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¿Para qué puede servir Uber?

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Ambulancia

La respuesta a esta pregunta puede parecer terriblemente obvia, ¿verdad? Pues para que un conductor nos lleve de un sitio a otro por una tarifa establecida previamente, punto. Sin duda, esa es la razón de ser de Uber, y el modelo de negocio que ha llevado a esta start-up a lograr un éxito arrollador… y también a verse sumida en múltiples controversias. Desde su nacimiento, la empresa de Travis Kalanick se ha ido adaptando a múltiples cambios, buscando nuevos modelos de negocio dentro de su estrategia de consumo colaborativo, así como negociando con administraciones públicas en busca de soluciones regulatorias que sean beneficiosas para la mayoría. Y tanto es así que, aunque cuando mencionamos Uber y administración en la misma frase, lo primero que viene a muchas cabezas son sus problemas relacionados con las regulaciones de parte de las ciudades en las que pretende ofrecer sus servicios, lo cierto es que en otros casos se plantean relaciones simbióticas entre la start-up y «lo público».

El caso más reciente es la posible colaboración de Uber con Washington D.C. en el transporte sanitario, de la que informa NBC Washington. La idea es que, cuando una persona llame al 911 (el número de emergencias en Estados Unidos, similar a nuestro 112), la persona que atiende la llamada evalúe la urgencia del traslado y, en caso de que este sea necesario, pero que no requiera de personal sanitario durante el mismo (que es lo que ofrece una ambulancia) ni asistencia in situ, y no resulte especialmente urgente, el mismo sea derivado a Uber. Es cierto que, al analizar esta posibilidad, se plantean una serie de problemas, como los destacados hoy por TechCrunch, que apuntan a que no es una buena idea, y se centran en la dificultad de evaluar correctamente a un paciente exclusivamente con una conversación telefónica.

Así, el sistema no resultaría demasiado fiable en determinados casos pero… ¿significa eso que Uber no tiene cabida en el ámbito sanitario? Ni mucho menos, y la evolución tecnológica puede mejorar todavía más la situación. El primer y más claro ejemplo que se me ocurre es el de los traslados programados, es decir, los que no llegan a través de urgencias, sino que han sido planificados previamente. Esto ocurre, por ejemplo, con las personas que deben someterse periódicamente a diálisis. A día de hoy, en la mayoría de los casos, o el paciente se traslada por su propia cuenta o es recogida por un transporte colectivo que realiza una ruta (generalmente bastante larga) tanto para recoger a varios pacientes en sus domicilios, como para llevarlos posteriormente a sus casas tras el tratamiento. En este caso, podría tener mucho sentido sustituir esos transportes colectivos por alternativas de transporte colaborativo, como Uber o Blablacar, buscando encaje entre el paciente y algún conductor del servicio que, por sus propias necesidades, realice un recorrido parecido de manera habitual.

Por otra parte, hay personas que, con el paso de los años, llegan a conocer muy, muy bien las enfermedades que padecen y, por lo tanto, son capaces de determinar con bastante fiabilidad qué deben hacer (y de cuánto tiempo disponen para ello) ante la aparición de uno de los síntomas de su enfermedad. Así si, por ejemplo, yo sé que ante la aparición del síntoma A de la enfermedad B tengo 20 minutos para llegar a urgencias, y que durante ese lapso de tiempo no necesito asistencia sanitaria, ¿qué diferencia hay para mí entre ir en una ambulancia o en un coche particular? Lo más probable es que, dada la mayor oferta de conductores en servicios como Uber, que de ambulancias operadas por los servicios sanitarios, obtenga un tiempo de respuesta mucho más rápido y, por lo tanto, tarde menos tiempo en llegar al hospital, centro de urgencias, etcétera.

Y si el autodiagnóstico de cada paciente pudiera no ser suficiente, el siguiente paso viene de la mano de los wearables. Hasta ahora hemos hablado de smartwatches, pulseras cuantificadoras y demás, pero estos dispositivos que llevamos puestos tienen una y mil aplicaciones en el campo de la salud, y especialmente si hablamos de personas con enfermedades crónicas que deben evaluar su estado de manera constante. Gracias a los mismos, se puede adelantar mucho la detección de un cuadro que haga necesario acudir a urgencias y, con ese margen de tiempo extra, este se puede llevar a cabo a través de Uber, de una manera más cómoda y menos traumática para el enfermo (ser trasladado en una ambulancia no es nadaagradable, eso lo puedo asegurar). Y, además, reservar el uso de los recursos asistenciales (ambulancias y UVIs móviles) para aquellos casos en los que realmente sean necesarios, es decir, aquellos en los que su presencia pueda marcar la diferencia.

 

Imagen: sv1ambo

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