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OVHcloud y la Comisión Europea exploran una nube soberana

El debate sobre la soberanía tecnológica en Europa suma un nuevo capítulo tras conocerse que OVHcloud mantiene conversaciones con la Comisión Europea para convertirse en su proveedor de servicios en la nube, quizás con algo de torpeza y precipitación: fue el propio presidente de la compañía francesa, Octave Klaba, quien lo anunció en la red social X, aunque poco después eliminó su mensaje.
Al parecer, la Comisión estaría barajando migrar parte de sus cargas de trabajo desde Microsoft Azure a OVHcloud, motivada por las preocupaciones en torno a la soberanía digital. Un movimiento que no se ha confirmado oficialmente, pero que sí ha generado reacciones. Al ser consultada por The Register, la Comisión se limitó a subrayar su «proceso de adquisición flexible» y a recordar que actualmente ya mantiene un contrato con OVHcloud como proveedor europeo de servicios en la nube.
El contrato data de 2020 y permite a las instituciones europeas utilizar los servicios de OVHcloud en determinadas condiciones, sirviendo hasta el momento como alternativa secundaria frente a los grandes actores estadounidenses. Así, el interés en ampliarlo o elevarlo a un nuevo nivel se interpreta como un paso significativo hacia una estrategia más decidida en favor de proveedores europeos, entre los cuales OVHcloud puede ser considerado como un gigante.
El contexto, como siempre, explica buena parte del interés, y es que la presencia dominante de los hiperescaladores estadounidenses ha generado una creciente inquietud en Europa pese a la predisposición de estos por adaptarse. El porqué lo sabe todo el mundo: la Administración Trump no frece confianza, ni siquiera garantías de cumplimiento.
Los gigantes tecnológicos, de hecho, están aportando mayor sensatez a esta situación: Microsoft ha intentado responder lanzando iniciativas como Microsoft 365 Local o el Programa de Seguridad Europeo; Amazon Web Services también ha anunciado medidas similares, al igual que Google. Pero las dudas persisten, porque todas estas empresas están supeditadas a los impredecibles virajes políticos.
En resumen, es una cuestión política, pero también estratégica y económica. Una nube europea permitiría reforzar la autonomía tecnológica, mejorar el control sobre los datos sensibles y reducir la dependencia de infraestructuras sometidas a jurisdicciones externas, como la estadounidense. Algo muy similar a lo ocurrido recientemente en Dinamarca con la Corte Penal Internacional. En todo caso son argumentos ganan peso en un entorno donde la ciberseguridad y la protección de datos se han vuelto prioritarios.
Lo cual no significa que el cambio sea fácil, claro. Los analistas advierten de las dificultades: desde los costes de salida de los grandes proveedores hasta la falta de habilidades específicas o la ausencia de alternativas realmente completas. Y tampoco todas las opiniones entre las grandes tecnológicas del viejo continente están por la labor. Sin ir más lejos, el CEO de SAP advertía precisamente de ello: sobre la conveniencia de una independencia plena en materia de infraestructura cloud.
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