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El coche autónomo pisa el acelerador
Actualmente los principales fabricantes de automóviles tienen en su punto de mira los llamados coches autónomos, que son capaces de percibir el medio que les rodea y moverse por él sin percance alguno.
La tecnología está cambiando todo lo que conocemos a un ritmo que hace solo unos pocos años era díficil de predecir para la mayoría de las personas, aunque sí que había muchas organizaciones que en sus departamentos de I+D tenían más clara la «hoja de ruta» de lo que nos iba a deparar el futuro.
En el caso de los automóviles y, lo más importante, las personas que los conducimos, no hace mucho tiempo que para planificar unas vacaciones nos pasábamos el día anterior consultando mapas para conocer la mejor ruta, dónde hacer las paradas para descansar y qué gasolineras encontraríamos por el camino.
Esto cambió a principios del 2000 con los GPS en los coches, pero no fue de un día para otro, pasaron cinco o seis años antes que se extendieran, aunque fue la llegada de dispositivos independientes (mucho más baratos que los integrados en los salpicaderos de los coches) y las apps de los smartphones lo que cambió nuestra forma de viajar.
Hacia el coche autónomo
Aunque el GPS ha sido (y es) de gran ayuda para los conductores de todo el mundo, la revolución tecnológica en los coches no se ha quedado aquí; actualmente los principales fabricantes de automóviles tienen en su punto de mira los llamados coches autónomos, que son capaces de percibir el medio que les rodea y moverse por él sin percance alguno.
Como es comprensible que nos dé miedo pensar en vehículos que se mueven por las carreteras de nuestras ciudades o autopistas sin que nadie esté prestando atención a lo que hacen, no parece que vaya a ser la tendencia final en la mayoría de los casos. Más que usar el adjetivo «autónomo», sería mejor emplear el término «semi-autónomo» o «asistido», ya que el usuario seguirá tomando muchas decisiones o, llegado el momento, se hará con el control del vehículo.
Esta tendencia ha quedado corroborada por un estudio realizado por J.D. Power entre 5.300 personas que habían comprado un coche en los últimos cinco años. Las cinco tecnologías que más apreciaban estos consumidores tenían que ver con características de coches semi-autónomos: sistemas de control del punto ciego, mejoras en la visión nocturna, sistemas de prevención de colisiones, cámaras en los espejos retrovisores y pintura que fuera capaz de auto-repararse.
Por su parte, las tecnologías menos interesantes para los conductores entrevistados tenían que ver con sistemas de control de la salud y el bienestar, el manejo del cuadro de mandos mediantes gestos o los sensores biométricos, es decir, todo lo que era «más humano» y «menos máquina» inspiró menos interés.
Además, otro estudio de Boston Consulting Group también está en línea con estos resultados porque aproximadamente el 40% de los consumidores entrevistados declararon estar interesados (y por lo tanto pagar más por estas prestaciones) en un coche que se moviera solo por una ruta específica, similar porcentaje al de aquellos que estarían encantados con coches capaces de buscar ellos solos plazas de aparcamiento y luego aparcar sin intervención del conductor.
El coche conectado
Aunque muchos autores de ciencia-ficción del siglo XX se imaginaron un mundo de coches voladores por autopistas aéreas en las primeras décadas del 2000, está claro que erraron totalmente en sus predicciones. Predecir el futuro tiene el inconveniente de equivocarse casi siempre.
Sin embargo, el futuro del que ellos hablaban y que es presente para nosotros, sí que ha cambiado muchas cosas en los coches, que no olvidemos se han mantenido, en lo importante, casi iguales en los últimos cien años: cuatro ruedas, motores necesitados de un combustible procedente del petróleo y control total por parte del conductor gracias a un volante y unos pedales de freno o aceleración.
Actualmente, empresas del mundo de las Tecnologías de la Información como HP no sólo están colaborando como proveedores de apoyo a los sistemas de entretenimiento en el automóvil, también juegan un papel clave en todo lo relacionado con los coches conectados a la hora de recoger datos procedentes del vehículo y analizar esa información para, por ejemplo, reducir los atascos, aumentar la eficiencia del combustible o disminuir la tasa de accidentes.
Nuestros coches no vuelan, pero sí son más seguros, más respetuosos con el medio ambiente, ayudan a reducir la lacra para la sociedad que suponen los accidentes en carretera y además aprovechan las ventajas de nuestro mundo hiperconectado.
Más información: HP Matter / Industry Edge, automotive edition
Imágenes: Shutterstock
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