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Opinión

La mentalidad de la «fiebre del oro» infecta a los inversores TIC

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fiebre del oro

Apple, Facebook, Amazon, Google, Microsoft: el nuevo sector tecnológico por excelencia. El que impulsa y protagoniza la digitalización con Big Data, cloud computing, Inteligencia Artificial, robótica, redes sociales, Realidad Virtual, coches sin conductor, coches que vuelan, drones… No solo dominan nuestra vida cotidiana, sino que a medida que el valor de sus acciones continúa aumentando, estos gigantes tecnológicos también pueden dictar nuestro futuro financiero. La capitalización bursátil de Apple equivale al 80% del PIB de España, a modo de ejemplo.

En los últimos tres años los precios de sus acciones han subido mucho más rápido que los principales índices del mercado bursátil: Amazon lidera el camino, un 206%; Apple es el último de la fila con un 67% de ganancia, aunque es el primero en market cap, facturación, ventas, beneficios… así que los inversores se han apilado entorno a estas empresas.

Pero esta mentalidad de «la fiebre del oro», como en California en el siglo XIX, que recuerda el frenesí de los inversores y el boom y el colapso de las puntocom a finales del siglo pasado, está dando a los inversores una pausa para pensar. No porque crean que estas empresas quebrarán, como les pasó a muchos en anteriores correcciones de mercado, sino porque, en el lenguaje del sector financiero, “el campo de juego tiene demasiados jugadores”.

«Hay una ansiedad de valoración objetiva de estas empresas«, me dijo Ed Yardeni, un estratega de inversión independiente que a menudo destaca la influencia de estas acciones en sus notas de investigación. «Nadie se siente totalmente cómodo sosteniendo acciones que son tan caras«. A pesar de un cierto nerviosismo sobre que una burbuja se podría estar creando, los índices bursátiles se mantienen cerca de máximos récord, sin ajuste por inflación.

El índice Standard & Poor’s 500 está en máximos históricos, impulsado por las ganancias de las acciones de los bancos y las tecnológicas. Otros mercados también han sido robustos recientemente, incluyendo los de oro, un paraíso inversor tradicional, y la moneda virtual Bitcoin. Pero los precios del petróleo y el dólar de Estados Unidos se han debilitado, con el índice spot de Bloomberg en su nivel más bajo desde las elecciones del 8 de noviembre de 2016, que ganó Donald Trump.

El mercado de valores, sin embargo, sigue siendo la principal atracción inversora. Todo el mundo quiere seguir ganando dinero, pero, también, todo el mundo vive con el miedo de que la fiesta termine de repente, como en marzo de 2000. Según los datos del Estudio Advice de éxito empresarial, desde 2012, los fondos de inversión, fondos de pensiones y fondos de cobertura que tienen inversión en acciones de los cinco gigantes de la tecnología (Apple, Facebook, Amazon, Google, Microsoft) se han más que duplicado, a 1.400 millones de dólares, desde la inversión inicial de 558 mil millones, una consecuencia de la compra de acciones que rápidamente van aumentando en valor.

Rumores en Wall Street

Como es costumbre, Wall Street está lleno de rumores sobre que “la música parará y la fiesta acabará” y ha dado voz a este malestar con un apodo: Faang, un acrónimo que evoca un final apocalíptico mayor aun que lo que la exuberancia del momento pudiere prever. En otras palabras, los analistas e inversores institucionales están asustados pensando que Facebook o Apple puedan pinchar, pero como nadie vende, la codicia manda y todos siguen manteniendo y comprando acciones.

El impulso a estas acciones ha venido de los inversores minoristas, a través de los fondos de inversión tradicionales, los fondos negociados en Bolsa y la propiedad directa. A través de estos canales, los inversores minoristas (capitalismo popular, familias) ahora poseen entre el 60 y 70% de estas acciones, una exposición de grandes cantidades de dinero a una pequeña selección de acciones que los especialistas en inversión dicen que no tiene precedentes. Evidentemente, si las acciones de los cinco magníficos (Apple, Facebook, Amazon, Google, Microsoft) se vinieran abajo, sufrirían ese 30% de inversores institucionales y un 70% de inversores “retail” (familias). Pasó en el crack del 29, en el viernes negro de 1987, en marzo del 2000 y el que no rezaba, ahora se mete a monje para pedir a Dios que las acciones sigan subiendo porque la ambición y la codicia de los inversores no conoce límites, y nadie quiere ser el pardillo de ser el primero en salir. Eso sí, salido uno, estampida detrás y recesión al canto…

Sin embargo, una de las ventajas de estas empresas es que, versus la situación de la burbuja tecnológica de 1998-2000, ahora, las compañías tienen facturación, productos, beneficios, filiales, mientras que hace 17 años solo había promesas que no se cumplieron. La inmensa mayoría de las empresas tecnológicas han luchado para conseguir ganancias consistentes y crecimiento de ventas durante este período. Así, cuando los beneficios netos de Facebook saltan a 10.000 millones de dólares, desde 1.400 millones en cuatro años; o las ventas de Amazon pasan a 135.000 millones, desde 74.000 millones, los inversores tomaron nota: cinco empresas crecen a ritmos impresionantes en un entorno económico de incertidumbre y crecimiento rancio.

El sector tecnológico lidera el S & P 500, principal índice bursátil norteamericano; de hecho, las empresas de tecnología constituyen las cinco empresas más valiosas del mundo por capitalización de mercado. (En miles de millones de dólares o billones):

  1. Apple: 805.2
  2. Alphabet (Google): 682.5
  3. Microsoft: 559.9
  4. Amazon: 479.4
  5. Facebook: 442.9
  6. Berkshire Hathaway: 409.9
  7. Johnson & Johnson: 352.4
  8. Exxon Mobil Corp: 344.1
  9. JPMorgan Chase: 294.7
  10. Wells Fargo: 258.9

Los historiadores del mercado de valores dicen que sería injusto comparar las compañías de tecnología de hoy con los nombres más especulativos que caracterizaron el boom y el desplome de las puntocom en marzo de 2000. La diferencia se puede medir fácilmente a través de los beneficios y la capacidad de generación de efectivo que tienen estas empresas, en lugar de contar los globos oculares en la web, que era la norma en esa época.jorge diaz cardiel

Jorge Díaz-Cardiel. Socio director general de Advice Strategic Consultants. Economista, Sociólogo, Abogado, Historiador, Filósofo y Periodista. Ha sido Director General de Ipsos Public Affairs, Socio Director General de Brodeur Worldwide y de Porter Novelli International; director de ventas y marketing de Intel Corporation y Director de Relaciones con Inversores de Shandwick Consultants. Autor de más de miles de artículos de economía y relaciones internacionales, ha publicado una docena de libros, como Las empresas y empresarios más exitosos; Innovación y éxito empresarial; El legado de Obama; Hillary Clinton versus Trump: el duelo del siglo; La victoria de América; Éxito con o sin crisis; Recuperación Económica y Grandes Empresas; Obama y el liderazgo pragmático, La Reinvención de Obama, Contexto Económico, Empresarial y Social de la Pyme en España, entre otros. Es Premio Economía 1991 por las Cámaras de Comercio de España.

Socio director general de Advice Strategic Consultants. Economista, Sociólogo, Abogado, Historiador, Filósofo y Periodista. Ha ocupado cargos de responsabilidad en empresas de comunicación, relaciones públicas y tecnología. Ha escrito más de mil de artículos de economía y relaciones internacionales y una veintena de libros.

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