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Alcatel-Lucent: el futuro de Nokia
No hace tanto tiempo, los teléfonos móviles de Nokia poblaban bolsillos, bolsos e, incluso, esas incalificables fundas que, enganchadas al cinturón, servían para poder desenfundar el teléfono tan rápido como si fuera una pistola en un duelo en el lejano oeste. Sin embargo, y pese a que fue de los primeros fabricantes en llevar funciones «smart» a sus dispositivos (el Nokia 9000 Communicator fue, y con mucho margen, la primera propuesta para llevar la oficina en el bolsillo), el advenimiento del smartphone pilló al fabricante finlandés con el pie cambiado. Tardó mucho en reaccionar, y su respuesta tampoco fue la más acertada, especialmente en lo referido a su negativa a comercializar dispositivos con Android. ¿En resumen? Paso del éxito absoluto a coquetear con la intrascendencia.
2011 fue un año crucial, principalmente por la firma de una alianza estratégica con Microsoft, con la que ambos apostaban por Windows Phone, la asignatura pendiente de los de Redmond. Y dos años después, en 2013, llegó la bomba: Nokia vendía su división de telefonía móvil a Microsoft, abandonando en parte lo que, sólo diez años antes, era la mayor y más rentable unidad de negocio de la empresa.
Desde entonces, Nokia se centró en otras dos áres: Nokia Network, centrada en infraestructuras de red, y Here, su servicio de mapas (vendido a principios de este mismo año a un consorcio de fabricantes de motor encabezado por Daimler-Benz). Según el contrato firmado con Microsoft, el fabricante podrá volver a comercializar móviles con la marca Nokia a partir del 1 de enero de 2016, y lo más probable es que no tarde mucho más en hacerlo.
Sin embargo, a día de hoy, y seguramente siga siendo así en un futuro cercano, es en el área de infraestructuras de red dónde más se escucha su voz ahora mismo, si bien para destacar tiene que enfrentarse a los grandes grupos del sector y, para lograrlo, lleva trabajando desde principios de año en la adquisición del grupo francés Alcatel-Lucent. En dicha operación, sobre la que los accionistas se tienen que pronunciar esta misma semana, Nokia absorbe la empresa francesa (no se trata de una fusión «de iguales») algo que, en principio, cuenta con el beneplácito del gobierno francés (propietario del 4% de Alcatel-Lucent, y que podría plantear dificultades adicionales).
La reacción general de los mercados ha sido buena, y los responsables de ambas empresas ya llevan bastantes meses trabajando en el encaje. Ahora sólo falta que los inversores den su visto bueno y, poco después, que los reguladores hagan lo mismo. Si así es, y la adquisición se completa (previsiblemente durante el primer semestre de 2016), el nombre de Nokia puede volver a sonar como un actor imprescindible en el mundo de las comunicaciones. Eso sí, esta vez no como fabricante de dispositivos, sino como responsable de esas infraestructuras que están detrás de las redes que empleamos a diario.
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