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Sony se ha permitido subir el precio de PS5, ¿por qué Microsoft y Nintendo no han seguido sus pasos?

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Hace solo unos días Sony confirmó una subida del precio de PS5, un movimiento con que la compañía japonesa justifica hablando de cosas como el incremento de los costes de producción y la inflación, pero lo cierto es que:

  • La escasez de semiconductores ya no es un problema grave.
  • Los precios de componentes tan importantes como la DRAM y la memoria NAND Flash, que se suministran bajo contratos de duración determinada, están bajando.
  • La inflación afecta por igual a Microsoft y Nintendo, y ninguna de estas dos compañías ha subido el precio de sus consolas.

Con esos tres puntos sobre la mesa, y teniendo en cuenta que PS5 pronto cumplirá dos años, es difícil justificar de verdad la subida de precio de dicha consola, pero tiene una explicación bastante sencilla. Sony ostenta una posición privilegiada, y la enorme victoria que cosechó en la generación anterior con PS4 le ha dado una imagen y un prestigio que han beneficiado enormemente a PS5.

Como consola, PS5 es un sistema que pierde en potencia bruta frente a Xbox Series X, tiene menos capacidad de almacenamiento y carece de servicios tan interesantes com el Xbox Game Pass. A pesar de todo, se ha creado a su alrededor el mantra de que es la mejor consola de la nueva generación, algo que me recuerda a lo que ocurrió con PS2.

La imagen a nivel de empresa es tan importante y puede beneficiar tanto a sus productos que hoy todavía hay gente que cree que PS2 realmente fue la consola más potente de su generación, y PS5 se encuentra en una situación similar. Esto desató una enorme locura alrededor de PS5 desde que llegó al mercado, «todo el mundo» quería comprar una consola, y esa enorme demanda unida a la baja capacidad de producción de Sony hicieron que los revendedores y especuladores se lucraran drenando el mercado para luego vender enormes cantidades de PS5 al doble o al triple de su precio.

Casi dos años después de su lanzamiento la situación se mantiene prácticamente sin cambios. Cada PS5 que llega al mercado se agota al instante, Sony lo sabe, y es consciente de que puede permitirse subir el precio de su consola sin que esto afecte a sus ventas. Por contra, Microsoft y Nintendo no se encuentran en la misma situación, sus consolas han sido un éxito, pero saben que una subida de precio sí que podría afectar a sus ventas, y han preferido no seguir los pasos de Sony.

Esa decisión es acertada porque mejora, además, el valor de sus consolas frente a PS5. Esa consola es hoy más cara que hace dos años, y sigue siendo menos potente y menos interesante a nivel de servicios que una Xbox Series X. Nintendo Switch juega en otra liga, pero la pequeña de Nintendo va camino de superar a PS4 en ventas. Veremos cómo evoluciona la situación, pero creo que Sony no está acertando con los movimientos que está realizando, y si en algún momento se llega a derrumbar esa fachada que se ha construido alrededor de PS5 podríamos volver a vivir una situación similar a la de la generación de PS3 y Xbox 360.

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