llegada a ese mercado de unas tarifas razonables (aún recuerdo haber pagado más de 100 pesetas por minuto de llamada), han ido provocando un cambio que, en el momento actual, ha relegado al teléfono fijo a un modesto segundo plano. Y es que, especialmente en comunicaciones entre particulares, ¿quién llama a un teléfono fijo? Cada vez menos personas, y solo por razones muy concretas. ¿Y qué ocurre con Internet? Pues que, aunque todavía no lo notemos de la misma manera, se está produciendo ese mismo cambio, y cada vez son más las personas que solo emplean servicios de conectividad inalámbrica para acceder a Internet. La consultora Deloitte ha publicado un interesante informe en el que analiza esta tendencia, le pone algunos números, y se aventura a predecir cuál será la evolución en los próximos años.

Ahora bien, hay algunos aspectos que es importante tener claro al hablar de esta transformación, y de qué significa, en cada caso, conectividad doméstica inalámbrica a Internet, y de los cambios que, a este respecto, viviremos próximamente. Y es que el estudio distingue entre el tipo de conectividad doméstica que predomina actualmente en países como España o Turquía, y que se basa en emplear como única conexión a Internet la que nos ofrece nuestra tarifa de datos del móvil, y otros en los que hablamos de señal inalámbrica, pero que nos es ofrecida por nuestro proveedor en un emplazamiento concreto.

Conectividad inalambrica actual

Fuente: Deloitte

En nuestro caso, como se puede ver en el gráfico, algo más del 15% de la población se conecta a Internet, desde casa, empleando exclusivamente una conexión inalámbrica con su proveedor (ojo, es importante, a este respecto, entender que en no estamos hablando de conectividad wifi, pues en tal caso la conexión sí que llega hasta el domicilio mediante cable). Como ya comentábamos anteriormente, en este caso estamos hablando de conexiones móviles, es decir, las asociadas a smartphones y dispositivos similares. Sin embargo, en este caso es importante tener en cuenta que hablamos de un modelo que solo es válido para consumos de datos moderados y bajos. Y la principal razón para elegir este modelo es, sin duda, el control de costes, ya que contar con una conexión a Internet en el hogar implica la contratación de una línea fija, y la presión que imponen los operadores actualmente con sus tarifas convergentes hace que las ofertas «solo Internet» no resulten competitivas.

Sin embargo, y aunque esa es la situación actual, no es el futuro al que señala Deloitte en su informe. Lo que está por venir, y que sí que repercute de manera muy directa no solo en usuarios particulares, sino también en profesionales y empresas (especialmente pymes) es la progresiva transición de los sistemas empleados por las telecos para llevar la conectividad a emplazamientos concretos. Unos sistemas que, con la cada vez más cercana llegada de las redes 5G, empezará a desplegar soluciones en la que el segmento comúnmente denominado «última milla» será inalámbrico. Así, y al igual que los dispositivos que tenemos en casa o en la oficina se conectan al router wifi, el estudio de la consultora apunta a que en pocos años ese será el sistema mediante el cuál nos conectaremos a la red de datos. Los operadores instalarán puntos de acceso inalámbricos, nosotros (con el hardware adecuado, claro), nos conectaremos a los mismos y, desde ese punto, todo será ya similar a las redes locales que empleamos en la actualidad.

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