Opinión
Migrar a 802.11ac: tres consideraciones clave
José Carlos García, responsable técnico de Enterasys Networks.
802.11ac supone una notable evolución de la tecnología WI-FI, que proporciona mayor velocidad y capacidad de transmisión, con relación a anteriores generaciones de esta tecnología. En este mercado, todos estamos a la expectativa de lo que esta evolución va a dar de sí, en particular los avances tecnológicos que promete (en muchos aspectos revolucionarios), como la incorporación de MU-MIMO (Wave2). Pero créanme si les digo que el camino hasta que podamos ver todos estos avances en producción va a ser largo.
Los dispositivos móviles y el crecimiento exponencial en el uso de aplicaciones móviles siguen ejerciendo una enorme presión sobre el medio aéreo, llevando su capacidad al límite. Hay una regla no escrita en el ámbito de la gestión de red que dice que el ancho de banda ha de ser utilizado a la misma ratio en que se hace disponible. Añadir más ancho de banda no resuelve todos los problemas, pero ciertamente resulta muy tentador utilizarlo cuando disponemos de él.
El mensaje de marketing alrededor de esta tecnología habla de tasas de transmisión de gigas a través del medio aéreo. Si comparamos con los protocolos wifi anteriores, estamos hablando de un rendimiento multiplicado por 2,5. La pregunta entonces es, ¿Mediante qué mecanismos se va a obtener este incremento en el rendimiento de las redes wifi, al menos en la primera generación de redes 802.11ac? La respuesta es que va a ser mediante una combinación de dos mejoras sobre la tecnología actual: canales más anchos y mecanismos de modulación de mayor densidad. En concreto, 802.11ac utiliza canales de 80mhz (frente a los canales de 40Mhz de los anteriores estándares) y modulación 256 QAM que permite duplicar el número de bits transmitidos por unidad de señal.
Una vez dicho esto, y sin pretender quitar importancia al avance tecnológico que supone, hay que decir que hay una serie de cuestiones alrededor de 802.11ac que, en nuestra opinión, no se han debatido lo suficiente. Se trata de tres consideraciones que consideramos críticas para que este avance pueda ofrecer todo lo que promete.
Estas consideraciones están relacionadas con:
1. La capacidad de los dispositivos móviles. Este es probablemente uno de los aspectos relacionados con las redes wireless que más a menudo se pasa por alto. WIFI es una vía de doble dirección, un punto de acceso más rápido no puede hacer mucho si el dispositivo cliente no tiene capacidad para soportarlo. No se trata de llamar la atención a los fabricantes, pero la realidad es que no todos los clientes están diseñados de igual modo. Un iPad mini, por ejemplo, no puede alcanzar al nuevo MacAir en la carrera WI-FI. El consejo es que tenga muy en cuenta qué tipo de dispositivos va a desplegar en su entorno si quiere asegurarse que el despliegue final satisfará sus expectativas.
2. Las interferencias entre canales. La disponibilidad de canales de 80Mhz no responde a una cuestión importante: ¿Pueden utilizarse en entornos de empresa? La preocupación inmediata tiene que ver con la interferencia de estos nuevos canales con los antiguos canales utilizados por equipos más antiguos (que usan canales de 10/40Mhz), con los que tendrán que convivir. Este tipo de interferencias ocurrirán muy probablemente en entornos de alta densidad de puntos de acceso, en los que sigan activos puntos de acceso antiguos, y ello repercutirá en el rendimiento total de la red. La forma en que se diseña la red (por ejemplo para que no se solapen los canales entre puntos de acceso antiguos y nuevos 802.11ac) supondrá posiblemente sacrificar parte del rendimiento potencial esperado. En otras palabras, desplegar 802.11ac exige un diseño, hacer una planificación de canales, no basta con conectar los puntos de acceso y a funcionar.
3. La modulación 256 QAM. La nueva técnica de modulación presenta unos requisitos que son relativamente fáciles de cumplir para que funcione: línea de visión diáfana y proximidad entre puntos de acceso. Pero si no se cumplen, la tasa de transmisión se reducirá a la mitad, la equivalente a la que ofrece la modulación 64 QAM, que utiliza la anterior generación WIFI. Además, hay que señalar que la modulación 256 QAM exige un entorno de radiofrecuencia relativamente limpio y una mayor tasa SNR (relación señal/ruido) para poder operar. Esto tiene una implicación directa en el diseño de la red 802.11ac: una SNR de -55dB y colocar los APs más juntos. Si comparamos esto con los requisitos de 11n (-65dB), nos damos cuenta de que de hecho necesitamos más APs para un entorno dado. A su vez, los dispositivos tendrán que estar más cerca de los puntos de acceso para obtener una señal más potente si quieren lograr las máximas tasas de transmisión.
La diferencia entre capacidades o funcionalidades teóricas y reales es siempre un punto caliente en cualquier debate sobre tecnología. Va a ser difícil que se logre todo lo que promete 802.11ac, al menos en la primera oleada de implementación de esta tecnología. Tener en cuenta los factores comentados más arriba a la hora de diseñar la red acercará el rendimiento de la red a lo prometido por el nuevo estándar.
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