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Intel alcanza los 10 terabytes en un SSD

Intel está a punto de hacer llegar al mercado el primer disco duro de estado sólido (memoria flash) con una capacidad de 10 terabytes.

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Intel SSD

¿Qué ocurre si equipas un monoplaza de Fórmula 1 con los neumáticos más baratos que puedes adquirir en cualquier centro comercial? ¿O con un carburante de gama baja? Pues que el rendimiento del conjunto queda seriamente mermado por culpa de un componente concreto del mismo.

Lo mismo sucede, sin duda, con los componentes de un sistema concreto o de una infraestructura global. De ahí que fabricantes como Intel centren buena parte de su esfuerzo en la mejora de cada uno de los elementos que, en suma, deben ofrecer un rendimiento notable. Y el último paso a este respecto nace de la estrecha colaboración entre Intel y Micron que, combinando esfuerzos, están a punto de hacer llegar al mercado el primer disco duro de estado sólido (memoria flash) con una capacidad de 10 terabytes.

Para lograr tal capacidad en una unidad de tamaño estándar, la compañía ha recurrido a la tecnología NAND 3D que, a diferencia de versiones anteriores de la misma, permite superponer hasta tres capas de chips de almacenamiento en cada integrado, multiplicando así por tres la proporción entre tamaño y capacidad de almacenamiento con respecto a los discos SSD estándar.

Gracias a esta evolución tecnológica es posible emplear discos de una capacidad muy superior a la actual en sistemas en los que el tamaño es determinante, es decir, que no pueden ser modificados para añadir componentes de un tamaño mayor al previsto inicialmente.

Otro aspecto optimizado en estos discos es el consumo. En principio cualquiera podría pensar que el triple de densidad va inherentemente asociado a multiplicar también por tres el consumo, pero no es así. Y es que el propio hardware controlador del dispositivo puede desactivar y reactivar cada cada una de sus puertas NAND de manera independiente, de manera que sólo se mantienen activas y, por tanto, consumiendo energía, aquellas que están en uso en cada momento concreto.

Y esto, combinado con un buen sistema predictivo y la capacidad de realizar el encendido y apagado de las células de una manera rápida, minimizan en gran medida el consumo de los discos basados en NAND de triple densidad.

El desarrollo de dicha tecnología permite, según Micron, ofrecer una capacidad de hasta 384 gigabytes por célula, con respecto a los 256 de una célula multinivel y los 128 de una de un único nivel. Con esta optimización en la relación tamaño-capacidad, Intel puede desarrollar el mencionado disco que (y esto es quizá lo más sorprendente) se ajustaría a la perfección en una bahía estándar de dos pulgadas y media, es decir, el tamaño de disco duro común en los ordenadores portátiles, una pulgada por debajo del estándar para los ordenadores de sobremesa.

A día de hoy el principal escollo al que se enfrentan los discos de memoria flash con respecto a los discos mecánicos «de toda la vida» es, sin duda, el precio. Sin embargo, la apuesta de fabricantes como Intel por esta tecnología ya ha conseguido convertirla en el estándar en ordenadores portátiles.

Ahora, con la mejora en rendimiento y capacidad el siguiente paso son las estaciones de trabajo y, sobre todo, los centros de datos, en los que disponer de cada bit en el menor tiempo posible puede marcar la diferencia.

Y la ventaja de esta apuesta es que si Intel dedica parte de su infraestructura de producción a estos nuevos medios de almacenamiento, esto sin duda se traducirá en corto plazo en una importante reducción de costes. Y no sólo los asociados a la adquisición de discos de estado sólido, sino también a los asociados a la necesidad de mantener un CPD que gestione un gran volumen de datos. Y entonces sí que serán todo ventajas, así que esperemos que llegue muy pronto.

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